"Si estuvieses en un incendio y solo 60 segundos para escapar, ¿Qué te llevarías?"
Las vacaciones pasadas mi novio y yo decidimos aventurarnos en un viaje donde, supuestamente, no teníamos rumbo fijo, empacamos nuestras maletas y lo que pensamos que era más importante.
-Te tengo una sorpresa- Me dijo Pablo tomándome de la mano mientras arrancaba.
Me emocioné mucho, desde hace tiempo había esperado este viaje, el parque natural local era un lugar que me encantaba, nunca había acampado allí pero moría por hacerlo; tenía un bosque de pinos y un lago casi transparente, el lugar ideal para mí.
Mis mariposas en el estomago se hacían cada vez más intensas cuando me daba cuenta de el camino que estábamos tomando, que era el mismo que aquel parque. No paraba de hablar, estaba tan emocionada y nerviosa que decía cualquier cosa, tuviese sentido o no.
A pocos metros de la entrada a aquel lugar tan anhelado estaba el único cruce en todo el camino, no me percate que podría tomar ese camino, mi emoción era tan grande que me derrumbe al darme cuenta que era ese el camino que tomábamos, pensé que las dos horas de camino iban a valer la pena.
-¿A donde vamos?- Le pregunte un poco desilusionada.
-Ya verás- me dijo antes de sonreírme.
No avanzamos mucho por un camino de tierra y llegamos a una casa... extraña, era completamente rectangular y con pisos suficientes como para no poder contarlos desde el suelo.
-Aquí estamos amor, esta es la sorpresa. Pasaremos un fin de semana aquí, alejado de todo- Luego me dio un beso en la mejilla. Yo sonreí a medias.
-¿Cómo supiste de este lugar? Se ve muy solo- Estaba muy intrigada.
-Es de Mateo, ¿recuerdas?- Me dijo bajándose del auto.
-No realmente, ¿lo conocí o solo me hablaste de él?-
-Fuimos compañeros en bachillerato-
-No, nunca conocí a las personas de ese momento de tu vida-
-Pensé que te lo había presentado, en un rato lo conoces-
Pablo no era bueno dando sorpresas, estaba segura que me quería más que a otra cosa en el mundo pero muchas veces no hacia lo que me esperaba. Ya había estado enviándole indirectas como dejar algunos folletos del parque sobre la mesa o comentarle lo mucho que me gustan los pinos.
Tocamos el timbre pero nadie abrió e intentamos de nuevo obteniendo el mismo resultado decidimos rodear la casa buscando a alguien, fui por un lado y Pablo buscó por el otro. Llegué a la esquina esperando encontrar a alguien allí pero estaba solo (cabe destacar que la entrada principal quedaba en uno de los lados más largos del "rectángulo"). Al girarme para buscar a Pablo (me asustaba estar ahí sola) me topé con un muchacho alto de ojos ámbar y cabello claro, vestía de forma muy casual: unos jeans, botas deportivas y un sweater con bolsillos donde tenía sus manos, me asusté y por consecuente grité.
-¡Cállate! Van a pensar que te estoy lastimando- Me dijo con un tono pedante.
-Suficiente tengo con que me asustes de esa manera-
-Mujeres... Soy Mateo, amigo de tu novio- Dibujando una media sonrisa de burla
-Anne, novia de tu amigo- Y le estreché mi mano
Observó mi gesto y sin sacar sus manos de los bolsillos ni decirme una sola palabra tomó el camino que llevaba hacia la parte de atrás de la casa gritándome un ¿vienes o no?, de mala gana dí media vuelta y lo seguí. Mi primera impresión hacia él fue muy mala y estaba decidida a pasar el resto de mi estadía lo más alejada posible.
Llegamos al patio donde habían 3 hombres (5 contando a Pablo y Mateo) sentados en unas sillas de jardín ordenadas alrededor de una mesa redonda de madera donde habían botellas de whisky y pasabocas, situada bajo una sombrilla de jardín inmensa no muy lejos de la puerta trasera de la casa.
-No la asustes así de nuevo, es muy nerviosa- Le dijo Pablo a Mateo de una manera amigable y levantándose y dándome un abrazo- Supongo que ya se conocieron-
-Si, ya tuve el placer- Respondí con sarcasmo
Mateo solo asintió con la cabeza dejando ver esa sonrisa burlona de hace un rato.
Me presentó a sus amigos y me senté junto a él, prácticamente a escuchar sobre lo que hablaban. No se me hacia bien eso de hablar con personas que no conocía o acababa de conocer y pronto empecé a aburrirme ya que no entendía nada. Mateo sentado en frente de mí de vez en cuando dirigía su mirada hacia mí y reía, ¡Se burlaba! Pero no sabía de qué.
-Amor, ¿sabes dónde queda el baño?- Le susurre lo más cerca posible.
-Mateo, ¿Puedes mostrarle donde queda el baño por favor?- Le pidió luego que termine de hablarle.
¡¿Qué?! ¿Acaso no era obvio que no quería acercarme más a él? Ni siquiera volteé a mirarlo, me levanté y fui adentro. Al observar el pequeño recibidor me sentí tranquila, el contraste de colores con la textura y decoración era muy reconfortante.
-¿Es tu casa?- pregunte mientras pasaba mi vista de un lado a otro, perpleja.
-mjum-
-Había olvidado que estaba con un mal educado- le dije quitándome el abrigo y colocándolo en el perchero.
-Al fondo a la izquierda-
Era algo angosta aquella peculiar casa, el recibidor y la cocina estaban divididos por una pared y después de estos había otra sección donde estaban la puerta principal, las escaleras y el baño de invitados; se podría decir que no media más de 6 metros de ancho.
Después de cruzar hacia la siguiente sección y girar hacia donde me dirigía me topé con un disfraz de payaso, no fuese gran cosa si no le tuviese pánico a los disfraces y si la máscara no me recordara a los asesinos en serie de las películas.
¡Me horroricé! Salí corriendo lejos de aquello, me senté en el escalón más alto, cubrí mi cara con mis manos y comencé a llorar incontrolablemente. Supongo que pisé muy fuerte cuando subí la escalera porque no paso mucho tiempo cuando escuché a Mateo a mi lado.
-Tranquila- me repetía dándome suaves palmadas en el hombro.
-¡tu estúpido disfraz de payaso!- fue lo único que pude articular entre dientes después de un momento.
Sentí como se puso de pie y bajo las escaleras y al cabo de unos segundos sonó un golpe, como si hubiesen cerrado algo y luego volvió a donde estaba.
-Problema solucionado- me dijo mientras se sentaba de nuevo a mi lado -¿Tanto te asustan los payasos?-
Respire profundo y secándome las lagrimas le contesté
-No son los payasos, son los disfraces. Odio ver a una persona totalmente disfrazada y aun mas si es con una máscara como esa-
-Vamos, te preparare un té- dijo mientras se levantaba.
Levanté mi mirada hacia él, asombrada.
-No pensé que podías llegar a ser amable-
-no te sorprendas, lo hago para que Pablo no se vaya, le he hecho miles de invitaciones y adivina por quien cancela siempre- me dijo sin voltear a mirarme y con una sonrisa incómodamente sarcástica.
-Yo no tengo la culpa que prefiera pasar su tiempo conmigo- le repliqué mientras me ponía de pie
Me sentía más calmada pero al estar completamente de pie me sentí mareada y perdí el equilibrio, afortunadamente Mateo seguía a mi lado y me sostuvo antes de caer.
-¡Que débil eres! ¿Tengo que ayudarte a bajar también?- Paso su brazo alrededor de mi cintura y me apretó hacia él.
Por primera vez en mucho tiempo sentía que alguien demostraba preocuparse por mí, no era una preocupación real, lo hacía porque Pablo se quedara no porque quisiera que yo estuviese bien, pero aun así era una sensación agradable.
Al llegar al piso de abajo pasamos directamente a la cocina, me ayudo a sentarme y mientras preparaba el té paseaba mi mirada por la cocina, no tenía ningún tipo de adornos y casi todos los electrodomésticos eran de un mismo color y una pequeña mesa de madera con solo dos sillas y una la estaba ocupando yo.
Fije mi mirada en el sillón del recibidor, estaba Pablo mirándome fijamente y sin ninguna expresión en su rostro, caminé hacia él y me senté a su lado.
-Amor pasó algo muy feo, estaba...-
-Yo sé lo que paso- me interrumpió- ¡Te vi en los brazos de Mateo! ¿Acaso me crees pendejo? ¿Así quieres que confíe en ti?- estaba furioso pero no llego a gritarme en ese momento.
-¿De qué estás hablando? Nada pasó como te lo estas imaginando, déjame explicarte-
-¿Explicarme que Anne? ¿Me darás detalles de lo que estaban haciendo allá arriba? ¡Mírate! Si hasta caminas extraño-
-¿De dónde sacas eso?-
-Olvídalo- me dijo mientras salía de la casa hacia el patio trasero.
¡¿Qué acababa de ocurrir?! Me quede sentada, inmóvil, mirando fijamente la alfombra sin ningún tipo de expresión alguna con millones de cosas revueltas en mi cabeza, las lagrimas brotaron automáticamente, no podía creer sus acusaciones ni la manera en que lo hizo y justo en ese momento apareció Mateo.
-Tranquila que solo fue un disfraz, ¡Relájate!- con su tono sarcástico característico.
-Pablo nos vio bajar y lo malinterpreto, no me dejo explicarle y salió- aun tenía mi mirada perdida y una presión en el pecho que aumentaba con el paso de los segundos.
-Ustedes complican todo y lo hacen peor- me entrego la taza a malas y salió.
Pocos segundos pasaron cuando escuché el inicio de una discusión afuera y entró un hombre de estatura mediana, usaba lentes y vestía un poco más formal de lo normal.
-¡Hola! ¿Cómo te sientes?- Me preguntó
-Destrozada- respondí aun sin haberme movido.
Hablamos un rato, sobre cómo me sentía y otras cosas referentes a mí que pensé que solo preguntaba para despejar mi mente, aunque luego de un rato comenzó con unas preguntas muy personales, no me incomodo responderle en realidad. Se llamaba Ramón era el mayor de todos, estaba a punto de graduarse de la universidad.
-Bueno, creo que hemos hablado mucho de ti, ahora te contare algo de mí: Voy a recibir el titulo en Psicología, me graduare con honores ya que soy el tercero de toda la promoción, ya tengo buenas ofertas de trabajo.-
Ya me había calmado un poco, distrayéndome en la conversación que no le encontraba ni sentido ni importancia pero me sirvió para olvidar un poco el acontecimiento reciente.
- ¡Felicitaciones! Qué bueno que te guste tanto tu profesión.-
- Gracias, me gusta ayudar a las personas a que estén emocionalmente estables-
- ¿Lo dices por lo que acaba de pasar? - Sentí como se inundaban mis ojos al recordar tan intensamente lo ocurrido hacía un momento.
-Si, por eso vine a hablar contigo. Todas las preguntas que te hice tienen un significado, no es porque ya no tenía nada sobre que hablar, en esta profesión nos enseñan a ser muy detallista en cuanto a la conducta de las personas y en ti vi algo que no es muy agradable- Me dijo con una expresión que me preocupó.
Sequé mis lágrimas y lo observé con intriga pero justo antes de que pudiese articular alguna palabra entró Pablo, yo estaba sentada de modo en que lo veía de frente.
-Anne, ¿Puedes venir un momento?-
Fije mi mirada en él desde el momento en que entró, su expresión tan fría, tan vacía retorcía la puñalada ya dada en mi corazón.
Olvidé por completo a Ramón y sin quitar mi mirada me levante y lo seguí cuatro pisos más arriba; Solo habían dos puertas, una que claramente se mostraba era de una habitación, y la otra era diferente, un poco más grande, nos dirigimos hacia esa y al cruzarla se podía apreciar un espacio abierto, el cielo nublado se apreciaba de una manera que emanaba tranquilidad y hasta felicidad, quería quedarme en esa terraza por mucho tiempo.
Hacia frio, o al menos para mí, Pablo se quitó la chaqueta, la coloco sobre mis hombros y me abrazo fuertemente. Estaba confundida, aliviada, molesta... tenia mil sensaciones recorriéndome todo el cuerpo que no sabía cómo reaccionar.
-Discúlpame mi amor, Mateo me contó todo, al principio no quería escucharlo porque estaba muy molesto con los dos, hasta intente irme pero le di la oportunidad de que me explicara y sabia que no me estaba mintiendo- Dijo manteniéndome entre sus brazos y apretándome cada vez más fuerte.
-Tranquilo vida mía, lo importante es que ya sabes cómo fue todo- Lo abrace con la misma fuerza.
Con sus manos envolviendo mi cintura me dio un tierno beso en la frente
-Ven, quiero mostrarte algo- me dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba al borde.
-Mira-
Desde allí teníamos la mejor vista hacia el tan anhelado parque, su bosque de pinos y su inmenso lago fue lo que me cautivó una vez mas.
-No pienses que decidí venir solo por pasar el rato con Mateo, sé de lo mucho que te encantan los pinos y estaba seguro que sería una buena sorpresa para ti, además, ya esta oscureciendo.- me dijo antes de besarme en la mejilla.
Y como había dicho antes, no era bueno con las sorpresas, pero aun así recordaba lo que me gustaba y me hacia feliz y eso me alegraba de muchas maneras.
-¡Qué lindo detalle amor! Tu si sabes cómo hacerme sonreír- y recosté mi cabeza sobre su hombro mientras observaba aquel hermoso cuadro frente a mi
Me tomo de la cintura me acerco a él y puso su frente contra la mía, mirándome fijamente con esos espectaculares ojos verdes que me volvían loca cada vez que se encontraban y fijaban con los míos.
-Siempre buscare la manera de que sonrías, preciosa- Y termino su frase con un suave pero muy perfecto beso.
En ese momento, más que nunca, estaba segura que él era el hombre que amaría toda mi vida, a veces me lastimaba pero siempre encontraba la manera de hacerme feliz.
Estábamos a mitad de un abrazo, riendo y hablando de cualquier cosa que se nos ocurriera cuando esa paz y mi momento de plena felicidad se destruyeron en el instante que Mateo abrió la puerta.
-¡Que romántico! - Dijo con una sonrisa falsa y un acento sarcástico - Pablo, ¿Me ayudas con la parrilla? no puedo hacerla funcionar -
-Está bien, ya voy- Respondió dándome un beso en la mejilla y saliendo.
Y ahora estaba sola, con muchas cosas rondando mi mente, era algo que odiaba que pasara, cuando estaba sola siempre tenía ese tipo de pensamientos, felices, aunque los más recurrentes eran los dolorosos y los confusos.
No estaba contenta con muchas cosas en mi vida ni tampoco con las que había hecho o alguna que por miedo o vergüenza había dejado de hacer, quizás si pensara mas todo lo que voy a decir o hacer me iría mejor en las cosas que me proponga, pero si lo pienso por bastante tiempo puede que pierda la oportunidad que se me este presentando y quizás sea una muy buena.
Se me sumaban todo tipo de pensamientos y no estaba prestando atención a mí alrededor hasta que una voz grave me hizo salir de mi "trance"
-¡Hey! ¡HEY! ¿Vas a venir?- Me dijo Mateo esperándome en la puerta y con expresión de fastidio.
-¿Y Pablo?- Pregunté
-Bajó hace un rato, ¿acaso no te diste cuenta? Al ver que no nos seguías me pidió que viniera a buscarte-
-¿Y porque no vino él?-
-Yo que se- Mientras se encogía de hombros
Camine hacia la puerta mientras Mateo la sostenía, podía ser pedante pero también era caballero.
Bajé delante de él y de repente un recuerdo se cruzó por mi mente.
*Flashback*
No ha pasado ni una hora desde que lo conocí y no tengo ni la mínima intención de hablarle, es pedante, grosero, no sé como Pablo puede tener amigos de ese tipo. Desde hace un rato no puede voltear a mirarme porque se burla, ¿Es que acaso tengo cara de payaso? ¿Por qué le causo tanta gracia? Aghh, ¿y de que me preocupo? Puede que estemos aquí tres días pero podre ignorarlo.
*Fin del flashback*
-¿De qué te burlabas cuando estábamos en el patio?- Le dije mientras caminábamos en el angosto pasillo del tercer piso al mismo tiempo que me daba media vuelta para quedar justo en frente de el
-¿Esta tarde?-
-Si-
-Estás loca mujer- Dijo riendo de forma burlona.
-¡Dime!-
-Eres muy débil y frágil, estas tan apegada a el que no te quieres alejar de su lado, son solo dos personas en una relación, no eres una luna orbitando alrededor de él, dale un poco de espacio-
-El que quiera estar con él todo el tiempo no quiere decir que sea débil y frágil, y el no es una especie de planeta tierra para mí, me gusta estar a su lado todas las veces que pueda, no es difícil entenderlo- crucé mis brazos y me apoye de espaldas a la barandilla de que daba hacia la escalera
-¿Qué haces? Pareces una niña malcriada- Dijo entre risas al ver mi reacción.
-¡Vamos ya!- Repliqué molesta mientras caminaba hacia las escaleras.
¿Qué le pasaba? No me conocía tanto para pensar que podía hablar de mí de esa manera, no sabía nada de mí, no podía juzgarme como él quisiera, y a fin de cuentas tampoco era de su incumbencia mi forma de ser con mi novio.
Estaba muy molesta, tanto para no fijarme donde pisaba y terminé resbalándome. De algún modo que no puedo explicar ni entender terminamos en el suelo, el de rodillas y yo entre sus brazos.
Es increíble como en un instante, todo lo que te causa una mala sensación se esfuma, solo por una mirada, una que queda fija en la tuya, una mirada más hermosa que la más grande luna sobre un cielo despejado, una que solo te trae paz, tranquilidad y armonía, donde quisieras refugiarte cada vez que esos pensamientos que anudan la garganta y parten el corazón llegan a tu mente, una mirada tan fácil de leer pero tan profunda para entender, aquella donde quisiera perderme cada instante de mi vida.
No nos atrevimos a decir ninguna palabra, solo estábamos ahí, en el suelo con nuestras miradas fijas y sentí por un instante que el tiempo se detuvo, acaricio mi mejilla varias veces y yo solo estaba ahí, la mitad de mi cuerpo sobre sus piernas y la otra mitad en el suelo, estaba en algún tipo de trance, sabía que aquello estaba mal pero era la mejor sensación que había tenido en muchísimo tiempo.
-¿Anne? ¿Mateo?- Escuchamos desde abajo
Rápidamente me puse de pie y baje las escaleras sin asegurarme si Mateo venía detrás de mi o no.
Pablo estaba en la cocina.
-Tienes que dejar tu obsesión con los pinos, te alejas de la realidad cada vez que vez un bosque- Me dijo mientras me abrazaba por la cintura y me daba un suave beso en la frente.
Solo sonreí.
Fuimos afuera y conversamos un rato con los demás muchachos, al cabo de un rato Mateo se unió a nosotros; intenté actuar "normal" o de una manera que no levantara sospechas pero me sentía muy nerviosa y aun mas cuando Mateo estaba cerca.
Pasamos un buen rato todos juntos, yo conversaba con los muchachos mientras Pablo y Mateo se ocupaban de la parrilla, note a Mateo muy tranquilo, sin ninguna preocupación ni nervios cosa que me relajo un poco y después de un rato ya no le daba importancia pero ya se estaba haciendo muy tarde y el sueter de Pablo ya no era suficiente para la baja temperatura de esa noche, así que decidí ir a dormir.
-¿Mi amor, donde vamos a dormir? Ya estoy cansada- Le dije a Pablo en la primera oportunidad que tuve
-Mateo te dirá donde podrás descansar, buenas noches muñeca- Me dijo dándome un abrazo fuerte luego de hacerle señas a Mateo.
-¿Te espero? Quiero que tus abrazos sean los que me abriguen esta noche- contesté devolviéndole el abrazo tan fuerte como pude.
Me sentía baja de ánimo y algo triste, quería que estuviese conmigo hasta que lograra conciliar el sueño, que su sonrisa fuese lo último que viera ese día.
-No amor, tu descansa, yo estaré aquí con los muchachos un rato mas- seguido de un suave y perfecto beso en mis labios. ¡Como amaba esos besos!
-¡Hey!- me detuvo por el brazo y me acercó a él -Intenta no asesinarlo, me he dado cuenta que lo observas como aquel camarero que nos atendió mal en el restaurante de comida china- me dijo susurrándome al oído.
-Tranquilo, me contendré- le dije entre risas y luego le di un beso en la mejilla.
Mateo esperándome en la puerta sin dirigirme ni una palabra ni una mirada hizo un gesto para que entrara delante de él, caminaba fastidiada, no sabía a dónde debía ir.
-Ve adelante- Le dije mientras daba un paso a un lado para que pudiese pasar.
Sin decirme nada siguió su camino. Subimos hasta el tercer piso, había dos habitaciones y me llevo a la que estaba más cerca de las escaleras
-Aquí duermes tu, ya Pablo trajo tu maleta hace rato, allá queda el baño- Dijo en un tono serio y frío.
-¿Duermes? ¿Pablo no va a venir?- Pregunté un poco desilusionada.
-¿De verdad crees que el si quiera dormirá esta noche? En realidad no creo que ninguno lo haga ¿y tú qué esperas, que deje de pasar un buen rato con nosotros para venir a dormir contigo? ¡Qué ilusa eres!- Me dijo casi regañándome
-No, no espero que venga conmigo si la está pasando tan bien y no me interesa que es lo que te tenga tan molesto pero no te desquites conmigo- Le dije molesta abriendo la puerta para entrar a la habitación.
Iba entrando cuando sentí que me tomaba por el brazo y me halaba con fuerza hacia él, quedando a pocos centímetros de distancia.
-¡Tu eres lo que me molesta! ¡Tú forma de ser, de hablar, de caminar! ¡Tú!- me dijo casi susurrándome, intentando contener su rabia mientras me sostenía fuerte por los hombros.
-Esto ya se te está yendo de las manos, por ser novia de tu amigo no tienes porque odiarme, no me molesta que esté con ustedes, pero él es quien decide qué hacer y con quien- intente dar un paso atrás, pero me sostenía tan fuerte que no podía moverme.
Podía ver poco ya que no había ningún tipo de iluminación en ese piso, pero la luz de la luna entraba por una pequeña ventana y tan suave como neblina iluminaba un poco de lo que quería ver: En la mitad de su rostro se podía leer rabia, impotencia y dulzura; no tenía muy claro que tan bueno o malo podría ser ese tipo de mezcla de emociones, lo cierto es que no podía quitar mi mirada de su rostro, por miedo tal vez o porque simplemente tenía una inmensa curiosidad de saber que era lo que realmente pensaba y sentía.
Cerró sus ojos y puso su frente contra la mía, suspiró y la expresión en su cara se esfumó, no sabía si seguía molesto, pero tampoco se le veía tranquilo, se le veía muy neutral. Esperaba que de repente me gritara o decidiera soltarme e irse, sentía miedo y curiosidad, también estaba molesta por lo que me había dicho pero la intriga de cada segundo que pasaba era más fuerte.
-Débil y frágil, débil y frágil- Empezó a susurrar de manera casi audible luego de unos segundos.
Aun tenía sus ojos cerrados y su mentón a pocos centímetros del mío, por un momento pensé que pudo llegar a besarme, pero solo se quedaba ahí, inmóvil, repitiendo esas palabras, de repente se separo de mi lentamente apartando sus manos de mi con suavidad.
-Buenas noches Anne- dijo antes de dar media vuelta y bajar.
¡¿Pero qué tipo de problemas mentales tenía ese chico?! ¿Y de que me preocupo? Si no quiere darme respuestas no voy a insistir a que lo haga, no me incumbe lo que esté pasando por su cabeza.
No sé porque aun tenia la vaga esperanza de que Pablo viniera a darme un beso de buenas noches, un abrazo, o solo asomarse para saber si estaba ahí, pero lo que Mateo había dicho rondaba por mi cabeza "¿y tú qué esperas, que deje de pasar un buen rato con nosotros para venir a dormir contigo?", no quería que lo hiciera, pero sentía como si me hubiese hecho a un lado, esperaba que el me acompañara a mi habitación y sentir sus brazos cubriendo mi cuerpo en un cálido abrazo.
Pude dormir toda la noche pero las pesadillas eran recurrentes, una tras otra; desperté sobre saltada, asustada y al borde del llanto, aun no había salido el sol y con la poca luz que lograba colarse entre las persianas vi a Pablo, me alegre mucho al darme cuenta que estaba ahí a mi lado.
-Tranquila mi amor, solo era una pesadilla- mientras acariciaba mi mejilla
-Lo sé, amor- y le di un beso en la palma de su mano - ¿Te quedaras conmigo?-
Me hacía mucha ilusión poder dormir a su lado, escuchar los latidos de su corazón, sentir su calor, respirar en su cuello mientras dormimos, esa sensación de despertar y verlo ahí a mi lado.
-No princesa, vine a ver como estabas, ya tengo que bajar me están esperando- Me dijo mientras se levantaba.
-Que te vaya bien- Le respondí desilusionada, volteándome para quedar de espaldas a el
Escuche cuando cerró la puerta, me cubrí totalmente con la manta y cerré los ojos intentando dormir, a los pocos segundos me inundo un sentimiento fuerte, una tristeza profunda y una lágrima cayó sobre aquella blanca almohada que tanto anhelaba compartir.
*
Me despertó la terrible sensación de ser perseguida y no poder correr, de saber que en cualquier momento podrían atraparme y no poder defenderme contra aquello que me quería; de nuevo otra pesadilla, ya me estaba acostumbrando a despertar unas dos veces debido a malos sueños.
Estaba empezando a amanecer y no le vi sentido a volver a dormir por lo que decidí tomar un rápido baño. Me coloque una franela color blanco con un suéter gris, un pantalón de jean y zapatos deportivos negros, así era como me sentía más cómoda.
Al llegar al recibidor me di cuenta que todos estaban dormidos sobre el sofá y unas pequeñas sillas del mismo material, supuse que no llevaban mucho tiempo y no quise despertar a ninguno, decidí buscar algo para desayunar, encontré huevos y rebanadas de pan, prepare suficientes huevos revueltos para todos al igual que pan tostado, exprimí varias naranjas que encontré en un saco a un lado de la mesa, un desayuno de 20 minutos para 6 personas.
Luego de lavar mi plato volví al recibidor y todos estaban dormidos aun y como no supe que hacer, subí las escaleras esperando a que se me ocurriera algo, recordé que traía mi cámara y fui a buscarla, tenía un sueño frustrado de ser fotógrafa. Fui afuera buscando algo que pudiese captar mi interés y el foco de mi cámara; Salí por el patio y a mas de 50 metros había un enorme bosque y me adentre en él; no fui lo suficientemente lejos como para perderme, habían cosas hermosas para fotografiar, estaba enfocando una bellísima flor de color azul cielo hasta que escuche un chillido que me asusto mucho, me puse de pie rápidamente, girando lentamente buscando que tan amenazante era lo que sea que estuviese haciendo ese ruido y lo encontré, dos pequeños lobos jugando entre ellos, uno de color marrón y blanco y el otro gris y blanco, no los tome como amenaza, al contrario, al verlos en mi rostro se dibujo una sonrisa enorme, me senté en las hojas secas y desde esa distancia (aproximadamente unos 7 metros) decidí fotografiarlos. Olvide desactivarle el flash por lo que con la primera toma se dieron cuenta que no estaban solos, se acercaron hacia mí, con pasos lentos pero se sentían muy amenazante, un frio electrizante corrió en un milisegundo desde mi cabeza, por mi columna perdiéndose al final de esta, coloque mi cámara a un lado y mis manos sobre mis rodillas, al acercarse lo suficiente, caminaron por unos segundos alrededor de mi; el que tenia pelaje gris se acerco a mi curioso, olfateando mi mano y luego empezó a dar pequeñas lengüetadas seguido por el otro en mi mano libre, al ver esto me relajé y sonreí igual que hacía unos minutos atrás, acaricie sus cabezas y lomos y tome otras fotografías pero en un momento ambos alzaron sus cabezas con la vista fija en algo a lo lejos y se fueron corriendo, adentrándose en el bosque.
-¡Anne! ¡Anne!- Escuché a lo lejos
Sonaba preocupado y agitado, tomé mi cámara, me puse de pie y gire para ver quién era.
-¿Siempre tienes que arruinar los momentos que mas disfruto?- Le dije antes de que pudiese reclamarme
-¿Cómo te vas a ir así? ¡¿Estás loca?! No se sabe que te pueda pasar o que te puedas hacer- Me dijo con respiración agitada y muy alterado.
-¡¿Qué?! ¿Acaso me crees alguna clase de suicida, Mateo?- De nuevo otras acusaciones ridículas.
Cerró sus ojos y tomo aire profundamente intentando calmarse
-¿Pablo no te ha dicho?-
-no, ¿Hay algo que deba saber?- Le pregunte muy confundida, ¿Por qué Pablo debería decirme algo?
-No soy yo quien deba decírtelo, pero ya es tiempo de que lo sepas. Eres depresiva- sin quitar su mirada de mí
-¡¿Qué?! ¡Pero qué ridiculeces dices! Claro que no lo soy, además, si fuese verdad tienes que aprender a dar malas noticias- Estaba furiosa
-Es cierto, Ramón nos lo dijo anoche, y ¿Por qué no creerle? Tenemos motivos suficientes para no dudar de el- Dijo muy calmado
Empecé a dudar por la manera en que lo dijo, ¿esa pudo haber sido la mala noticia que me había dicho Ramón la tarde anterior? Tenía mucha razón en cuanto a que no hay motivos para dudar de él y ¿quien mejor para saberlo?
-¿Alguna vez has intentado acabar con tu vida o ponerla en peligro?- me pregunto acercándose un paso
*Flashback*
No puedo conciliar el sueño por más que lo intente, siento que me quemo por dentro, que me arrancan el corazón en carne viva, necesito olvidarme de todo esto... un momento... mi neurólogo me receto aquellas pastillas para dormir, aunque... ya una no hace efecto, tres? No no no, quizás tres no me hagan nada tampoco... 9, quizás estas me hagan dormir o tal vez no sea dormir lo que realmente estoy buscando.
*Fin del flashback*
Mis ojos se inundaron al recordar aquello y la mezcla de sentimientos anudo mi garganta que en pocos minutos me hizo romper en llanto. Caí sobre mis rodillas y con ambas manos cubrí mi rostro mientras las lágrimas no paraban de bajar y en mi pecho comenzaba a sentir una presión que, desde aquel día, no había sentido.
Mateo solo se arrodillo frente a mí y me rodeó con sus brazos después de colocarme su suéter sobre mis hombros.
Al cabo de no mucho tiempo escuche las pisadas de alguien que se acercaba corriendo y Mateo se alejó
-¿Qué le paso?- Pregunto Pablo a Mateo mientras se acomodaba a mi lado.
-Ya lo sabe- Contestó casi susurrando
Era un recuerdo que había decidido reprimir, esa noche, una de las más largas que había vivido, era tan dolorosa que me desplomaba con solo recordarlo, aquella noche en la que mas estaba decidida a hacerme daño, no como para suicidarme, pero si pretendía que algo pasara.
No era realmente el enterarme de lo que padecía porque ya lo veía venir y sé que se puede controlar, era el recuerdo, aquel recuerdo lo que me destrozaba poco a poco por dentro.
Pablo me tomó en sus brazos y me cargó hasta la casa, en el camino empecé a calmarme y mi llanto se convirtió en algunos sollozos hasta que se convirtió solo en una respiración acelerada.
Al llegar al patio me bajó cuidadosamente en una de las sillas y se sentó frente a mí en otra, tomándome de las manos y besándolas cada poco sin quitar su mirada de mi rostro, se notaba muy preocupado.
-Tranquilo, ya estoy bien, me conoces y sabes que ese tipo de cosas no pasa por mucho tiempo- le dije intentando tranquilizarlo
Mateo llego unos cuantos pasos después de nosotros y colocó la cámara sobre la mesa
-Voy a prepararte algo para que te calmes- me dijo mientras estaba de pie detrás de Pablo con cara de "de nuevo" yo solo le sonreí.
No tardó mucho y cuando llego los tres iniciamos una conversación que luego de un momento ya era algo muy divertido y espontaneo.
-¿Y los demás?- Pregunte luego de darme cuenta que ya había pasado mucho tiempo y no los había visto de nuevo
-Se fueron luego de desayunar, dijeron que tenían que hacer algo importante- me contesto Pablo- Por cierto, muy rico, gracias mi amor.
-Gracias- Dijo Mateo con una media sonrisa luego de que Pablo calló
Me sentí un poco somnolienta, supongo que fue por el té pero la estábamos pasando tan bien que no quise irme hasta que me quede dormida sobre la silla.
Volví a tener otro sueño, pero éste era diferente, no era una pesadilla, tampoco era algo feliz, era muy extraño; estaba en el claro de un bosque, un claro gigante no había sol pero tampoco llovía y a la misma distancia pero en direcciones diferentes se encontraban Mateo y Pablo, éste ultimo corría hacia mí pero sentía que mientras más cerca estaba mas estaba en peligro así que corría hacia Mateo, este no se movía, no se acercaba pero tampoco se alejaba y aunque corría lo mas que podía no lo alcanzaba, era como esas ventanas al final del pasillo que quiere alcanzar el protagonista de una película de terror.
Desperté sobre el sofá de la sala con una pequeña manta verde abrigándome. Supongo que ya había pasado de medio día aunque el cielo estaba totalmente nublado, desde donde estaba podía ver una pequeña sección del patio desde la puerta que habían dejado abierta, no lograba ver a ninguno, pero escuchaba algunas palabras que no podía entender y risas entre ellas.
Fui a la cocina a tomar agua, cuando volví doble la manta y me dirigí hacia el patio. No supe cómo reaccionar cuando vi a una chica sentada en medio de los chicos, lucía un short de mezclilla que dejaba al descubierto sus piernas largas con unos zapatos deportivos color negro y una franela del mismo color, su tez era blanca como una hoja de papel y llevaba su cabello castaño claro recogido en una cola de caballo, era notablemente a quien elegirían como ganadora en un concurso de belleza.
-Hola- Me limite a decir con una expresión de sorpresa y a la vez de curiosidad.
Todos dirigieron su mirada hacia mí, el rostro de Mateo mostraba nerviosismo, Pablo sonreía incómodamente y aquella chica solo me observaba sin ningún tipo de expresión, lo que me hizo pensar que la llegada de esa nueva persona influía directamente en mí.
Tomé el asiento vacío al lado de Pablo, pero Mateo ya comenzaba a incomodarme con su manera de mirarme, parecía que esperara a que una bomba nuclear estallara.
-Mi amor ella es...- dudo un momento- ella es Carol- termino la frase rápidamente, como cuando le das una mala noticia a alguien.
Carol era la ex novia de Pablo, no la había visto antes pero las referencias que tenia de ella era por los amigos de él, según sus historias era una chica muy impulsiva y no hacía nada para intentar controlarlo, tanto que una vez quemo en la puerta de su casa todas las tarjetas y regalos que le había dado solo porque no contestaba su celular, también supe que fue la primera persona a la que él quiso de verdad y la primera en presentar como su pareja a su familia. Pero todo eso eran cosas del pasado, no tienen porque intervenir en el ahora, no se puede juzgar a una persona por lo que hizo o dejo de hacer.
-Hola, me llamo Anne, mucho gusto- le dije estrechándole mi mano.
-¡Hola, colega!- me estrecho la mano y sin quitarme la mirada sonrió de una manera muy incomoda
Sabía perfectamente a lo que se refería, el que ella haya sido pareja de mi actual novio no nos convierte en "colegas" además, no teníamos suficiente confianza para bromear de esa manera, fue algo que me incomodó mucho, pero decidí ignorarlo.
La mayor parte del tiempo hablaban solo Carol y Pablo, mientras yo intentaba relajarme de la ira que me daba ver que me estaba ignorando por hablar con ella, si, supongo que estaba celosa, pero ¿tenía motivos no? No fuese algo tan importante si la manera de actuar de Carol no fuese tan... Excéntrica, sentía que intentaba llamar la atención, riendo de forma estruendosa o haciendo movimientos bruscos, no fue muy buena mi primera impresión hacia ella.
Después de unos minutos me aburrí de sentirme ignorada ya que no le prestaban mucha atención a lo que decía o se limitaban a medio sonreír, decidí entrar de nuevo ya estaba lo suficientemente molesta como para estar otro minuto allí.
No sé si se dieron cuenta cuando me puse de pie, supongo que estaban muy ocupados en su nueva charla, que ni notaron cuando tome mi cámara y fui a sentarme en el último escalón. Pasaba de foto en foto todas las que había tomado ese día hasta llegar a las de los pequeños lobos, sonreí al recordar ese momento, me sentí tan feliz, eran solo dos pequeñas y adorables criaturas, jugando entre ellos y acercándose a mí de vez en cuando, y tal como en aquel momento, mi felicidad se vio opacada por esa misma presencia.
-¿Por qué te fuiste?- me preguntó mientras se sentaba a mi lado
-mmm, no sé, quizás porque estaban como hipnotizados con Carol que no escuchaban lo que decía, no quiero estar en un lugar donde me ignoren, Mateo- contesté con algo de antipatía sin quitar mi mirada de la cámara.
-Tienes toda la razón de estar molesta, pero vamos, no quiero que estés sola ni que te sientas mal-
-¿Y cuando te empezó a importar como me siento? Y pensándolo bien ¿Por qué viniste tú? ¿Pablo aun no ha salido de su shock con ella?- ahora le hablaba mirándolo directamente a los ojos
Sentía como la temperatura subía a mi cabeza al mismo tiempo que la rabia, la persona que quería que me pidiera que volviera no era la que estaba a mi lado en ese momento, no sabía que estaban hablando tampoco porque no me había seguido.
Respiré profundo e intente calmarme, eran ideas tontas que me imaginaba por la rabia de ese momento.
-Está bien, vamos- Le dije poniéndome de pie e intentando bajar las escaleras lo más natural posible.
Al llegar afuera vi algo que me derrumbo en mil pedazos. Pablo y Carol hablaban con poca distancia entre sus labios mientras el descansaba su mano sobre la pierna de la chica. Aun sentían algo por el otro, era muy evidente, mis ojos se inundaron en lágrimas mientras sentía que mi mundo se derrumbaba y que me prendían en fuego por dentro.
Me di media vuelta y con poca visibilidad corrí escaleras arriba, mientras pasaba al lado de Mateo que intento detenerme sin éxito, al llegar al último piso recordé aquella terraza que tanto me había gustado, entre y cerré la puerta de modo que nadie más pudiese pasar.
No podía creer lo que estaba sucediendo, la persona con la que estaba decidida a vivir el resto de mis días había decidido cambiar los planes tan fácilmente, me senté en el suelo en una de las esquinas y por mi mente pasaban todas esas promesas y esos momentos que juramos jamás olvidar pero de todo eso ya quedaban sentimientos rotos y palabras vacías, rompí en llanto, me dolía en lo más profundo, como una puñalada en carne viva al corazón.
No paso mucho tiempo cuando escuche que intentaban abrir la puerta al no poder tocaron insistentemente gritando mi nombre
-¡Anne! ¡Abre la puerta!- repetía mientras intentaba abrir, se escuchaba realmente preocupado.
No quería estar con nadie, quería que todo aquel sentimiento acabara y una idea fugaz cruzo mi mente, me puse de pie y mire por el borde, no era tan alto, me alcanzaba por un poco más arriba del ombligo pero fácilmente podría saltarlo.
-¡Anne por favor, no te hagas daño!- decía ya desesperado y con la voz casi entre cortada
Lo pensé un momento, pero luego supe que no tenía sentido alguno, solo iba a ocasionar más problemas y no le haría ningún bien a nadie, di unos pasos atrás hasta encontrarme con la pared y me apoye en ella, ya no tenía ganas de llorar, solo sentía un vacio interminable en mi interior, me cruce de brazos, cerré mis ojos y agache mi cabeza.
Escuche un estruendo, como una puerta que habían forzado a abrir, levante mi cabeza y en el borde, de espaldas a mí se encontraba Mateo, con sus manos en la cabeza, como si no hubiese podido evitar algo. No quise mencionar alguna palabra, solo quería que se fuera sin que se diera cuenta que seguía allí, pero al darse vuelta y verme allí su expresión se torno de alivio y corrió hacia mí y me sostuvo por los hombros, tan fuerte como podía yo aguantar.
-¡Jamás me vuelvas a asustar de esa manera!- me dijo casi susurrándome pero intentando contener su rabia.
Nuestras miradas quedaron fijas al igual que el "incidente" pasado, soltó mis hombros para tomar suavemente mi cara entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares. En ese momento se mezclaron mis sentimientos, no estaba exactamente segura de lo que estaba pasando en mi cabeza, solo cerré mis ojos y no pretendía evitar algo de lo que podría llegar a suceder en ese momento.
Me sentía tranquila, pero no feliz, sentía atracción por Mateo pero no se comparaba a lo que sentía por Pablo, aunque, ya era obvio que él había tomado su decisión en cuanto a con quien quería estar. Nos quedamos inmóviles durante un rato, hasta que escuchamos estruendos en el cielo y el viento comenzó a soplar fuerte, se acercaba una tormenta y una de las grandes, Mateo me tomo por la cintura y me ayudo a entrar de nuevo a la casa.
-¿Quieres bajar?- me pregunto con una expresión de preocupación.
Cerré mis ojos y tome un gran suspiro mientras me apoyaba de espaldas sobre la pared.
-En algún momento tendré que enfrentarlo y prefiero que sea lo antes posible- y agache mi mirada, sabiendo que iba a ser algo muy doloroso.
Se acerco a mí y con una mano subió mi rostro.
-Eres muy débil y frágil, intentas ser fuerte pero no lo logras, siempre terminas derrumbándote, pero no dejare que te quiebres de nuevo, no puedo verte así- decía mientras se acercaba lentamente hacia mí, hasta que nuestros labios quedaran solo a pocos milímetros, esta vez no lo pensó mucho y se acerco lo suficiente para que nuestros labios se tocaran tímidamente en un suave beso, uno que hizo que mi tristeza se ocultara en algún rincón oscuro solo para disfrutar de ese momento. Me tomó de la cintura con ambos brazos y me apretó hacia él al mismo tiempo que sus besos se iban haciendo más intensos, y yo recorrí su cuello con mis brazos llevándolo más hacia mí, era un momento perfecto, algo mágico e irreal, era algo que en mucho tiempo no lograba sentir, el sentimiento de un beso verdadero.
Nos separamos cuando sentimos que nos faltaba el aire, no nos dirigimos una sola palabra, puso su frente contra la mía y me regalo una maravillosa sonrisa que me hizo brotar una automáticamente.
Escuchamos el motor de un auto encendiéndose y haciendo un terrible ruido al arrancar, me asuste mucho y baje las escaleras corriendo. Al llegar al patio no había nadie, ni Carol, ni Pablo ni su auto estaban, solo el de ella, y los sentimientos que había guardado hace un rato, volvieron a surgir, quebrándome instantáneamente y poniéndome de rodillas en el suelo; la tormenta se acercaba más y ahora, aparte del fuerte viento, caía granizo, pero en ese momento no le preste mucha atención no importa que tan grandes fueran aquellas partículas de hielo, solo me quede ahí mirando a la nada con mis mejillas empapadas en lagrimas, con una leve esperanza a que regresara por mí, solo por mí.
Mateo me tomo en sus brazos y cargándome como pudo me llevo dentro, dejándome con suavidad en el sofá, mientras me abrazaba sin decir una sola palabra, solo que sintiera que él estaría allí, me recostó en su regazo mientras jugaba con mi cabello y tarareaba "Fix You" de Coldplay. Al cabo de un rato me tranquilicé y me di cuenta que muchas de sus cosas quedaron bajo la tormenta.
-¡Tus cosas siguen afuera!- dije preocupada
-no importan- me respondió muy calmado aun jugando con mi cabello
-¿Cómo que no importan? Si actuabas como si fuese lo único importante- mientras me giraba para quedar hacia arriba.
-Ya no, no iba a perder el único minuto que tenía para salvar algo en lo que realmente no tiene un significado para mí- y me acaricio la mejilla mientras en su rostro se dibuja una hermosa media sonrisa.
-Gracias- le respondí devolviéndole la sonrisa.
Casi instantáneamente cayó sobre mi un sentimiento agotador y de cansancio y allí mismo, entre los brazos de Mateo, sintiéndome protegida y, por los momentos, tranquila, caí en un profundo y largo sueño.
L.
Epílogo.
Mateo.
Al verla correr hacia el piso de arriba supe que algo estaba muy mal, me asomé al patio y vi como Carol y Pablo juntaban sus labios en un apasionado beso, la ira me invadió pero no iba a enfrentarlos en ese momento, ¡tenía que cuidar a Anne! Así que la seguí y al llegar a las escaleras que conectaban al primer piso con el segundo escuché como se cerraba una puerta de golpe, me asuste muchísimo, sabía que estaba en la terraza y allí podría hacerse daño si lo quisiera, no quería que le pasara nada, corrí escaleras arriba.
-¡Anne! ¡Abre la puerta!- Llame a la puerta y grite lo más fuerte que pude.
No abría ni contestaba y cada vez me preocupaba mas. Pensaba en lo que podría ocurrir si llegara a sucederle algo, no quería que todo acaba de esa manera, quería cuidarla hasta el día que me lo permitiera; estos recuerdos me desesperaron mas junto con la falta de alguna respuesta de su parte.
-¡Anne por favor, no te hagas daño!- le implore sintiendo un leve nudo en mi garganta al imaginar todo lo que pudiese pasar.
Seguí golpeando la puerta unos segundos antes de que una idea viniera a mi mente, retrocedí unos pasos y de una patada la abrí, al no verla me asusté y fui al borde no podía ver nada hacia abajo debido a que ya estaba oscureciendo pero supuse que lo había hecho, que había llegado tarde para detenerla y sucedió lo que tanto estaba tratando de evitar.
No tenía planeado que hacer, me di la vuelta para volver a entrar a la casa cuando mi corazón dio un suspiro de tranquilidad, allí estaba, apoyada contra la pared, con su mirada fija en mí, me acerque y la tome por los hombros
-¡Jamás me vuelvas a asustar de esa manera!- le dije de una manera casi audible, conteniendo mi rabia.
Y por supuesto que estaba molesto, pero me alegraba que estuviese bien. Nuestras miradas quedaron fijas, me perdí en sus ojos café, en una mirada tan perfecta como una nueva estrella y tan suave como la niebla a las primeras horas de la mañana; tomé su rostro, tenía una piel como el algodón, tan perfecta, acariciaba sus mejillas mientras luchaba con las ganas de besarla, sus perfectos labios rosados llamaban a los míos y yo no quería resistirme, quería darle el mejor beso que pudiera sentir en su vida, pero aun estaba Pablo que a pesar de todo seguía siendo mi amigo.
Se escucho a lo lejos un estruendo, el relámpago que anunciaba la llegada de una tormenta junto con la fuerza del viento que se fue intensificando, la saque de allí y cerré la puerta.
Quedamos en el pasillo justo en el tope de la escalera.
-¿Quieres bajar?- le pregunte esperando alguna mala reacción, pero solo suspiro y se apoyo de espaldas a la pared.
-En algún momento tendré que enfrentarlo y prefiero que sea lo antes posible- dijo agachando su mirada en un gesto de tristeza.
-Eres muy débil y frágil, intentas ser fuerte pero no lo logras, siempre terminas derrumbándote, pero no dejare que te quiebres de nuevo, no puedo verte así- mientras tomaba su mentón para que su mirada volviera a encontrarse con la mía.
Me acerque tanto que nuestros labios quedaron a pocos milímetros, pero esta vez no pude controlar mis impulsos por mucho tiempo e hice que se unieran nuestros labios en un beso que me hizo electrizar hasta la célula más pequeña de mi cuerpo, la tomé de la cintura apretándola hacia mi haciendo que ella rodeara mi cuello con sus brazos y me acercara hacia ella, nuestros besos se intensificaron y cada vez me hacían perder más la cabeza, yo solo quería seguir besándola hasta acabar nuestros labios, pero las leyes de la anatomía nos hizo separarnos un momento para tomar aire.
No dije nada y ella tampoco, solo nos mirábamos fijamente y sonreíamos hasta que escuchamos el motor de un carro arrancando ruidosamente, Anne corrió escaleras abajo, mientras yo intentaba recuperarme un poco de lo que había pasado, tome aire profundamente estabilizándome y bajé hasta el recibidor, al no verla allí me asome a la puerta que daba hacia el patio, la encontré de rodillas en el suelo, destrozada; sentí que algo cayó del cielo cerca de mí y al ver más de cerca me di cuenta que era una partícula de hielo y en cuestión de segundos comenzó a llover granizo de una manera que no había visto antes, corrí hacia Anne, la tome entre mis brazos y la lleve dentro, antes de que pudiera hacerse daño. Me senté junto a ella en el sofá y la acomode en mi regazo, ya no lloraba pero tenía una expresión muy triste, me desanimo mucho verla de esa manera y sin decir nada aun comencé a jugar con su cabello y tararear "fix you" de Coldplay intentando subir su animo, de vez en cuando volvia su mirada a mi para regalarme una medio sonrisa pero justo después volvia a su expresión de tristeza y a dejar su mirada fija en la nada. De repente abrió sus ojos y se le notaba preocupada
-¡Tus cosas siguen afuera!- me dijo
-no importan- respondi aun jugando con su cabello.
-¿Cómo que no importan? Si actuabas como si fuese lo único importante- y se giro para quedar hacia arriba
-Ya no, no iba a perder el único minuto que tenía para salvar algo en lo que realmente no tiene un significado para mí- acaricie su rostro dándome cuenta que si era lo único que realmente quería salvar, no importaban las demás cosas, el poco tiempo que tuviese para poner a algo a salvo, seria a ella.
-Gracias- me respondió regalándome una hermosa sonrisa.
Luego de pocos minutos, cerró sus ojos para caer en un profundo sueño, y me encantaba que estuviese ahí conmigo, a salvo, era todo lo que quería.
"Si estuvieses en un incendio y solo 60 segundos para escapar, ¿Qué te llevarías?"
Las vacaciones pasadas mi novio y yo decidimos aventurarnos en un viaje donde, supuestamente, no teníamos rumbo fijo, empacamos nuestras maletas y lo que pensamos que era más importante.
-Te tengo una sorpresa- Me dijo Pablo tomándome de la mano mientras arrancaba.
Me emocioné mucho, desde hace tiempo había esperado este viaje, el parque natural local era un lugar que me encantaba, nunca había acampado allí pero moría por hacerlo; tenía un bosque de pinos y un lago casi transparente, el lugar ideal para mí.
Mis mariposas en el estomago se hacían cada vez más intensas cuando me daba cuenta de el camino que estábamos tomando, que era el mismo que aquel parque. No paraba de hablar, estaba tan emocionada y nerviosa que decía cualquier cosa, tuviese sentido o no.
A pocos metros de la entrada a aquel lugar tan anhelado estaba el único cruce en todo el camino, no me percate que podría tomar ese camino, mi emoción era tan grande que me derrumbe al darme cuenta que era ese el camino que tomábamos, pensé que las dos horas de camino iban a valer la pena.
-¿A donde vamos?- Le pregunte un poco desilusionada.
-Ya verás- me dijo antes de sonreírme.
No avanzamos mucho por un camino de tierra y llegamos a una casa... extraña, era completamente rectangular y con pisos suficientes como para no poder contarlos desde el suelo.
-Aquí estamos amor, esta es la sorpresa. Pasaremos un fin de semana aquí, alejado de todo- Luego me dio un beso en la mejilla. Yo sonreí a medias.
-¿Cómo supiste de este lugar? Se ve muy solo- Estaba muy intrigada.
-Es de Mateo, ¿recuerdas?- Me dijo bajándose del auto.
-No realmente, ¿lo conocí o solo me hablaste de él?-
-Fuimos compañeros en bachillerato-
-No, nunca conocí a las personas de ese momento de tu vida-
-Pensé que te lo había presentado, en un rato lo conoces-
Pablo no era bueno dando sorpresas, estaba segura que me quería más que a otra cosa en el mundo pero muchas veces no hacia lo que me esperaba. Ya había estado enviándole indirectas como dejar algunos folletos del parque sobre la mesa o comentarle lo mucho que me gustan los pinos.
Tocamos el timbre pero nadie abrió e intentamos de nuevo obteniendo el mismo resultado decidimos rodear la casa buscando a alguien, fui por un lado y Pablo buscó por el otro. Llegué a la esquina esperando encontrar a alguien allí pero estaba solo (cabe destacar que la entrada principal quedaba en uno de los lados más largos del "rectángulo"). Al girarme para buscar a Pablo (me asustaba estar ahí sola) me topé con un muchacho alto de ojos ámbar y cabello claro, vestía de forma muy casual: unos jeans, botas deportivas y un sweater con bolsillos donde tenía sus manos, me asusté y por consecuente grité.
-¡Cállate! Van a pensar que te estoy lastimando- Me dijo con un tono pedante.
-Suficiente tengo con que me asustes de esa manera-
-Mujeres... Soy Mateo, amigo de tu novio- Dibujando una media sonrisa de burla
-Anne, novia de tu amigo- Y le estreché mi mano
Observó mi gesto y sin sacar sus manos de los bolsillos ni decirme una sola palabra tomó el camino que llevaba hacia la parte de atrás de la casa gritándome un ¿vienes o no?, de mala gana dí media vuelta y lo seguí. Mi primera impresión hacia él fue muy mala y estaba decidida a pasar el resto de mi estadía lo más alejada posible.
Llegamos al patio donde habían 3 hombres (5 contando a Pablo y Mateo) sentados en unas sillas de jardín ordenadas alrededor de una mesa redonda de madera donde habían botellas de whisky y pasabocas, situada bajo una sombrilla de jardín inmensa no muy lejos de la puerta trasera de la casa.
-No la asustes así de nuevo, es muy nerviosa- Le dijo Pablo a Mateo de una manera amigable y levantándose y dándome un abrazo- Supongo que ya se conocieron-
-Si, ya tuve el placer- Respondí con sarcasmo
Mateo solo asintió con la cabeza dejando ver esa sonrisa burlona de hace un rato.
Me presentó a sus amigos y me senté junto a él, prácticamente a escuchar sobre lo que hablaban. No se me hacia bien eso de hablar con personas que no conocía o acababa de conocer y pronto empecé a aburrirme ya que no entendía nada. Mateo sentado en frente de mí de vez en cuando dirigía su mirada hacia mí y reía, ¡Se burlaba! Pero no sabía de qué.
-Amor, ¿sabes dónde queda el baño?- Le susurre lo más cerca posible.
-Mateo, ¿Puedes mostrarle donde queda el baño por favor?- Le pidió luego que termine de hablarle.
¡¿Qué?! ¿Acaso no era obvio que no quería acercarme más a él? Ni siquiera volteé a mirarlo, me levanté y fui adentro. Al observar el pequeño recibidor me sentí tranquila, el contraste de colores con la textura y decoración era muy reconfortante.
-¿Es tu casa?- pregunte mientras pasaba mi vista de un lado a otro, perpleja.
-mjum-
-Había olvidado que estaba con un mal educado- le dije quitándome el abrigo y colocándolo en el perchero.
-Al fondo a la izquierda-
Era algo angosta aquella peculiar casa, el recibidor y la cocina estaban divididos por una pared y después de estos había otra sección donde estaban la puerta principal, las escaleras y el baño de invitados; se podría decir que no media más de 6 metros de ancho.
Después de cruzar hacia la siguiente sección y girar hacia donde me dirigía me topé con un disfraz de payaso, no fuese gran cosa si no le tuviese pánico a los disfraces y si la máscara no me recordara a los asesinos en serie de las películas.
¡Me horroricé! Salí corriendo lejos de aquello, me senté en el escalón más alto, cubrí mi cara con mis manos y comencé a llorar incontrolablemente. Supongo que pisé muy fuerte cuando subí la escalera porque no paso mucho tiempo cuando escuché a Mateo a mi lado.
-Tranquila- me repetía dándome suaves palmadas en el hombro.
-¡tu estúpido disfraz de payaso!- fue lo único que pude articular entre dientes después de un momento.
Sentí como se puso de pie y bajo las escaleras y al cabo de unos segundos sonó un golpe, como si hubiesen cerrado algo y luego volvió a donde estaba.
-Problema solucionado- me dijo mientras se sentaba de nuevo a mi lado -¿Tanto te asustan los payasos?-
Respire profundo y secándome las lagrimas le contesté
-No son los payasos, son los disfraces. Odio ver a una persona totalmente disfrazada y aun mas si es con una máscara como esa-
-Vamos, te preparare un té- dijo mientras se levantaba.
Levanté mi mirada hacia él, asombrada.
-No pensé que podías llegar a ser amable-
-no te sorprendas, lo hago para que Pablo no se vaya, le he hecho miles de invitaciones y adivina por quien cancela siempre- me dijo sin voltear a mirarme y con una sonrisa incómodamente sarcástica.
-Yo no tengo la culpa que prefiera pasar su tiempo conmigo- le repliqué mientras me ponía de pie
Me sentía más calmada pero al estar completamente de pie me sentí mareada y perdí el equilibrio, afortunadamente Mateo seguía a mi lado y me sostuvo antes de caer.
-¡Que débil eres! ¿Tengo que ayudarte a bajar también?- Paso su brazo alrededor de mi cintura y me apretó hacia él.
Por primera vez en mucho tiempo sentía que alguien demostraba preocuparse por mí, no era una preocupación real, lo hacía porque Pablo se quedara no porque quisiera que yo estuviese bien, pero aun así era una sensación agradable.
Al llegar al piso de abajo pasamos directamente a la cocina, me ayudo a sentarme y mientras preparaba el té paseaba mi mirada por la cocina, no tenía ningún tipo de adornos y casi todos los electrodomésticos eran de un mismo color y una pequeña mesa de madera con solo dos sillas y una la estaba ocupando yo.
Fije mi mirada en el sillón del recibidor, estaba Pablo mirándome fijamente y sin ninguna expresión en su rostro, caminé hacia él y me senté a su lado.
-Amor pasó algo muy feo, estaba...-
-Yo sé lo que paso- me interrumpió- ¡Te vi en los brazos de Mateo! ¿Acaso me crees pendejo? ¿Así quieres que confíe en ti?- estaba furioso pero no llego a gritarme en ese momento.
-¿De qué estás hablando? Nada pasó como te lo estas imaginando, déjame explicarte-
-¿Explicarme que Anne? ¿Me darás detalles de lo que estaban haciendo allá arriba? ¡Mírate! Si hasta caminas extraño-
-¿De dónde sacas eso?-
-Olvídalo- me dijo mientras salía de la casa hacia el patio trasero.
¡¿Qué acababa de ocurrir?! Me quede sentada, inmóvil, mirando fijamente la alfombra sin ningún tipo de expresión alguna con millones de cosas revueltas en mi cabeza, las lagrimas brotaron automáticamente, no podía creer sus acusaciones ni la manera en que lo hizo y justo en ese momento apareció Mateo.
-Tranquila que solo fue un disfraz, ¡Relájate!- con su tono sarcástico característico.
-Pablo nos vio bajar y lo malinterpreto, no me dejo explicarle y salió- aun tenía mi mirada perdida y una presión en el pecho que aumentaba con el paso de los segundos.
-Ustedes complican todo y lo hacen peor- me entrego la taza a malas y salió.
Pocos segundos pasaron cuando escuché el inicio de una discusión afuera y entró un hombre de estatura mediana, usaba lentes y vestía un poco más formal de lo normal.
-¡Hola! ¿Cómo te sientes?- Me preguntó
-Destrozada- respondí aun sin haberme movido.
Hablamos un rato, sobre cómo me sentía y otras cosas referentes a mí que pensé que solo preguntaba para despejar mi mente, aunque luego de un rato comenzó con unas preguntas muy personales, no me incomodo responderle en realidad. Se llamaba Ramón era el mayor de todos, estaba a punto de graduarse de la universidad.
-Bueno, creo que hemos hablado mucho de ti, ahora te contare algo de mí: Voy a recibir el titulo en Psicología, me graduare con honores ya que soy el tercero de toda la promoción, ya tengo buenas ofertas de trabajo.-
Ya me había calmado un poco, distrayéndome en la conversación que no le encontraba ni sentido ni importancia pero me sirvió para olvidar un poco el acontecimiento reciente.
- ¡Felicitaciones! Qué bueno que te guste tanto tu profesión.-
- Gracias, me gusta ayudar a las personas a que estén emocionalmente estables-
- ¿Lo dices por lo que acaba de pasar? - Sentí como se inundaban mis ojos al recordar tan intensamente lo ocurrido hacía un momento.
-Si, por eso vine a hablar contigo. Todas las preguntas que te hice tienen un significado, no es porque ya no tenía nada sobre que hablar, en esta profesión nos enseñan a ser muy detallista en cuanto a la conducta de las personas y en ti vi algo que no es muy agradable- Me dijo con una expresión que me preocupó.
Sequé mis lágrimas y lo observé con intriga pero justo antes de que pudiese articular alguna palabra entró Pablo, yo estaba sentada de modo en que lo veía de frente.
-Anne, ¿Puedes venir un momento?-
Fije mi mirada en él desde el momento en que entró, su expresión tan fría, tan vacía retorcía la puñalada ya dada en mi corazón.
Olvidé por completo a Ramón y sin quitar mi mirada me levante y lo seguí cuatro pisos más arriba; Solo habían dos puertas, una que claramente se mostraba era de una habitación, y la otra era diferente, un poco más grande, nos dirigimos hacia esa y al cruzarla se podía apreciar un espacio abierto, el cielo nublado se apreciaba de una manera que emanaba tranquilidad y hasta felicidad, quería quedarme en esa terraza por mucho tiempo.
Hacia frio, o al menos para mí, Pablo se quitó la chaqueta, la coloco sobre mis hombros y me abrazo fuertemente. Estaba confundida, aliviada, molesta... tenia mil sensaciones recorriéndome todo el cuerpo que no sabía cómo reaccionar.
-Discúlpame mi amor, Mateo me contó todo, al principio no quería escucharlo porque estaba muy molesto con los dos, hasta intente irme pero le di la oportunidad de que me explicara y sabia que no me estaba mintiendo- Dijo manteniéndome entre sus brazos y apretándome cada vez más fuerte.
-Tranquilo vida mía, lo importante es que ya sabes cómo fue todo- Lo abrace con la misma fuerza.
Con sus manos envolviendo mi cintura me dio un tierno beso en la frente
-Ven, quiero mostrarte algo- me dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba al borde.
-Mira-
Desde allí teníamos la mejor vista hacia el tan anhelado parque, su bosque de pinos y su inmenso lago fue lo que me cautivó una vez mas.
-No pienses que decidí venir solo por pasar el rato con Mateo, sé de lo mucho que te encantan los pinos y estaba seguro que sería una buena sorpresa para ti, además, ya esta oscureciendo.- me dijo antes de besarme en la mejilla.
Y como había dicho antes, no era bueno con las sorpresas, pero aun así recordaba lo que me gustaba y me hacia feliz y eso me alegraba de muchas maneras.
-¡Qué lindo detalle amor! Tu si sabes cómo hacerme sonreír- y recosté mi cabeza sobre su hombro mientras observaba aquel hermoso cuadro frente a mi
Me tomo de la cintura me acerco a él y puso su frente contra la mía, mirándome fijamente con esos espectaculares ojos verdes que me volvían loca cada vez que se encontraban y fijaban con los míos.
-Siempre buscare la manera de que sonrías, preciosa- Y termino su frase con un suave pero muy perfecto beso.
En ese momento, más que nunca, estaba segura que él era el hombre que amaría toda mi vida, a veces me lastimaba pero siempre encontraba la manera de hacerme feliz.
Estábamos a mitad de un abrazo, riendo y hablando de cualquier cosa que se nos ocurriera cuando esa paz y mi momento de plena felicidad se destruyeron en el instante que Mateo abrió la puerta.
-¡Que romántico! - Dijo con una sonrisa falsa y un acento sarcástico - Pablo, ¿Me ayudas con la parrilla? no puedo hacerla funcionar -
-Está bien, ya voy- Respondió dándome un beso en la mejilla y saliendo.
Y ahora estaba sola, con muchas cosas rondando mi mente, era algo que odiaba que pasara, cuando estaba sola siempre tenía ese tipo de pensamientos, felices, aunque los más recurrentes eran los dolorosos y los confusos.
No estaba contenta con muchas cosas en mi vida ni tampoco con las que había hecho o alguna que por miedo o vergüenza había dejado de hacer, quizás si pensara mas todo lo que voy a decir o hacer me iría mejor en las cosas que me proponga, pero si lo pienso por bastante tiempo puede que pierda la oportunidad que se me este presentando y quizás sea una muy buena.
Se me sumaban todo tipo de pensamientos y no estaba prestando atención a mí alrededor hasta que una voz grave me hizo salir de mi "trance"
-¡Hey! ¡HEY! ¿Vas a venir?- Me dijo Mateo esperándome en la puerta y con expresión de fastidio.
-¿Y Pablo?- Pregunté
-Bajó hace un rato, ¿acaso no te diste cuenta? Al ver que no nos seguías me pidió que viniera a buscarte-
-¿Y porque no vino él?-
-Yo que se- Mientras se encogía de hombros
Camine hacia la puerta mientras Mateo la sostenía, podía ser pedante pero también era caballero.
Bajé delante de él y de repente un recuerdo se cruzó por mi mente.
*Flashback*
No ha pasado ni una hora desde que lo conocí y no tengo ni la mínima intención de hablarle, es pedante, grosero, no sé como Pablo puede tener amigos de ese tipo. Desde hace un rato no puede voltear a mirarme porque se burla, ¿Es que acaso tengo cara de payaso? ¿Por qué le causo tanta gracia? Aghh, ¿y de que me preocupo? Puede que estemos aquí tres días pero podre ignorarlo.
*Fin del flashback*
-¿De qué te burlabas cuando estábamos en el patio?- Le dije mientras caminábamos en el angosto pasillo del tercer piso al mismo tiempo que me daba media vuelta para quedar justo en frente de el
-¿Esta tarde?-
-Si-
-Estás loca mujer- Dijo riendo de forma burlona.
-¡Dime!-
-Eres muy débil y frágil, estas tan apegada a el que no te quieres alejar de su lado, son solo dos personas en una relación, no eres una luna orbitando alrededor de él, dale un poco de espacio-
-El que quiera estar con él todo el tiempo no quiere decir que sea débil y frágil, y el no es una especie de planeta tierra para mí, me gusta estar a su lado todas las veces que pueda, no es difícil entenderlo- crucé mis brazos y me apoye de espaldas a la barandilla de que daba hacia la escalera
-¿Qué haces? Pareces una niña malcriada- Dijo entre risas al ver mi reacción.
-¡Vamos ya!- Repliqué molesta mientras caminaba hacia las escaleras.
¿Qué le pasaba? No me conocía tanto para pensar que podía hablar de mí de esa manera, no sabía nada de mí, no podía juzgarme como él quisiera, y a fin de cuentas tampoco era de su incumbencia mi forma de ser con mi novio.
Estaba muy molesta, tanto para no fijarme donde pisaba y terminé resbalándome. De algún modo que no puedo explicar ni entender terminamos en el suelo, el de rodillas y yo entre sus brazos.
Es increíble como en un instante, todo lo que te causa una mala sensación se esfuma, solo por una mirada, una que queda fija en la tuya, una mirada más hermosa que la más grande luna sobre un cielo despejado, una que solo te trae paz, tranquilidad y armonía, donde quisieras refugiarte cada vez que esos pensamientos que anudan la garganta y parten el corazón llegan a tu mente, una mirada tan fácil de leer pero tan profunda para entender, aquella donde quisiera perderme cada instante de mi vida.
No nos atrevimos a decir ninguna palabra, solo estábamos ahí, en el suelo con nuestras miradas fijas y sentí por un instante que el tiempo se detuvo, acaricio mi mejilla varias veces y yo solo estaba ahí, la mitad de mi cuerpo sobre sus piernas y la otra mitad en el suelo, estaba en algún tipo de trance, sabía que aquello estaba mal pero era la mejor sensación que había tenido en muchísimo tiempo.
-¿Anne? ¿Mateo?- Escuchamos desde abajo
Rápidamente me puse de pie y baje las escaleras sin asegurarme si Mateo venía detrás de mi o no.
Pablo estaba en la cocina.
-Tienes que dejar tu obsesión con los pinos, te alejas de la realidad cada vez que vez un bosque- Me dijo mientras me abrazaba por la cintura y me daba un suave beso en la frente.
Solo sonreí.
Fuimos afuera y conversamos un rato con los demás muchachos, al cabo de un rato Mateo se unió a nosotros; intenté actuar "normal" o de una manera que no levantara sospechas pero me sentía muy nerviosa y aun mas cuando Mateo estaba cerca.
Pasamos un buen rato todos juntos, yo conversaba con los muchachos mientras Pablo y Mateo se ocupaban de la parrilla, note a Mateo muy tranquilo, sin ninguna preocupación ni nervios cosa que me relajo un poco y después de un rato ya no le daba importancia pero ya se estaba haciendo muy tarde y el sueter de Pablo ya no era suficiente para la baja temperatura de esa noche, así que decidí ir a dormir.
-¿Mi amor, donde vamos a dormir? Ya estoy cansada- Le dije a Pablo en la primera oportunidad que tuve
-Mateo te dirá donde podrás descansar, buenas noches muñeca- Me dijo dándome un abrazo fuerte luego de hacerle señas a Mateo.
-¿Te espero? Quiero que tus abrazos sean los que me abriguen esta noche- contesté devolviéndole el abrazo tan fuerte como pude.
Me sentía baja de ánimo y algo triste, quería que estuviese conmigo hasta que lograra conciliar el sueño, que su sonrisa fuese lo último que viera ese día.
-No amor, tu descansa, yo estaré aquí con los muchachos un rato mas- seguido de un suave y perfecto beso en mis labios. ¡Como amaba esos besos!
-¡Hey!- me detuvo por el brazo y me acercó a él -Intenta no asesinarlo, me he dado cuenta que lo observas como aquel camarero que nos atendió mal en el restaurante de comida china- me dijo susurrándome al oído.
-Tranquilo, me contendré- le dije entre risas y luego le di un beso en la mejilla.
Mateo esperándome en la puerta sin dirigirme ni una palabra ni una mirada hizo un gesto para que entrara delante de él, caminaba fastidiada, no sabía a dónde debía ir.
-Ve adelante- Le dije mientras daba un paso a un lado para que pudiese pasar.
Sin decirme nada siguió su camino. Subimos hasta el tercer piso, había dos habitaciones y me llevo a la que estaba más cerca de las escaleras
-Aquí duermes tu, ya Pablo trajo tu maleta hace rato, allá queda el baño- Dijo en un tono serio y frío.
-¿Duermes? ¿Pablo no va a venir?- Pregunté un poco desilusionada.
-¿De verdad crees que el si quiera dormirá esta noche? En realidad no creo que ninguno lo haga ¿y tú qué esperas, que deje de pasar un buen rato con nosotros para venir a dormir contigo? ¡Qué ilusa eres!- Me dijo casi regañándome
-No, no espero que venga conmigo si la está pasando tan bien y no me interesa que es lo que te tenga tan molesto pero no te desquites conmigo- Le dije molesta abriendo la puerta para entrar a la habitación.
Iba entrando cuando sentí que me tomaba por el brazo y me halaba con fuerza hacia él, quedando a pocos centímetros de distancia.
-¡Tu eres lo que me molesta! ¡Tú forma de ser, de hablar, de caminar! ¡Tú!- me dijo casi susurrándome, intentando contener su rabia mientras me sostenía fuerte por los hombros.
-Esto ya se te está yendo de las manos, por ser novia de tu amigo no tienes porque odiarme, no me molesta que esté con ustedes, pero él es quien decide qué hacer y con quien- intente dar un paso atrás, pero me sostenía tan fuerte que no podía moverme.
Podía ver poco ya que no había ningún tipo de iluminación en ese piso, pero la luz de la luna entraba por una pequeña ventana y tan suave como neblina iluminaba un poco de lo que quería ver: En la mitad de su rostro se podía leer rabia, impotencia y dulzura; no tenía muy claro que tan bueno o malo podría ser ese tipo de mezcla de emociones, lo cierto es que no podía quitar mi mirada de su rostro, por miedo tal vez o porque simplemente tenía una inmensa curiosidad de saber que era lo que realmente pensaba y sentía.
Cerró sus ojos y puso su frente contra la mía, suspiró y la expresión en su cara se esfumó, no sabía si seguía molesto, pero tampoco se le veía tranquilo, se le veía muy neutral. Esperaba que de repente me gritara o decidiera soltarme e irse, sentía miedo y curiosidad, también estaba molesta por lo que me había dicho pero la intriga de cada segundo que pasaba era más fuerte.
-Débil y frágil, débil y frágil- Empezó a susurrar de manera casi audible luego de unos segundos.
Aun tenía sus ojos cerrados y su mentón a pocos centímetros del mío, por un momento pensé que pudo llegar a besarme, pero solo se quedaba ahí, inmóvil, repitiendo esas palabras, de repente se separo de mi lentamente apartando sus manos de mi con suavidad.
-Buenas noches Anne- dijo antes de dar media vuelta y bajar.
¡¿Pero qué tipo de problemas mentales tenía ese chico?! ¿Y de que me preocupo? Si no quiere darme respuestas no voy a insistir a que lo haga, no me incumbe lo que esté pasando por su cabeza.
No sé porque aun tenia la vaga esperanza de que Pablo viniera a darme un beso de buenas noches, un abrazo, o solo asomarse para saber si estaba ahí, pero lo que Mateo había dicho rondaba por mi cabeza "¿y tú qué esperas, que deje de pasar un buen rato con nosotros para venir a dormir contigo?", no quería que lo hiciera, pero sentía como si me hubiese hecho a un lado, esperaba que el me acompañara a mi habitación y sentir sus brazos cubriendo mi cuerpo en un cálido abrazo.
Pude dormir toda la noche pero las pesadillas eran recurrentes, una tras otra; desperté sobre saltada, asustada y al borde del llanto, aun no había salido el sol y con la poca luz que lograba colarse entre las persianas vi a Pablo, me alegre mucho al darme cuenta que estaba ahí a mi lado.
-Tranquila mi amor, solo era una pesadilla- mientras acariciaba mi mejilla
-Lo sé, amor- y le di un beso en la palma de su mano - ¿Te quedaras conmigo?-
Me hacía mucha ilusión poder dormir a su lado, escuchar los latidos de su corazón, sentir su calor, respirar en su cuello mientras dormimos, esa sensación de despertar y verlo ahí a mi lado.
-No princesa, vine a ver como estabas, ya tengo que bajar me están esperando- Me dijo mientras se levantaba.
-Que te vaya bien- Le respondí desilusionada, volteándome para quedar de espaldas a el
Escuche cuando cerró la puerta, me cubrí totalmente con la manta y cerré los ojos intentando dormir, a los pocos segundos me inundo un sentimiento fuerte, una tristeza profunda y una lágrima cayó sobre aquella blanca almohada que tanto anhelaba compartir.
*
Me despertó la terrible sensación de ser perseguida y no poder correr, de saber que en cualquier momento podrían atraparme y no poder defenderme contra aquello que me quería; de nuevo otra pesadilla, ya me estaba acostumbrando a despertar unas dos veces debido a malos sueños.
Estaba empezando a amanecer y no le vi sentido a volver a dormir por lo que decidí tomar un rápido baño. Me coloque una franela color blanco con un suéter gris, un pantalón de jean y zapatos deportivos negros, así era como me sentía más cómoda.
Al llegar al recibidor me di cuenta que todos estaban dormidos sobre el sofá y unas pequeñas sillas del mismo material, supuse que no llevaban mucho tiempo y no quise despertar a ninguno, decidí buscar algo para desayunar, encontré huevos y rebanadas de pan, prepare suficientes huevos revueltos para todos al igual que pan tostado, exprimí varias naranjas que encontré en un saco a un lado de la mesa, un desayuno de 20 minutos para 6 personas.
Luego de lavar mi plato volví al recibidor y todos estaban dormidos aun y como no supe que hacer, subí las escaleras esperando a que se me ocurriera algo, recordé que traía mi cámara y fui a buscarla, tenía un sueño frustrado de ser fotógrafa. Fui afuera buscando algo que pudiese captar mi interés y el foco de mi cámara; Salí por el patio y a mas de 50 metros había un enorme bosque y me adentre en él; no fui lo suficientemente lejos como para perderme, habían cosas hermosas para fotografiar, estaba enfocando una bellísima flor de color azul cielo hasta que escuche un chillido que me asusto mucho, me puse de pie rápidamente, girando lentamente buscando que tan amenazante era lo que sea que estuviese haciendo ese ruido y lo encontré, dos pequeños lobos jugando entre ellos, uno de color marrón y blanco y el otro gris y blanco, no los tome como amenaza, al contrario, al verlos en mi rostro se dibujo una sonrisa enorme, me senté en las hojas secas y desde esa distancia (aproximadamente unos 7 metros) decidí fotografiarlos. Olvide desactivarle el flash por lo que con la primera toma se dieron cuenta que no estaban solos, se acercaron hacia mí, con pasos lentos pero se sentían muy amenazante, un frio electrizante corrió en un milisegundo desde mi cabeza, por mi columna perdiéndose al final de esta, coloque mi cámara a un lado y mis manos sobre mis rodillas, al acercarse lo suficiente, caminaron por unos segundos alrededor de mi; el que tenia pelaje gris se acerco a mi curioso, olfateando mi mano y luego empezó a dar pequeñas lengüetadas seguido por el otro en mi mano libre, al ver esto me relajé y sonreí igual que hacía unos minutos atrás, acaricie sus cabezas y lomos y tome otras fotografías pero en un momento ambos alzaron sus cabezas con la vista fija en algo a lo lejos y se fueron corriendo, adentrándose en el bosque.
-¡Anne! ¡Anne!- Escuché a lo lejos
Sonaba preocupado y agitado, tomé mi cámara, me puse de pie y gire para ver quién era.
-¿Siempre tienes que arruinar los momentos que mas disfruto?- Le dije antes de que pudiese reclamarme
-¿Cómo te vas a ir así? ¡¿Estás loca?! No se sabe que te pueda pasar o que te puedas hacer- Me dijo con respiración agitada y muy alterado.
-¡¿Qué?! ¿Acaso me crees alguna clase de suicida, Mateo?- De nuevo otras acusaciones ridículas.
Cerró sus ojos y tomo aire profundamente intentando calmarse
-¿Pablo no te ha dicho?-
-no, ¿Hay algo que deba saber?- Le pregunte muy confundida, ¿Por qué Pablo debería decirme algo?
-No soy yo quien deba decírtelo, pero ya es tiempo de que lo sepas. Eres depresiva- sin quitar su mirada de mí
-¡¿Qué?! ¡Pero qué ridiculeces dices! Claro que no lo soy, además, si fuese verdad tienes que aprender a dar malas noticias- Estaba furiosa
-Es cierto, Ramón nos lo dijo anoche, y ¿Por qué no creerle? Tenemos motivos suficientes para no dudar de el- Dijo muy calmado
Empecé a dudar por la manera en que lo dijo, ¿esa pudo haber sido la mala noticia que me había dicho Ramón la tarde anterior? Tenía mucha razón en cuanto a que no hay motivos para dudar de él y ¿quien mejor para saberlo?
-¿Alguna vez has intentado acabar con tu vida o ponerla en peligro?- me pregunto acercándose un paso
*Flashback*
No puedo conciliar el sueño por más que lo intente, siento que me quemo por dentro, que me arrancan el corazón en carne viva, necesito olvidarme de todo esto... un momento... mi neurólogo me receto aquellas pastillas para dormir, aunque... ya una no hace efecto, tres? No no no, quizás tres no me hagan nada tampoco... 9, quizás estas me hagan dormir o tal vez no sea dormir lo que realmente estoy buscando.
*Fin del flashback*
Mis ojos se inundaron al recordar aquello y la mezcla de sentimientos anudo mi garganta que en pocos minutos me hizo romper en llanto. Caí sobre mis rodillas y con ambas manos cubrí mi rostro mientras las lágrimas no paraban de bajar y en mi pecho comenzaba a sentir una presión que, desde aquel día, no había sentido.
Mateo solo se arrodillo frente a mí y me rodeó con sus brazos después de colocarme su suéter sobre mis hombros.
Al cabo de no mucho tiempo escuche las pisadas de alguien que se acercaba corriendo y Mateo se alejó
-¿Qué le paso?- Pregunto Pablo a Mateo mientras se acomodaba a mi lado.
-Ya lo sabe- Contestó casi susurrando
Era un recuerdo que había decidido reprimir, esa noche, una de las más largas que había vivido, era tan dolorosa que me desplomaba con solo recordarlo, aquella noche en la que mas estaba decidida a hacerme daño, no como para suicidarme, pero si pretendía que algo pasara.
No era realmente el enterarme de lo que padecía porque ya lo veía venir y sé que se puede controlar, era el recuerdo, aquel recuerdo lo que me destrozaba poco a poco por dentro.
Pablo me tomó en sus brazos y me cargó hasta la casa, en el camino empecé a calmarme y mi llanto se convirtió en algunos sollozos hasta que se convirtió solo en una respiración acelerada.
Al llegar al patio me bajó cuidadosamente en una de las sillas y se sentó frente a mí en otra, tomándome de las manos y besándolas cada poco sin quitar su mirada de mi rostro, se notaba muy preocupado.
-Tranquilo, ya estoy bien, me conoces y sabes que ese tipo de cosas no pasa por mucho tiempo- le dije intentando tranquilizarlo
Mateo llego unos cuantos pasos después de nosotros y colocó la cámara sobre la mesa
-Voy a prepararte algo para que te calmes- me dijo mientras estaba de pie detrás de Pablo con cara de "de nuevo" yo solo le sonreí.
No tardó mucho y cuando llego los tres iniciamos una conversación que luego de un momento ya era algo muy divertido y espontaneo.
-¿Y los demás?- Pregunte luego de darme cuenta que ya había pasado mucho tiempo y no los había visto de nuevo
-Se fueron luego de desayunar, dijeron que tenían que hacer algo importante- me contesto Pablo- Por cierto, muy rico, gracias mi amor.
-Gracias- Dijo Mateo con una media sonrisa luego de que Pablo calló
Me sentí un poco somnolienta, supongo que fue por el té pero la estábamos pasando tan bien que no quise irme hasta que me quede dormida sobre la silla.
Volví a tener otro sueño, pero éste era diferente, no era una pesadilla, tampoco era algo feliz, era muy extraño; estaba en el claro de un bosque, un claro gigante no había sol pero tampoco llovía y a la misma distancia pero en direcciones diferentes se encontraban Mateo y Pablo, éste ultimo corría hacia mí pero sentía que mientras más cerca estaba mas estaba en peligro así que corría hacia Mateo, este no se movía, no se acercaba pero tampoco se alejaba y aunque corría lo mas que podía no lo alcanzaba, era como esas ventanas al final del pasillo que quiere alcanzar el protagonista de una película de terror.
Desperté sobre el sofá de la sala con una pequeña manta verde abrigándome. Supongo que ya había pasado de medio día aunque el cielo estaba totalmente nublado, desde donde estaba podía ver una pequeña sección del patio desde la puerta que habían dejado abierta, no lograba ver a ninguno, pero escuchaba algunas palabras que no podía entender y risas entre ellas.
Fui a la cocina a tomar agua, cuando volví doble la manta y me dirigí hacia el patio. No supe cómo reaccionar cuando vi a una chica sentada en medio de los chicos, lucía un short de mezclilla que dejaba al descubierto sus piernas largas con unos zapatos deportivos color negro y una franela del mismo color, su tez era blanca como una hoja de papel y llevaba su cabello castaño claro recogido en una cola de caballo, era notablemente a quien elegirían como ganadora en un concurso de belleza.
-Hola- Me limite a decir con una expresión de sorpresa y a la vez de curiosidad.
Todos dirigieron su mirada hacia mí, el rostro de Mateo mostraba nerviosismo, Pablo sonreía incómodamente y aquella chica solo me observaba sin ningún tipo de expresión, lo que me hizo pensar que la llegada de esa nueva persona influía directamente en mí.
Tomé el asiento vacío al lado de Pablo, pero Mateo ya comenzaba a incomodarme con su manera de mirarme, parecía que esperara a que una bomba nuclear estallara.
-Mi amor ella es...- dudo un momento- ella es Carol- termino la frase rápidamente, como cuando le das una mala noticia a alguien.
Carol era la ex novia de Pablo, no la había visto antes pero las referencias que tenia de ella era por los amigos de él, según sus historias era una chica muy impulsiva y no hacía nada para intentar controlarlo, tanto que una vez quemo en la puerta de su casa todas las tarjetas y regalos que le había dado solo porque no contestaba su celular, también supe que fue la primera persona a la que él quiso de verdad y la primera en presentar como su pareja a su familia. Pero todo eso eran cosas del pasado, no tienen porque intervenir en el ahora, no se puede juzgar a una persona por lo que hizo o dejo de hacer.
-Hola, me llamo Anne, mucho gusto- le dije estrechándole mi mano.
-¡Hola, colega!- me estrecho la mano y sin quitarme la mirada sonrió de una manera muy incomoda
Sabía perfectamente a lo que se refería, el que ella haya sido pareja de mi actual novio no nos convierte en "colegas" además, no teníamos suficiente confianza para bromear de esa manera, fue algo que me incomodó mucho, pero decidí ignorarlo.
La mayor parte del tiempo hablaban solo Carol y Pablo, mientras yo intentaba relajarme de la ira que me daba ver que me estaba ignorando por hablar con ella, si, supongo que estaba celosa, pero ¿tenía motivos no? No fuese algo tan importante si la manera de actuar de Carol no fuese tan... Excéntrica, sentía que intentaba llamar la atención, riendo de forma estruendosa o haciendo movimientos bruscos, no fue muy buena mi primera impresión hacia ella.
Después de unos minutos me aburrí de sentirme ignorada ya que no le prestaban mucha atención a lo que decía o se limitaban a medio sonreír, decidí entrar de nuevo ya estaba lo suficientemente molesta como para estar otro minuto allí.
No sé si se dieron cuenta cuando me puse de pie, supongo que estaban muy ocupados en su nueva charla, que ni notaron cuando tome mi cámara y fui a sentarme en el último escalón. Pasaba de foto en foto todas las que había tomado ese día hasta llegar a las de los pequeños lobos, sonreí al recordar ese momento, me sentí tan feliz, eran solo dos pequeñas y adorables criaturas, jugando entre ellos y acercándose a mí de vez en cuando, y tal como en aquel momento, mi felicidad se vio opacada por esa misma presencia.
-¿Por qué te fuiste?- me preguntó mientras se sentaba a mi lado
-mmm, no sé, quizás porque estaban como hipnotizados con Carol que no escuchaban lo que decía, no quiero estar en un lugar donde me ignoren, Mateo- contesté con algo de antipatía sin quitar mi mirada de la cámara.
-Tienes toda la razón de estar molesta, pero vamos, no quiero que estés sola ni que te sientas mal-
-¿Y cuando te empezó a importar como me siento? Y pensándolo bien ¿Por qué viniste tú? ¿Pablo aun no ha salido de su shock con ella?- ahora le hablaba mirándolo directamente a los ojos
Sentía como la temperatura subía a mi cabeza al mismo tiempo que la rabia, la persona que quería que me pidiera que volviera no era la que estaba a mi lado en ese momento, no sabía que estaban hablando tampoco porque no me había seguido.
Respiré profundo e intente calmarme, eran ideas tontas que me imaginaba por la rabia de ese momento.
-Está bien, vamos- Le dije poniéndome de pie e intentando bajar las escaleras lo más natural posible.
Al llegar afuera vi algo que me derrumbo en mil pedazos. Pablo y Carol hablaban con poca distancia entre sus labios mientras el descansaba su mano sobre la pierna de la chica. Aun sentían algo por el otro, era muy evidente, mis ojos se inundaron en lágrimas mientras sentía que mi mundo se derrumbaba y que me prendían en fuego por dentro.
Me di media vuelta y con poca visibilidad corrí escaleras arriba, mientras pasaba al lado de Mateo que intento detenerme sin éxito, al llegar al último piso recordé aquella terraza que tanto me había gustado, entre y cerré la puerta de modo que nadie más pudiese pasar.
No podía creer lo que estaba sucediendo, la persona con la que estaba decidida a vivir el resto de mis días había decidido cambiar los planes tan fácilmente, me senté en el suelo en una de las esquinas y por mi mente pasaban todas esas promesas y esos momentos que juramos jamás olvidar pero de todo eso ya quedaban sentimientos rotos y palabras vacías, rompí en llanto, me dolía en lo más profundo, como una puñalada en carne viva al corazón.
No paso mucho tiempo cuando escuche que intentaban abrir la puerta al no poder tocaron insistentemente gritando mi nombre
-¡Anne! ¡Abre la puerta!- repetía mientras intentaba abrir, se escuchaba realmente preocupado.
No quería estar con nadie, quería que todo aquel sentimiento acabara y una idea fugaz cruzo mi mente, me puse de pie y mire por el borde, no era tan alto, me alcanzaba por un poco más arriba del ombligo pero fácilmente podría saltarlo.
-¡Anne por favor, no te hagas daño!- decía ya desesperado y con la voz casi entre cortada
Lo pensé un momento, pero luego supe que no tenía sentido alguno, solo iba a ocasionar más problemas y no le haría ningún bien a nadie, di unos pasos atrás hasta encontrarme con la pared y me apoye en ella, ya no tenía ganas de llorar, solo sentía un vacio interminable en mi interior, me cruce de brazos, cerré mis ojos y agache mi cabeza.
Escuche un estruendo, como una puerta que habían forzado a abrir, levante mi cabeza y en el borde, de espaldas a mí se encontraba Mateo, con sus manos en la cabeza, como si no hubiese podido evitar algo. No quise mencionar alguna palabra, solo quería que se fuera sin que se diera cuenta que seguía allí, pero al darse vuelta y verme allí su expresión se torno de alivio y corrió hacia mí y me sostuvo por los hombros, tan fuerte como podía yo aguantar.
-¡Jamás me vuelvas a asustar de esa manera!- me dijo casi susurrándome pero intentando contener su rabia.
Nuestras miradas quedaron fijas al igual que el "incidente" pasado, soltó mis hombros para tomar suavemente mi cara entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares. En ese momento se mezclaron mis sentimientos, no estaba exactamente segura de lo que estaba pasando en mi cabeza, solo cerré mis ojos y no pretendía evitar algo de lo que podría llegar a suceder en ese momento.
Me sentía tranquila, pero no feliz, sentía atracción por Mateo pero no se comparaba a lo que sentía por Pablo, aunque, ya era obvio que él había tomado su decisión en cuanto a con quien quería estar. Nos quedamos inmóviles durante un rato, hasta que escuchamos estruendos en el cielo y el viento comenzó a soplar fuerte, se acercaba una tormenta y una de las grandes, Mateo me tomo por la cintura y me ayudo a entrar de nuevo a la casa.
-¿Quieres bajar?- me pregunto con una expresión de preocupación.
Cerré mis ojos y tome un gran suspiro mientras me apoyaba de espaldas sobre la pared.
-En algún momento tendré que enfrentarlo y prefiero que sea lo antes posible- y agache mi mirada, sabiendo que iba a ser algo muy doloroso.
Se acerco a mí y con una mano subió mi rostro.
-Eres muy débil y frágil, intentas ser fuerte pero no lo logras, siempre terminas derrumbándote, pero no dejare que te quiebres de nuevo, no puedo verte así- decía mientras se acercaba lentamente hacia mí, hasta que nuestros labios quedaran solo a pocos milímetros, esta vez no lo pensó mucho y se acerco lo suficiente para que nuestros labios se tocaran tímidamente en un suave beso, uno que hizo que mi tristeza se ocultara en algún rincón oscuro solo para disfrutar de ese momento. Me tomó de la cintura con ambos brazos y me apretó hacia él al mismo tiempo que sus besos se iban haciendo más intensos, y yo recorrí su cuello con mis brazos llevándolo más hacia mí, era un momento perfecto, algo mágico e irreal, era algo que en mucho tiempo no lograba sentir, el sentimiento de un beso verdadero.
Nos separamos cuando sentimos que nos faltaba el aire, no nos dirigimos una sola palabra, puso su frente contra la mía y me regalo una maravillosa sonrisa que me hizo brotar una automáticamente.
Escuchamos el motor de un auto encendiéndose y haciendo un terrible ruido al arrancar, me asuste mucho y baje las escaleras corriendo. Al llegar al patio no había nadie, ni Carol, ni Pablo ni su auto estaban, solo el de ella, y los sentimientos que había guardado hace un rato, volvieron a surgir, quebrándome instantáneamente y poniéndome de rodillas en el suelo; la tormenta se acercaba más y ahora, aparte del fuerte viento, caía granizo, pero en ese momento no le preste mucha atención no importa que tan grandes fueran aquellas partículas de hielo, solo me quede ahí mirando a la nada con mis mejillas empapadas en lagrimas, con una leve esperanza a que regresara por mí, solo por mí.
Mateo me tomo en sus brazos y cargándome como pudo me llevo dentro, dejándome con suavidad en el sofá, mientras me abrazaba sin decir una sola palabra, solo que sintiera que él estaría allí, me recostó en su regazo mientras jugaba con mi cabello y tarareaba "Fix You" de Coldplay. Al cabo de un rato me tranquilicé y me di cuenta que muchas de sus cosas quedaron bajo la tormenta.
-¡Tus cosas siguen afuera!- dije preocupada
-no importan- me respondió muy calmado aun jugando con mi cabello
-¿Cómo que no importan? Si actuabas como si fuese lo único importante- mientras me giraba para quedar hacia arriba.
-Ya no, no iba a perder el único minuto que tenía para salvar algo en lo que realmente no tiene un significado para mí- y me acaricio la mejilla mientras en su rostro se dibuja una hermosa media sonrisa.
-Gracias- le respondí devolviéndole la sonrisa.
Casi instantáneamente cayó sobre mi un sentimiento agotador y de cansancio y allí mismo, entre los brazos de Mateo, sintiéndome protegida y, por los momentos, tranquila, caí en un profundo y largo sueño.
L.
Epílogo.
Mateo.
Al verla correr hacia el piso de arriba supe que algo estaba muy mal, me asomé al patio y vi como Carol y Pablo juntaban sus labios en un apasionado beso, la ira me invadió pero no iba a enfrentarlos en ese momento, ¡tenía que cuidar a Anne! Así que la seguí y al llegar a las escaleras que conectaban al primer piso con el segundo escuché como se cerraba una puerta de golpe, me asuste muchísimo, sabía que estaba en la terraza y allí podría hacerse daño si lo quisiera, no quería que le pasara nada, corrí escaleras arriba.
-¡Anne! ¡Abre la puerta!- Llame a la puerta y grite lo más fuerte que pude.
No abría ni contestaba y cada vez me preocupaba mas. Pensaba en lo que podría ocurrir si llegara a sucederle algo, no quería que todo acaba de esa manera, quería cuidarla hasta el día que me lo permitiera; estos recuerdos me desesperaron mas junto con la falta de alguna respuesta de su parte.
-¡Anne por favor, no te hagas daño!- le implore sintiendo un leve nudo en mi garganta al imaginar todo lo que pudiese pasar.
Seguí golpeando la puerta unos segundos antes de que una idea viniera a mi mente, retrocedí unos pasos y de una patada la abrí, al no verla me asusté y fui al borde no podía ver nada hacia abajo debido a que ya estaba oscureciendo pero supuse que lo había hecho, que había llegado tarde para detenerla y sucedió lo que tanto estaba tratando de evitar.
No tenía planeado que hacer, me di la vuelta para volver a entrar a la casa cuando mi corazón dio un suspiro de tranquilidad, allí estaba, apoyada contra la pared, con su mirada fija en mí, me acerque y la tome por los hombros
-¡Jamás me vuelvas a asustar de esa manera!- le dije de una manera casi audible, conteniendo mi rabia.
Y por supuesto que estaba molesto, pero me alegraba que estuviese bien. Nuestras miradas quedaron fijas, me perdí en sus ojos café, en una mirada tan perfecta como una nueva estrella y tan suave como la niebla a las primeras horas de la mañana; tomé su rostro, tenía una piel como el algodón, tan perfecta, acariciaba sus mejillas mientras luchaba con las ganas de besarla, sus perfectos labios rosados llamaban a los míos y yo no quería resistirme, quería darle el mejor beso que pudiera sentir en su vida, pero aun estaba Pablo que a pesar de todo seguía siendo mi amigo.
Se escucho a lo lejos un estruendo, el relámpago que anunciaba la llegada de una tormenta junto con la fuerza del viento que se fue intensificando, la saque de allí y cerré la puerta.
Quedamos en el pasillo justo en el tope de la escalera.
-¿Quieres bajar?- le pregunte esperando alguna mala reacción, pero solo suspiro y se apoyo de espaldas a la pared.
-En algún momento tendré que enfrentarlo y prefiero que sea lo antes posible- dijo agachando su mirada en un gesto de tristeza.
-Eres muy débil y frágil, intentas ser fuerte pero no lo logras, siempre terminas derrumbándote, pero no dejare que te quiebres de nuevo, no puedo verte así- mientras tomaba su mentón para que su mirada volviera a encontrarse con la mía.
Me acerque tanto que nuestros labios quedaron a pocos milímetros, pero esta vez no pude controlar mis impulsos por mucho tiempo e hice que se unieran nuestros labios en un beso que me hizo electrizar hasta la célula más pequeña de mi cuerpo, la tomé de la cintura apretándola hacia mi haciendo que ella rodeara mi cuello con sus brazos y me acercara hacia ella, nuestros besos se intensificaron y cada vez me hacían perder más la cabeza, yo solo quería seguir besándola hasta acabar nuestros labios, pero las leyes de la anatomía nos hizo separarnos un momento para tomar aire.
No dije nada y ella tampoco, solo nos mirábamos fijamente y sonreíamos hasta que escuchamos el motor de un carro arrancando ruidosamente, Anne corrió escaleras abajo, mientras yo intentaba recuperarme un poco de lo que había pasado, tome aire profundamente estabilizándome y bajé hasta el recibidor, al no verla allí me asome a la puerta que daba hacia el patio, la encontré de rodillas en el suelo, destrozada; sentí que algo cayó del cielo cerca de mí y al ver más de cerca me di cuenta que era una partícula de hielo y en cuestión de segundos comenzó a llover granizo de una manera que no había visto antes, corrí hacia Anne, la tome entre mis brazos y la lleve dentro, antes de que pudiera hacerse daño. Me senté junto a ella en el sofá y la acomode en mi regazo, ya no lloraba pero tenía una expresión muy triste, me desanimo mucho verla de esa manera y sin decir nada aun comencé a jugar con su cabello y tararear "fix you" de Coldplay intentando subir su animo, de vez en cuando volvia su mirada a mi para regalarme una medio sonrisa pero justo después volvia a su expresión de tristeza y a dejar su mirada fija en la nada. De repente abrió sus ojos y se le notaba preocupada
-¡Tus cosas siguen afuera!- me dijo
-no importan- respondi aun jugando con su cabello.
-¿Cómo que no importan? Si actuabas como si fuese lo único importante- y se giro para quedar hacia arriba
-Ya no, no iba a perder el único minuto que tenía para salvar algo en lo que realmente no tiene un significado para mí- acaricie su rostro dándome cuenta que si era lo único que realmente quería salvar, no importaban las demás cosas, el poco tiempo que tuviese para poner a algo a salvo, seria a ella.
-Gracias- me respondió regalándome una hermosa sonrisa.
Luego de pocos minutos, cerró sus ojos para caer en un profundo sueño, y me encantaba que estuviese ahí conmigo, a salvo, era todo lo que quería.
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Feeling lost.
Romance¿Ser depresiva y no saberlo? Que harías en un bosque perdida, sola y a punto de encontrar el amor de tu vida de una forma bastante...interesante? Sueños y alegrías que habías compartido podrán esfumado, pero valdrá la pena, solo por conseguir a ese...