Esta historia comienza dos días antes del baile de máscaras que se llevara a cabo en el palacio real, celebrando el compromiso del príncipe Evan.
— Pero que chico más apuesto ¿No crees? — preguntó mi amiga Leila — ¿Quién será la afortunada? — dijo con burla, pues en todo el pueblo no se hablaba de algo más que no fuera el compromiso en la familia real.
— Podría ser cualquiera ¿No? — levanté ambas cejas en su dirección — solo es un idiota más.
— ¿Celosa? — me retó. Volteé a verla con una sonrisa burlona marcada en mi rostro.
— No creo en cuentos de hadas, amiga. No tengo tiempo para soñar con estupideces que nunca se harán realidad — contesté con brusquedad, jugueteando con mi cuchillo. Cada chica soñaba con Kilian o Evan, los príncipes de Italia. Así como los chicos no podía dejar de lanzar suspiros al aire por la bella princesa Adrienne.
Yo prefería mantener los pies sobre la tierra y mi mente concentrada en mi próxima víctima. Soñar nunca me había servido para algo, más que para perder el tiempo.
— Me alegra escuchar eso Josette. Tu serás la encargada de la próxima misión. Debemos mandar a la mejor y tú eres la indicada — dijo Zain mientras lanzaba una daga en mi dirección, que ágilmente tomé con una sola mano — feliz cumpleaños — exclamó apoyado en el marco de la puerta — fuera todos — nuestro clan de asesinos no dudo en cumplir su orden, Leila me guiñó un ojo de manera coqueta y se levantó de su asiento al igual que todos, pasando al lado de Zain al salir. Mientras mis amigos despejaban el lugar, yo observé de manera rápida mi nueva arma. Se veía linda, era de color negro y aqua.
Esperamos a que todos se fueran para poder hablar. Nuestro clan estaba compuesto de dos mujeres y seis hombres, de los cuales todos seguíamos a un solo líder, Zain. La sala de juntas quedó vacía encerrándonos únicamente a Zain y a mí. Cada que se nos asignaba una misión era secreta, así que no fue extraño que él quisiera hablar conmigo a solas.
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Doceava campanada
RomanceLa primera campanada resonó en el jardín, haciendo eco en mi corazón e indicando que el tiempo a su lado había llegado a su funesto final. El reloj en lo alto de la torre marcaba la medianoche. ¿Cómo acabé en este lugar? ¿Por qué acepté hacer esto...