En un suspiro, incluso menos, se puede escapar toda una vida, toda una historia. Las cosas suceden de manera impredecible, somos incapaces de anticiparnos a los sucesos que cambiarán, alterarán, de una manera irrevocable nuestras rutinas.
Hacemos planes, maquinamos, tomamos decisiones para un futuro cercano como si fuera ya nuestro presente. Y sin embargo no es así, nunca sabes que te espera a la vuelta de la esquina. La vida es como una caja de bombones, dicen, nunca sabes que cuál te va a tocar. Yo quizás diría que más bien es como un camino laberíntico que: a veces te hace retroceder, y volver al punto de partida sin tu ser consciente de ello, y otras, en cambio, se te muestra como un abanico de posibilidades a tu elección. Vivimos con la incerteza de qué nos aguarda agazapado en el siguiente recoveco del camino, imposible de predecir.
Mas sabiéndolo, nos creemos poseedores del control, del mapa para seguir el camino correcto. Nos da tranquilidad. Pobres de nosotros, pobres ignorantes. Nos auto-vendamos los ojos y seguimos andando a ciegas pensando que vemos con claridad divina, cuando lo único que de verdad sabemos es que vamos a poner un pie delante de otro, nada más. Nadie sabe dónde va, ni a dónde le van a llevar sus decisiones. Nos marcamos una meta, la cumplimos. Pero en el camino pasaron mil cosas que no pudimos predecir y que nos pudieron apartar de nuestra meta y sin embargo, cuando llegamos, no nos sentimos eufóricos a pesar de todos los sacrificios hechos y todos los obstáculos salvados. ¿Por qué? Es sencillo, justo cuando vislumbramos la meta delante nuestro, a nuestro alcance, nos deja de parecer interesante y fijamos nuestro objetivo en algo más lejano, más perfecto por su inalcanzabilidad.
Siempre anhelamos y anhelaremos lo que no tenemos.
Siempre nos parecerá más deseable lo del vecino.
Siempre caminaremos con los ojos vendados sin saber a dónde vamos pero, eso sí, creyendo que controlamos el rumbo del barco.
Cuando lo único cierto a lo que nos dirigimos irremediablemente es la muerte.
Al final todos muertos y enterrados.
Nadie se salva.
Nadie escapa.
