Miles de imágenes pasan a toda velocidad por su cabeza, desenfocadas, como un martillo dando golpes secos. La Luz que viene de cara le aturde, así como todas las escenas de su Vida que va recordando.
Le dejan inquieto, inmóvil, en shock.
Lentamente alza su mano derecha, recordando, y esta se convierte en pistola.
Y los recuerdos, y los niños que le pegaban, por ser él, y la Luz que viene de cara.
Sonríe levemente, y la Luz que no cesa, que no cesará, y el trayecto a la escuela en el autobús para la gente como él, y las imágenes. Las imágenes, algunas repetidas, algunas no, algunas tergiversadas.
Y la Luz que se hace más tenue.
Y la Luz, que ahora brilla más, le deja ciego, le imposibilita: la Luz blanca que le llena por fuera y lo vacía por dentro, y la Luz blanca que le despierta recuerdos y que a la vez le da ganas de dormir, para siempre. Para siempre.Y recuerda. Y ve. Y oye. Oye niños. Oye adultos. Oye personas que le miran con desprecio. Y recuerda. Recuerda petardos, recuerda el sonoro estruendo que hacen, que le devuelve a la Realidad.
Y entonces huele. Huele a metálico. ¿La pistola? Huele a sangre, huele a Rojo, huele. Sangre metálica. Sangre suya.
Y la Luz que le ilumina, y la sangre que le llena por fuera y que le deja vacío por dentro, y los recuerdos, y los niños que le pegaban.
La pistola descansa en su mano, él la mira.
La pistola, metálica.
La pistola, ahora Rojo. El suelo, ahora Rojo. Él, ahora Rojo. La Luz, que sigue blanca, imperturbable. No es ella quien le deja inmóvil ahora.Y los recuerdos, y el autobús, y la sangre, y su sombra, y los niños, y ve, y oye, y huele, y sangre, y metálico, pero a él ya no le importa.
Nota Rojo, y metálico, y sangre en su boca, pero a él ya no le importa.
Y los niños, y los niños que le pegaban, pero a él ya no le importa.
Y el dolor que se confunde con su risa, pero a él ya no le importa.Y de golpe, empieza a ver Negro, Negro, Negro, el Negro más negro que nunca ha visto, y Negro, que le engulle, Negro, que le engulle a él, al autobús, Negro, a los niños, Negro, al Rojo, Negro, a la pistola, Negro, a él. A él. A él.
Con una última ojeada atisba en la pared a su sombra, aún con la mano en alto cerca de su cabeza, y la Luz que no la borra. Y la sombra, que sigue ahí, que no se va; y la Luz, que sigue ahí, que no la deja irse.
Y su sombra, que con tristeza en los ojos le mira y se queda inmóvil, decidiendo si
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Y recuerda. Y ve. Y oye.
Non-FictionY recuerda. Y ve. Y oye. Oye niños. Oye adultos. Oye personas que le miran con desprecio. Y recuerda...