Capítulo 3

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Hacía ya unos años que Thom había tenido un accidente, y debido a éste, una parálisis.

De todas formas, yo me concienciaba de que éste trabajo no iba a durar toda la vida, esa parálisis era mortal y al pobre hombre le quedaban tres meses de vida, si los médicos se llegaran a equivocar, sería un milagro que saliera de ésa.

- Sam... -escuché la voz de Thom, lo cual me hizo salir corriendo hasta llegar a él.

Su rostro pálido transmitía sufrimiento y el paso del tiempo. Tragué saliva acercándome a él.

- ¿Necesitas algo? –revisé sus bolsas, tanto la de orina como la de suero. Me aseguré de que todo estuviera bien.

Thom no podía hablar mucho desde hacía ya unas semanas atrás, pero, aun así, era capaz de mirarte mal e incluso escupir.

Si tuviera la posibilidad de otro trabajo tal vez hubiera dimitido tras haber pasado un día aquí. Por suerte, pude congeniar con su hijo Henry, dos años mayor que yo. El cual tuvo, por desgracia, un accidente poco después de lo ocurrido a su padre. Iba hablando con su madre mientras conducía cuando un borracho lo atropelló, consiguiendo así unos cuantos huesos rotos. Por suerte no fue tan grave como lo de su padre, el cual se había estrellado en su helicóptero de camino a una reunión. Según había escuchado, alguien había cortado algunos cables de ése aparato. Todo muy sospechoso.

Thom me miraba con los ojos muy abiertos mientras le limpiaba el cuerpo con una toalla húmeda.

Al cabo de las horas terminé de cuidarte y ahora él se encontrada durmiendo plácidamente en su cama. Aunque tenía que vigilarle mientras dormía por su la fiebre subía o por si alguna máquina, como la del oxígeno, dejase de funcionar.

Salí agotada de la habitación y me dirigí hacia la cocina para coger un vaso con agua, estaba sudando debido a que tenía que hacer un gran esfuerzo en agarrar el viejo y moverlo de un sitio a otro.

- ¿Va todo bien?

Di un pequeño bote en el sitio. Un poco más y toda el agua salía de mi boca.

- Henry –me di la vuelta.

- Veo que te asusté –sonrió.

- ¿Qué hacer despierto? –pregunté dejando el vaso en el fregadero.

- No puedo dormir –guió su silla de ruedas hacia mí-. ¿Me puedes dar a mí también un vaso con agua?

- Claro –cogí un aso y lo llené de agua. Se lo entregué.

- Gracias –me dijo y le sonreí en respuesta.

Se hizo un silencio incómodo entre nosotros, dejó el vaso encima de la encimera como pudo y salió de la cocina.

- ¿A dónde vas? –le pregunté mientras lo perseguía.

Fue al salón y encendió la televisión.

- Puedes hacerme compañía si quieres –sonrió.

Asentí con la cabeza y me senté en uno de los sofás individuales. Estuvo haciendo zapping hasta que lo dejó en un programa de parejas. "Me gustaría encontrar un chico que cumpla todas mis expectativas" decía aquella mujer de unos 21 años de edad.

- Hay que ver... -dijo Henry riéndose-. Menuda pérdida de tiempo –cambió el canal a un documental de animales.

- ¿Por qué dices eso? –aguanté una pequeña risa.

- Pierden el tiempo buscando a una pareja por televisión cuando pueden buscarla por si sola –bufó.

- Bueno –dije-. Cada uno hace lo que quiere con su vida –comenté.

- No lo niego –me miró a los ojos-. Solo doy mi opinión.

Mi móvil vibró. ¡¿MI EX?! Creo que se pudo ver mi cara de espanto puesto que Henry se acercó a mí.

- ¿Qué ocurre? –me preguntó posando sus manos en mis rodillas.

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Bueno, pues aquí está el tercer capítulo. 

¿Qué os está pareciendo? 

Si habéis leído hasta aquí votad y comentad: Y las manos de Henry estaban cubiertas por guantes verdes. 

¡NOS LEEMOS!

Mil ojos sobre ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora