Prólogo

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Yukie Fujikaze era una chica amable, amiga de sus amigas, ese tipo de chicas que cuando te enamoras, luchas por ella hasta que es tuya, su historia comienza aquí, en la capital de Kazesom, Fuumikawa.

Yukie, a sus 16 años de edad, consiguió ser una de las chicas más guapas de su academia, no se sabe si es por su hermoso pelo morado hasta la cintura, por sus increíbles ojos azules o por su cuerpo de verdaderamente increíble, una autentica belleza.

Cada chico de su clase quería salir con ella, muchos le pedían para salir, pero ella no encontraba a su príncipe azul, hasta que el destino, con su peculiar sentido del humor hizo llegar a un chico nuevo a la academia, Ouji Ao, un chico rubio con su pelo, medianamente largo, ligeramente ondeado hacia la izquierda, ojos verdes, de aquellos que si incluyen un guiño de ojo dejan sin aliento a cualquier mujer.

Fue un flechazo, amor a primera vista. Pero estaba claro que Yukie no quería demostrar su amor por él, tenía demasiado orgullo como para arrastrarse por un chico, y igualmente para Ouji.

Un día, en la academia, en la clase de Matemáticas el maestro de la academia sacó a Ouji a la pizarra, aquel fue el momento en el que Yukie y Ouji cruzarón miradas, él dio el paso, le guiñó un ojo y la chica le devolvió el guiño con una sonrisa. Ouji se puso a resolver la ecuación, nada difícil para él, ya que era un tipo bastante inteligente. Su pupitre estaba situado a dos pupitres atrás de del de Yukie, cuando paso a su lado, Yukie le dio una nota a Ouji: "Vestuarios, después de Matemáticas"

Así fue, después de la clase se reunieron en el vestuario, a aquella hora no había nadie ahí, todos estaban en el comedor, patio o biblioteca. Ouji entró en el vesturio donde las luces estaban apagadas, ni un hola, ni un segundo pasó, cuando la puerta se cerró tras Ouji y Yukie le dio la bienvenida con un tierno beso, Ouji paso las manos por la cintura de Yukie y la acercó a él, en ese beso fue la clara demostración de que Yukie y Ouji se amaban, después de unos segundos del beso, se separaron, un hilo fino de saliva se quedó pegado en el labio de cada uno, ellos sonrieron y encendieron las luces, se sentaron en los asientos del vestuario a hablar, tras una charla de apenas unos minutos, Ouji puso la mano sobre el muslo de Yukie, llevaba una falda que le llegaba un poco más arriba de sus rodillas, lo cual dejaba parte de las piernas al descubierto, tras masajearle el muslo y un cruce de miradas se dejaron llevar por un beso muy breve, él la besó en el cuello, cuando fue bajando con la lengua poco a poco, ella le apartó y sonó la campana, se acabó el patio, hora de ir a clase.

Acordaron en verse en la playa, por la noche, bajo la luz de la luna juntarían sus cuerpos una vez más.

Yukie estaba en su casa, duchándose cuando bajo el agua de la lluvia se acordó de ese increíble beso del vestuario, de la sonrisa de Ouji en lo que pasaría en la playa aquella noche. Ella se comenzó a masajear cada parte de su cuerpo; pechos, cintura, piernas, barriga.. acordándose de su príncipe azul, Ouji Ao.

Ouji estaba tumbado en la cama, pensando también en Yukie, la chica de sus sueños, era verano y estaba sin camisa, sudado, tenía un cuerpo esbelto, el cual sudado por el calor, parecía que estaba untado en aceite, él comenzó a masajearse los pectorales y la "tableta" que tenía lo cual volvía loca a cualquier chica que le viese sin camisa.

En la entrada de la playa, Yukie estaba esperando a Ouji, siempre se las apañaba para llegar antes, vestía una camisa ajustada que permitía que se le viesen parte de sus dotes femeninas, llevaba un cinturón que sujetaba unos pantalones vaqueros muy estrechos y muy cortos que permitía ver parte de su nalgas, apretadas por la presión, llevaba unas chanclas y unas uñas pintadas de color esmeralda.

Ouji llegó a la playa quince minutos después de la llegada de Yukie. Llevaba una camisa de tirantes que dejaba ver parte de sus pectorales, unos pantalones cortos que le llegaban por la rodilla, que dejaba ver sus piernas sin ningún pelo, y bien musculadas, al llegar Ouji la saludó con un Hola, pero ella le agarró de la mano, le besó en los labios y lo llevó a la playa.

Se sentaron en la arena y vieron la luna reflejada en el mar, era una noche sin ninguna nube, y una nube grande y blanca, la cual iluminaba tanto como una farola la cual no habia en ningún lado, comenzarón a hablar de su amor a primera vista, de donde venían y a lo que querían aspirar en un futuro.

Él rompió el hielo preguntando el por qué le había traído y ella decía que nunca había sentido un hombre dentro de ella, igualmente para Ouji, él nunca habia llenado a una chica, ambos creían que era el momento y el lugar, y que sería un recuerdo que no olvidarían nunca y que quedaría marcado en su memoria para siempre.

Ellos se juntaron en un increíble beso, de aquellos en los que la la lengua pasaba por cada parte de boca, Ouji paso de los labios a su cuello, eso hacía enloquecer a Yukie, tanto que le hacia gemir ligeramente, del cuello paso a su estómago, que al levantar su camisa dejó ver la barriga delgada de Yukie, paso la lengua por su ombligo, y cada parte de su barriga, dejándola empapada en saliva.

Le tocaba el turno a Yukie, ella era inexperta y no sabía que hacer, imitó todo lo que hizo Ouji, empezó besando su cuello, bajando lentamente hasta quitarle la camiseta y besarle y pasar su lengua por sus péctorales, siguió bajando con su lengua hasta pasarla por su barriga, con sus abdominales, lo cual ella lo disfrutó, mucho más que Ouji,

Él abrazó a Yukie, y sus cuerpos, ya desnudos y empapado en la sal marina, los sudores se juntaron por primera vez, el oleaje subió y comenzó a mojar ligeramente los pies de los dos jóvenes, ellos seguían juntando sus cuerpos, ella saltaba sobre él, mientras sus pechos, saltaban al ritmo de las caderas de Ouji, aquel movimiento hipnotizante, y lleno de amor de aquellos dos estudiantes.

Esos gemidos se oían por toda la playa, juntándose con el oleaje del mar, hacía un sonido espectacular, un sonido de aquellos que a una persona le gustaría grabar para oírla cada noche antes de irse a la cama, la playa estaba muy alejada, con lo cual no molestaba a nadie, y a aquellas horas, raramente no había nadie, era como un sueño recién sacado del horno que es la mente.

El mar comenzaba a demostrar un fuerte oleaje, pero a los estudiantes no les importaba, ellos parecían bailar el ritmo de una canción fiestera, de la cual, el sudor de una noche de baile, no se comparaba al sudor de aquellos estudiantes, los cuales seguían empapados por la salina, que, mezclada con el sudor hacia que sus cuerpos se pegarán mucho más.

Terminaron su apasionada noche, la arena quedó empapada, y no de agua precisamente, se levantaron y se bañaron juntos en el mar, para que los restos del sudor y de otros líquidos desapareciesen, sin dejar pruebas de la romántica noche de aquellos dos jóvenes.

La mañana siguiente tocaba clase, así que era hora de marchas a sus casas, se ducharon en las duchas de ahí mismo, tras un beso, se despidieron y marcharon a su casa.

Aquella noche ambos no pudieron dormir, pensaban en lo que ocurriría mañana, en si en el futuro seguirán viéndose o habría sido un amor de verano.

A la mañana siguiente, Ouji esperaba a Yukie en la entrada de la Academia, con la misma camisa de tirantes, ya limpiada y los pantalones limpiados también, al final de la calle, vio al amor de su vida ir hacia la academia acompañada de dos de sus amigas a cada lado, ella en medio de ambas.

Cuando se acercaron a la entrada, Ouji se acercó para besar a Yukie, pero ella lo evadió y le dijo que si estaba loco, sus amigas cuchichearon y marcharon a clase, Ouji no se lo podía creer y se giró para ver a Yukie, mejor dicho, su espalda, ella se dio la vuelta mientras andaba y miró a Ouji y con los labios pronunció una frase "Perdón, pero aquí no".

En clase de lengua, tocaron a la puerta, el profesor abrió la puerta y apareció el director, acompañado de una mujer y un hombre miraron a Yukie y le hicieron la señal de que viniera, ella recogió la mochila, la llenó de sus cosas, cuadernos, estuche y dijo adiós, marchándose con ellos.

Fue la última vez que Ouji la volvió a ver, intentó localizarla pero no hubo ninguna manera de encontrar ninguna pista de ella.

Aúnque, siempre quedará el recuerdo de aquella noche, en la que descubrieron que el paraíso existía y que no era eterno.

Icha icha paradiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora