Jayce
A toda velocidad, veo como los seguidores de Serpiente me siguen. En motos, autos, a todos los esquivo. A menos claro que se me pongan en el medio. Atropello al primero que se me cruza y le disparo al que me ataca por el costado. Encima de ocuparme de Cross, tengo que encargarme de estos imbéciles. Saben quién soy, pero sus locuras los ciegan. Idiotas.
La sangre y los tiros puedes encontrarla en cada rincón, voy a tener que hacer una enorme limpieza después de esto. Mi celular suena mientras conduzco y me deshago de otro agresor. Contesto cuando aseguro de que ningún seguidor me esté cerca.
―Adivinaré, Cross. No puedo hablar ahora, estoy de verdugo y estás primero en mi lista ―expreso sonriente y le corto, cuando alcanzo a ver a otro de mis atacantes―. ¡Adiós, serpientita! ―grito y le disparo, viendo como cae de la moto.
El teléfono vuelve a sonar, pero yo regreso a estar ocupado con las personas que quieren matarme. Tiro mi arma al asiento trasero, cuando se me acaban las balas y agarro otro revólver. Asesino a unos tres seguidos.
―¿Qué quieres? Estoy ocupado ―le digo a Cross cuando logro contestar el celular, nuevamente.
―Hasta que al fin me dejas hablar. ―Oigo su risa.
―Te cortaré la lengua si no te apuras ―amenazo y giro el vehículo en una curva.
Genial, más serpientitas. Nótese mi sarcasmo.
―¿No quieres recuperar a tu chica? ―pregunta mientras apoyo el móvil sobre el asiento del acompañante, lo pongo en alta voz, para luego hacer reversa con el coche y aplastar a otro seguidor.
Eso debió doler. Me río. Creo que escuché el crack de sus huesos.
―Me estás ignorando, ¡qué malo! ―Oigo como se queja Cross con un tono de burla del otro lado de la línea.
―Ya sé lo que vas a decirme ―al final le respondo―. Bla, bla, bla, trato, bla, bla, bla, cambio y más bla, bla, bla. ―Me río de nuevo, ya que sé que encima lo hace rabiar.
―¿Sabes que no estás en condiciones de provocarme? ¿Cierto? ―Noto su tono molesto y me siento satisfecho.
―¿Por qué? ―Miro las calles y mi sonrisa se amplía―. Si ya estoy cerca. ¿Qué más tienes para decirme? ―Aumento la velocidad cuando veo otro seguidor y le disparo―. ¿Algo con lo que aburrirme? Porque estoy muy entretenido. ―Vuelvo a disparar del lado de la ventanilla contraria y me deshago de otro.
―Ya que lo preguntas... ―Le regresa su humor. Rayos―. ¡Pregunta! ¿Ellie o tu secreto? Tú eliges.
Frunzo el ceño.
―No sabes nada de mí.
―Quizás sí, quizás no, pero espero tu respuesta. Estás llegando tarde, debiste haber elegido a tu Lady. Sin embargo, seré generoso y volveré a preguntar, ¿Ellie o tu secreto? ¿Qué tan difícil puede ser un trato a cambio de tu chica? ―Su tono ahora suena severo―. ¡Solo tienes que firmar un puto papel! ―Se vuelve agresivo.
―Tu puto papel me lo paso por el culo. ―Agarro el celular y le corto, poniéndome de malhumor.
No sé por qué, pero siento que estaba jugando a un juego psicológico, y no específicamente conmigo. No tengo tiempo de estar imaginándome cosas. Es hora de actuar. Doy la vuelta con mi vehículo, llegando al barrio corrupto de Cross. Es su mundillo, es tan influyente, que ni la policía se quiere meter en estos trastos peligrosos. Pierdo a los seguidores de vista, perfecto, un problema menos. Por ahora. Estaciono el coche y bajo de este, enfrente de lo que parece una casa, pero en realidad es un burdel.
Hora de manchar mis manos otra vez.
Preparo el arma y entro, matando a tanto guardia como se me cruza. Abro puerta por puerta, interrumpiendo actos sexuales ilícitos, pero ninguno por suerte es Ellie.
O eso creí.
―¡¡No!! ―Oigo un grito en la última habitación y reconozco su voz.
Corro hasta allá y pateo la puerta. Voy a matar a alguien. Ah, cierto, ya están muertos. No tardé ni dos segundos en utilizar mi arma. El primer cuerpo cae al suelo y el segundo se lo saco de encima.
―¡¡Déjenme!! ―sigue gritando mientras llora y la agarro de los brazos, levantándola de la cama.
―¡Cálmate! ―La miro, minuciosamente, tiene uno o dos golpes en la cara y su blusa está desgarrada, pero no noto que hayan llegado a más―. ¡Cálmate, soy yo!
Abre los ojos y me mira con toda su vista humedecida por las lágrimas.
―¿Jayce?
―Sí.
No termino de decir nada más, que me pega un cachetazo.
―¡¿Por qué no te pudres en el infierno?! ―Me empuja y sale corriendo―. ¡Imbécil!
¡¿Y ahora qué hice?!
―¡Ellie, espera! ―La sigo―. ¡Es peligroso! ―Cruzo la puerta, pero me detengo al visualizar a Cross, que ya se me adelantó de nuevo.
La interceptó y ya la tiene agarrada, apuntándola con su revólver, justo en la cabeza, su espalda roza el torso de él, mirando para mi lado.
―¿Ves, Ellie? ―dice cerca del oído de ella y sus labios tocan su oreja―. No te eligió ―susurra, pero soy capaz de oírlo.
Imbécil, lo hace apropósito.
Frunzo el ceño.
―No le metas cosas en la cabeza.
―¿Acaso estoy mintiendo? ―El morocho se ríe y mis dientes se presionan―. Niégalo ―me pide y quedo paralizado.
Se forma un silencio, no sé qué decir, no hay nada, no tengo forma de respaldar mi argumento, porque tiene razón.
No se puede defender lo indefendible.
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Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]
ActionEllie Divine, es la hija de un traficante de personas, la mafia más perversa, la red de trata. Ella odia a su padre, por los maltratos constantes que recibe su madre. Un día, harta de la situación, por un arrebato y en defensa propia, termina asesin...