《Prólogo》

2 0 0
                                    

"¡Samantha puedes levantarte de una vez! Tus hermanos y yo te estamos esperando para desayunar, de una vez por todas."

Nada como despertarse con el animador e incansable grito de enojo de una madre que aún no ha tocado ni un poco de su desayuno por esperar a que sus tres hijos estén sentados, uno al lado del otro, en la misma mesa.
Mi pregunta es: ¿Esto algún día dejará de ser tan cansador e insoportable para mí?. La respuesta, como ya saben, es un rotundo no.
Me levanté de un salto y bajé en pijama a la cocina donde estaban mis hermanos con sus peculiares caras de típico puberto sufrido por que su mamá es una controladora insoportable. Yo ya había dejado esa etapa, estúpida, de lado hace ya más de tres años.
Mi mamá solo me siguió con la mirada desde que aparecí al bajar de las escaleras, hasta que llegue a sentarme para tomar el desayuno.

"Buenos días." Dije con un tono bajo evitando hacer notar mi mal humor. Sabía que si mostraba un poco de hostilidad en mi saludo, mi madre comenzaría con el sermón de por qué debo ser respetuosa con mis pares y, realmente, cuando son las seis de la mañana y dormí menos de seis horas, no tengo ganas de hablar con nadie.

"Buenos días, Samantha. ¿Estuvo entretenida la charla que tuviste anoche por teléfono hasta la medianoche? ¿Acaso tú no sabes que esta es una casa de familia en la cuál todos nos vamos a dormir temprano? ¿Cuántas veces debo repetírtelo? Estas buscando que te quite ese celular. No me provoques, niña."

Mi madre no era... como decirlo... una persona flexible y buena onda. Ella siempre tenía un pero para todo.
Su tono era amenazador, hasta me estaba provocando un increíble dolor de cabeza. No tenía ganas de contestarle, sabía que sería para comenzar una estúpida pelea donde ella terminaría como la pobre víctima maltratada por su hija. Conozco los juegos de mi mamá, no soy ninguna estúpida.

"Lo lamento ¿Sí? La próxima vez no me quedaré hasta tan tarde. Lamento haber molestado y armar disturbios. No pasa otra vez." Dije con uno de los lados de mi boca lleno de cereal.

El reloj marcaba las siete en punto. Era hora de ir a vestirme para poder ir a la escuela, cosa que no me entusiasmaba demasiado pero, al menos, veía a mis amigos. Eso me reconfortaba un poco y me hacía ver al estúpido lugar al cuál voy a aprender cosas que me importan poco y nada, un poco más interesante.
Subí a mi cuarto y busqué los clásicos jeans azules que me encantaban y mi camiseta de los Guns 'n Roses que mi padre había comprado en el último concierto al que fue, en 1998.
Bajé a buscar mis tenis y mi bolso para, de una vez por todas, ir a buscar a mi mejor amiga a su casa e ir a la escuela.

"Samantha, esta noche es la cena de ensayo de la boda de tu hermana. Necesito que llegues temprano ¿entiendes? No podemos llegar tarde. Recuerda que es a las seis de la tarde, por favor, confío en ti y créeme que me estoy arriesgando."

Já, ahí va otro de sus comentarios en busca de una respuesta hostíl. No hoy, mamá. No hoy.

Salí de mi casa y me puse mis auriculares. ¿Quién era yo si no iba a buscar a Stacey con mi playlist de Ed Sheeran  y The Weeknd? Probablemente, no estaría siendo normal.
Mientras sonaba Six Feet Under, caminé por las mismas calles por las que caminaba cada día. Esta vez noté algo distinto. En la parada del autobús que nos lleva a la escuela, estaba parado un chico que no había visto antes. Alto, podría decir que medía un metro noventa. Pelo rubio y ojos azules como dos océanos. Muy turbio. Nunca antes lo había visto, me había llamado mucho la atencíon su extraña forma de vestir. Me recordaba mucho a ese tipo de chicos bad boys los cuales toda chica busca. No son mi tipo, me parece una estupides y un formato de chico, vendido por las escritoras frustradas que nunca consiguieron el James Dean que buscaban.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 16, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

He. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora