Capítulo 1. La Noche Inolvidable

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Me he cansado de decirle que no quiero ir, simplemente ese tipo de cosas no van conmigo, pero Melina está tan insistente en que tengo que salir y socializar más, que simplemente no aceptará un no sin un verdadero y gran motivo. Ni siquiera tengo ropa para ese tipo de cosas, ropa casual, ropa de moda si tú me entiendes, prefiero un chaleco, un buen chaleco con una camisa de cuello y mis inseparables lentes, no como un accesorio, es por mi astigmatismo. Melina, lo contrario a mí, por lo regular siempre anda desaliñada, con una blusa de tirantes y unos shorts de mezclilla, y sus inseparables lentes de sol, pero en días de fiesta se tarda horas frente al espejo vistiendo sus mejores prendas y combinándolas con los mejores accesorios, cómo hoy: fiesta en casa de Édgar.

No soporto a ese tipo, "el chico popular", un título algo anticuado ya, muy gastado, muy de la década pasada junto con el tema de las porristas. Lo único bueno de las vacaciones es no tener que ver sus maquilladas caras todos los días, y escuchar sus típicas y estúpidas frases adolescentes, ¡lo sé! Sé que soy un adolescente pero yo no soy como ellos, soy el chico nerd que estaría solo de no ser por Melina, la conozco desde los cinco años por lo tanto a pesar de que tiene cierta popularidad en la escuela prefiere pasarse los días conmigo, y es que la conozco mejor que nadie, sé todo sobre ella, aunque ella no sabe ni la mitad sobre mí.

Después de todo no encuentro que vestir, creo que era lógico, así que llamo a Melina para contarle que su gran amigo sólo tiene ropa de "hombre mayor" como ella la llama.

-Vamos, debes tener algo -exclama.

-Nada -contestó algo enfadado.

-Ven a mi casa, Mateo y tú casi tienen la misma talla, tal vez encontremos algo.

Mateo es el hermano menor de Melina, a pesar de que tiene catorce y yo dieciocho es verdad que casi podríamos compartir ropa.

No quiero hacer esto, no soy bueno para estas cosas, en realidad sería la primera fiesta de adolescentes a la que asisto, estoy nervioso, mas sin embargo muy en el fondo me digo a mí mismo que tengo que intentarlo, nada saldrá mal, es más, tal vez nadie note mi presencia.

Salgo de casa, la de Melina está a cinco cuadras, así que no tardo mucho en llegar. Y ahí esta ella bajo el marco de la puerta esperándome, con una bata de baño y una toalla hecha bolas sobre su cabeza, que le pasa a ésta chica, no entiendo como es que no le da vergüenza salir así, lo hace parecer tan natural que no causa impresión negativa en realidad.

Entramos a su casa, no hay nadie cómo de costumbre, Mateo sale a entrenar con su equipo de futbol y sus padres trabajan hasta noche, me dice que busque algo entre la ropa de su hermano, algo que me guste, o que por lo menos cause en mí algo parecido, mientras ella se pone su ropa. Parece que esta vez estuvo preparada pues yo sigo buscando y ella entra por la puerta bien arreglada, con un vestido negro y unos tacones blancos, aunque aún tiene esa toalla sobre su cabeza y su cara sin maquillar.

-¿En serio Ramón? -pregunta ella con ese tono de desaprobación que la caracteriza.

En realidad mi nombre es Omar, pero al revés es ramo y ella sólo se encargó de añadirle la N.

-Encontré una que más o menos me gusta -contesto-, en aquella silla llena de ropa sucia.

-Busca anda, algo tiene que salir -dice ella mientras se pinta las pestañas.

Sigo buscando, hay demasiada ropa, de muchos colores y tipos, ninguna a mi gusto, ningún chaleco, o un saco, nada, entonces encuentro una camisa negra con unas letras blancas.

-¡Oh, Green Day! -exclama ella.

-¡No te pongas labial rojo! -le digo-. Me pondré esta.

-Perfecto, ahora busca unos jeans, ¿que tal esos negros?

El Verano Que Lo Cambió Todo #LGBTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora