De comienzo a final

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De alegría a tristeza.
De la luz a oscuridad.
De felicidad a realidad.

Un polaco pelinegro y piel lechosa vivía en un pequeño poblado donde la mayoría de la población era de adolescentes, donde casi todos conocían al otro aunque no se hablaran.

Un niño, Jimin, cuyos cabellos claros resplandecían a la luz del sol cuando salía al bosque en busca de pájaros de las cuales disponer por diversión. Ambos tenían 9 años. A Jimin le gustaba salir por las mañanas cuando el sol daba vitamina D y no era cancerígeno para su piel, a cazar con su arco y resorte. Sus padres y muchas personas siempre creían que era algo tonto, pero es que simplemente se había vuelto, el cazar, un pasatiempo.

En la escuela, Jimin, siempre recibía piedras de una cabizbajo niño de cabellos negros, y después este salía corriendo con las mejillas rojas.

Un día de caza para Jimin, escuchó el crujir de la nieve debajo de unas botas para el frío.

—Hola—. Saludaba tímido Jungguk. Mientras Jimin lo miraba con cautela y dudas.

—Hola—. Respondió desinteresado apuntando a un ave a los lejos.—¡Oh!... Tú...—dijo recordando el color de las mejillas de Jungguk cuando este le daba las piedras—¡Eres quien me da las piedras!, ¿no es así?

Jungguk asintió avergonzado, sacando más piedras de sus bolsillos y entregándolas al niño.
—Se que te gusta dispararlas con eso— señaló el arqueta.— Así que me aseguré de buscarte las más bonitas, para que puedas usarlas, y para que no te ensucies las manos buscando otras.

Jimin enrojeció de ternura.
—Me gustan mucho las piedras— le sonrió a Jungguk quien hizo lo mismo.—Realmente te agradezco.
—Yo... Bueno, en realidad yo...— balbuceó nervioso jugando con sus manos— Tú... Me agradas mucho y me gusta tu cabello— Se atrevió a decir, si, pero lo que no se atrevió a confesar eran sus verdaderos sentimientos hacia él. No se atrevió a decir que le gustaba.

Cuando crecieron y fueron a niveles sólo un poco más avanzados de educación, Jungguk nunca se atrevió a decirle, puesto que sentía a sus manos temblar y sudar, a causa del miedo y la verguenza del ser rechazado por tal bello niño.

Fue tiempo después donde se animó a decir lo mucho que le gustaba, y que esa era la razón por la cuál le regalaba piedras.

Con el tiempo crecieron, y  fueron a universidades diferentes fuera de la ciudad. Jimin entonces, se dio cuenta de su gusto por los chicos cuando fue novio de un universitario jugador.

Y Jungguk siempre fue muy solitario, siendo fiel a su imaginario amor, el amor que aún conservaba por Jimin. Y nunca miró el hecho de que para Jimin sólo fue un amor pasajero, el cuál le abrió la puerta al mundo maravilloso de Thomas, su actual pareja.

Siendo una historia con mentes correspondidas en total inocencia. Dejando en claro que cuando una puerta a la felicidad se abre, otra a la depresión también lo hace.

Jungguk sólo esperaba volver a encontrar a Jimin, para robarlo del mundo entero, y quedarse siempre con él.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2017 ⏰

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