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Pasaron dos semanas desde que llegamos al bar en las Vegas, todos aquí parecían llamarle El Hueco, fue su primer lugar de refugio y de ahí no se han ido.
Mi ansiedad acababa conmigo, sentía una extraña sensación en mis manos, me mantenía ocupada en el sótano, tenían colchonetas, una bici, un saco de boxeo el cual soltó bastante polvo la última vez que lo usé, pero aún así la ansiedad no se iba.

Era sábado, nuestro último día aquí, Gabriel ya tenía un plan, o al menos algo de uno, el bar iba a estar lleno hasta el tope, por lo que incluso por las calles podíamos camuflajearnos, Cora nos consiguió un cambio de ropa a mis hermanos y a mí, llevaba unos jeans de mezclilla oscuros rotos de las rodillas, una blusa roja de manga completa y claro llevaba mi chaqueta de cuero negro.

Vee pudo averiguar sobre Demetri, poco, pero lo necesario; sabíamos que era la cabeza de los cazadores, es el único humano con los conocimientos completos de lo sobrenatural, eso fue usando la lógica, pero usando los poderes de mi hermana descubrimos que uno de los cazadores neófitos de Demetri venía a las vegas en la madrugada del domingo, iríamos al punto donde el se detuviera, lo atrapábamos y Vee podría entrar en su mente para copiar la ruta hacia el escondite.

-iré Cora, no la dejaré sola- estábamos sentados frente a la barra y Cora del otro lado acomodando botellas en los estantes
-no está sola Dean- mi hermano ya parecía aburrido del mismo cuento, desde que anunció nuestra partida supusimos los tres que Dean iría con nosotros, pero Cora lo prohibió por el hecho de que era peligroso para el salir, atravesar el velo de la vida y la muerte eres algo que nunca se había visto y no sabíamos sus consecuencias
-Cora te permití que no me dejarás ir por ella antes pero no ahora, voy a ir, es un hecho- Cora se recarga en la barra y echa hacia atrás su cabeza
-me rindo, irás, pero si algo les pasa a ellos- nos mira- por tu inmadurez no vengas llorando a mi- azota el trapo frente a él y se va sin decir más
Nosotros nos quedamos callados por un momento, miré a mis hermanos y asintieron entendiendo, se retiraron tomados de la mano hacia cualquier otro lugar dejándonos solos
-creo que Cora tiene razón-
-¿que?, no, no azul ni lo pienses- se levanta enojado - Dean, ¿y si tiene razón?, qué tal y que te controlan, o si empiezas a enfermar-
-no pasará, estoy seguro-
-¿como?- se queda callado
-¿has salido?- él niega con la cabeza
-¿entonces que?- repite el gesto, llegó a mi frustración, me puse de pie y lo encaré
-le prometí que no diría nada- lucía dolido
-¿a quien Dean?- pasó un rato cuando por fin abrió la boca pero la cerró de inmediato al escuchar las puertas abrirse a estas horas de la tarde
-a mi- una chica morena, de cabello negro rizado y ojos verdes pude distinguir una vez estuvo más cerca de nosotros
-y tú eres...- hablé esperando su respuesta
-me llamo Mila, un gusto, debo suponer que tú eres Ada-
-¿como sabes de- las palabras se perdieron al mirar otra silueta entrar por la puerta, la luz no dejaba ver su rostro pero ya me imaginaba quien era
-creo que le hablé un poco sobre ti, Ada- no pude evitar sonreír, lo que quería hacer era correr a abrazarlo pero estaba Mila, y el que me llame por mi nombre es una señal de que debo controlarme
-vives- se encoge de hombros presumiendo
-soy difícil de matar- pasé al lado de Mila y me detuve frente a Rafael
-es bueno verte-
-lo sé, siempre es bueno- volteo los ojos y se ríe de mi expresión
-¡Rafael!- grita emocionada Vee, le dió un fuerte abrazo y seguido de ella lo hizo mi hermano
-vaya, debería hacerme el héroe más seguido- volví a voltear los ojos lo que me hizo reír
Dean llegó a mi lado y me tomó de la cintura, noté su mirada desafiante que le lanzó a Rafael, este se percató del gesto pero no le importó, solo se rió, pero su risa se convirtió en mueca al ver las mochilas colgando de los hombros de mis hermanos
-soy yo o su definición de mochila significa irse-
-hoy era nuestro último día, por la madrugada nos marchamos- Vee tenía una actitud neutra percibiendo lo que se venía
-tengo que oír eso-
-bebé no hemos dormido, deberíamos descansar- Mila lo mira suplicante, Rafael parecía a punto de ceder, entonces un cosquilleo se apoderó de mi nariz haciéndome estornudar, eso captó su atención
-ve tu, en un momento te alcanzo- ella asiente y se va, el tenía razón, Mila parecía de las de seguir órdenes
-bien, díganme el resumen-.

Entre la Vida y la Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora