Flores de recuerdo

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No regresaron a casa hasta después de un desayuno preparado por ellos mismos. Bueno, los mellizos hicieron las tareas que no tenían que ver directamente con la preparación, así que no hubo ningún incidente. Callum permaneció en su casa y el resto siguió su propio camino de regreso. Al menos, Mark tenía suficiente energía a pesar de todo lo que tomó la noche anterior, así que no tuvo que soportar sus quejas.

Habían llamado a su padre para avisarle que ya estaban en camino, aunque él les avisó que la casa estaba sola. Él había salido a hacer las compras para el almuerzo, mientras que Lauren y su hermana salieron a dar un corto paseo para controlar el temperamento de la menor. Con un poco de suerte se encontraban en la entrada, pero eso no sucedió.

Su hermano llegó primero para abrir la puerta. Tuvo un par de problemas encontrando la llave en sus bolsillos, pero terminó cayendo al suelo. Mark se agachó a recogerla, pero aparte de la llave, había otra cosa más en el suelo que habían ignorado por completo. Una margarita. La flor estaba ligeramente maltratada, apenas con el tallo, pero Mackenzie no pudo quitar la mirada de ella. Había algo extraño en esa casualidad. El jardín apenas tenía flores y ninguno era de margaritas. Podía inventarse que era una manera espiritual para decir que su madre biológica estaba cerca a ellos, pero no tenía sentido que un fantasma llevara una flor de un lugar a otro.

Sin embargo, esa casualidad se volvió más extraña cuando Lauren regresó a casa. Hasta ese momento no había mencionado nada a Mark sobre la flor que encontró en la noche. Ni siquiera esa última, porque no tenía idea de lo que podía significar. Lo más probable era que no tenía ninguna importancia. Algo que llegó ahí porque sí. Y entonces, vio a Harper sujetando una margarita en sus pequeñas manos. Una tercera vez, ya no era una simple coincidencia.

Le preguntó a Lauren de dónde había salido esa flor, pero su respuesta no fue muy exacta. De un momento para otro apareció con la margarita en su mano diciendo que un niño se la había regalado mientras jugaba en el parque. Era una muy probable situación, aunque la pelirroja comenzó a sentirse ansiosa. No quería actuar como una loca, pero tenía que confirmar que esas margaritas no eran las mismas que ella había llevado al cementerio. Así que le pidió a su mellizo que la acompañara a ese lugar con el pretexto que se había olvidado algo ahí.

Lo malo fue que empezó a llover de nuevo. Era parte del pronóstico del clima, pero no ayudaba en contrarrestar sus dudas, más bien las empeoraba. Mark se quedó esperándola en la entrada para resguardarse de la lluvia luego de dejar su paraguas en casa. Bien pudieron compartir el suyo, pero dijo que no sería necesario si solo iba a ir por unos minutos. Ya ni siquiera trato de convencerlo, porque realmente no tenía idea de lo que esperaba encontrar. Solo había pasado un día, casi horas. lo único distinto era que habían comenzado las lluvias. Sin embargo, cuando llegó a la tumba no encontró ningún rastro de las margaritas que dejó. En su lugar, había un enorme arreglo de rosas rojas. Lo primero que hizo fue llamar a Mark.

—¿Sabes si papá regresó al cementerio? ¿O es una tradición de ustedes dejarles flores cada día? —le preguntó tratando de no sonar alterada.

—¿Por qué haríamos eso? Tenemos sentido común...

—Entonces, ¿por qué hay rosas? —Hubo unos segundos de silencio.

—¿De qué estás hablando?

—Las flores que dejamos ayer no están en ningún lugar. Y si no fue nuestro padre, alguien tuvo que dejar esas rosas...

—Por supuesto. Ella merecía mejores flores que unas miserables margaritas —De repente una tercera voz apareció cerca de ella. La lluvia había ocultado el sonido de los pasos, pero ese era apenas el comienzo de los problemas. No se trataba de una persona cualquiera—. Es un insulto a su recuerdo.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora