Crisantemo

6ta Bala

El largo silencio que le siguió a la declaración lo estaba poniendo nervioso. Víctor estaba totalmente inmóvil, pues al parecer el shock había sido demasiado fuerte. Si no fuera por el ligero temblor que sentía en la mano que estaba sosteniendo, habría jurado que se había declarado a una estatua.

—Ehm, Víctor...

Bastó un solo segundo, un simple movimiento, para que la inseguridad de Yuuri se evaporara. El beso robado fue suave, tan suave que Yuuri pensó que había sido su imaginación. Había sido un simple roce de labios, demasiado leve como para que pudiera disfrutarlo del todo, y sin embargo, a la hora de la verdad, revolucionó toda una legión de sentimientos dormidos dentro de él, su corazón acelerandose por la emoción.

Miró la dulce cara que tenía enfrente: una verdadera sonrisa, acompañada de un adorable sonrojo y un brillo en sus ojos que se podía comparar a un par de diamantes; era la primera vez que veía esa expresión en él. No le importaría verla todos los días de ahora en adelante.

—¿Eso es un sí? —Preguntó con una ligera sonrisa.

Victor rió por lo bajo antes de sostener su rostro y darle otro beso, esta vez prolongando un poco más la caricia, antes de separarse y susurrar:

—Creo que mi respuesta está más que clara, pero si no entiendes entonces te lo diré: Sí, acepto casarme contigo.

Yuuri tomó la mano que estaba posada en su mejilla y besó su palma con cariño, antes de deslizarle el aro de plata en su dedo anular.

—Gracias...

Se levantó y jaló a Victor de brazo, apretándolo contra él. Sintió cómo el peliplateado le devolvía el abrazo, haciendo que sonriera contra su pecho, el cual latía intensamente igual que él suyo. Puede que Victor no lo sepa, pero le acababa de otorgar el mejor regalo que había recibido en lo que llevaba de vida.

—Debemos irnos, se nos hará tarde para la ceremonia.

—Está bien...

El japonés se separó de su prometido para verle la cara y no pudo evitar regalarle una radiante sonrisa, el cual le fue devuelta inmediatamente. Se tomaron de las manos, entrelazando sus dedos en silencio, antes de que el pelinegro lo guiara por los pocos pasillos que faltaban para llegar al lugar del encuentro.

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La mayoría de los invitados se encontraban socializando en el colorido jardín de la mansión, que dado su tamaño, era la entrada alternativa —o salida, dependiendo de como lo quieras ver— de varios cuartos y salones que lo rodeaban, entre ellos el salón en donde se iba a realizar la ceremonia.

Para cualquiera que mirara por fuera pensaría que los invitados estaban ahí para felicitar al novio, conocer a la novia y desearles lo mejor, sin embargo la realidad era totalmente diferente.

Al haber pertenecido al circulo mafioso por mas de doscientos años, el clan "Shirokiku" había desarrollado una reputación bastante respetada y temida, por lo tanto, juzgaban estrictamente a cada miembro nuevo en la familia, en especial al cónyugue del jefe. La inspección era tan fuerte, que muchas veces terminaban espantando al o a la pretendiente, y ese hecho se terminó repitiendo tantas veces, que pronto se encontraron entrenando a sus propias hijas para ser seleccionada como futura candidata a ese puesto, y en el caso de los hijos, si el descendiente del jefe resultaba ser mujer, eran entrenados para convertirse en el futuro jefe de la familia. El sistema fue tan conveniente, que con el paso del tiempo, el hecho de seleccionar pareja fuera del clan se hizo raro.

Por eso mismo, nadie se esperó ese anuncio de compromiso tan repentino. Un compromiso salido de la nada, sin una alianza como base, sin conocimiento público previo antes del anuncio, y sin ninguna rama de la familia formando parte de él era algo en lo que nunca antes habían tenido experiencia. Es por eso que todos estaban en un estado de confusión, algunos con variados sentimientos entremezclados, tales como celos, admiración, envidia, odio, pero en lo que coincidian sin excepción era en la curiosidad por la persona misteriosa.