Nota: Holu. :3
Antes que nada, les agradezco muchísimo que lean las tonterías que escribo <3 L@s amo inmensamente <3 Ahora sí, a lo que iba, les advierto que éste capítulo será un poco más fuerte, casi nada, sólo un poquito. :3 . Así que... Bueno, eso era todo. Que lo disfruten, criaturas del infierno. <3En algún lugar de Japón.
En cuanto la inmensa puerta metálica se cerró por completo, todo quedó totalmente oscuro de nuevo. El grito de la anfitriona aún dejaba oír sus ecos por el todo lúgubre cuarto; ambos Yuris tardaron un poco en adaptar sus ojos al repentino y drástico cambio de iluminación, por lo que ver el rostro de su nueva acompañante fue casi imposible por el momento. Sin embargo, medio ciegos o no, (Katsuki un poco más que Plisetsky) no hubieran sido capaces de verle la cara a la mujer de pie frente a ellos, a menos que Vista de Rayos X figurara entre sus cualidades y talentos, pues llevaba una máscara de gatito que ocultaba su identidad; de esas máscaras que se sujetan con una cinta en la parte trasera de la cabeza.
El cabello, al parecer negro, de la chica estaba sujeto en una cola de caballo y le caía libremente por el hombro derecho.
¿Resultaba familiar? Ni en lo más mínimo.
–Hey... ¿No me escucharon? Dije: ¡Hora del espectáculo, nenas! –su voz sonaba amortiguada por la máscara– Por si no leyeron el libreto, ésta es la parte donde ustedes dos saltan de emoción y salen a hacer sus estúpidos programas a la pista. –Se agachó y susurró para decir esto último, como si fuera un secreto– ¿Qué sucede? ¿No lo harán?... ¡Ah, cierto, cierto! Ya veo... Las cadenas y eso, ¿verdad? Bah, qué estúpida. –se burló, llevándose una mano a la frente– Enseguida se las quito, pero ant...
–¿¡Quién jodidos eres, vieja bruja! –escupió el ruso.
La mujer se llevó ambas manos al pecho, como si estuviera agobiada de escuchar esas palabras.
–Oye... No tienes que ser grosero, cariño... Llámame como quieras, me gustan todos los nombres. –saltó una risilla– Excepto Victor, ese nombre me causa arcadas... Ahora... ¿En qué estaba? ... –se quedó en silencio, fingiendo intentar recordar algo– ¡Ah, sí! Las reglas del juego. La cosa es así, guapetones; van a obedecerme en todo maldito momento, harán lo que les diga cuando se los diga. –Su tono ahora era completamente frío– No van a hablar entre ustedes, ni un susurro, ¿queda claro? –se puso en cuclillas, muy cerca de ambos Yuris– Y ésta última va especialmente para ti, Cerdito: Nada de lloriqueos. –pellizcó las mejillas del japonés.
Yuri retrocedió, asqueado y con la cabeza baja; la mujer se puso de pie.
–Eh, Gatita, –dijo, refiriéndose a Plisetsky– si no entiendes alguna regla o cómo se juega, puedes preguntarle al Cerdo; ya hemos jugado varias veces. ¡Es casi un experto! Pero hazlo aquí y ahora, tontito. Recuerda la regla número 2) No pueden hablar, nunca, entre ustedes.
–Jódete. –la respuesta del rubio fue como un puñetazo.
–Qué lindo. –la mujer sacó un puñado de llaves– Les quitaré las cadenas, pero escuchen bien; si se les ocurre intentar algo, mato al otro. ¿Está claro? –no hubo respuesta– Perfecto.
La mujer se acercó primero a Katsuki, introdujo la llave en el enorme candado; la mitad de las cadenas cayeron ruidosamente al suelo. Repitió el primer paso y el resto de las cadenas se unió a la primera mitad.
Aunque Yuri hubiese querido intentar algo, habría sido inútil; la ridícula cantidad de alimento que le suministraban no le permitía gastar más energía de la necesaria. Se paró con dificultad y ayuda de la chica, luciendo el ajustado traje Eros. Como si ya supiera exactamente qué hacer, –y así era– el pelinegro caminó hasta la puerta, estando de frente a ella, adoptó la posición previa a una inspección.
Cuando Yurio estuvo desatado, su primer impulso fue sobar sus muñecas, las cuales sangraban y dolían terriblemente. Empujó rápidamente a la chica cuando intentó ayudarle a levantarse.
No quería, ni un solo segundo, sentir el tacto de esa perra.–No me toques, anciana. Creo que conozco el camino, no tienes que guiarme en el largo trayecto de aquí a la estúpida puerta. –Se estaba arriesgando al usar sarcasmo, pero hablarle así a la tipa que los había secuestrado se sentía muy bien.
Sin embargo, no tardó en obtener una respuesta; el puñetazo de la chica, directo en la quijada, fue lo suficientemente fuerte para mandarlo directo al suelo de concreto.
Yuri se volvió de inmediato; el sonido del chico al chocar con el suelo lo alertó enseguida. Para cuando Yurio levantó la cabeza no mucho después, Katsuki pudo ver cómo la sangre le escurría de la boca, manchando sus dientes.
–Yurio... –estaba horrorizado, corrió para arrodillarse a su lado– Yurio...
–La próxima vez no seré tan gentil, querido. Así que modera tu hermosa boquita, cielo... Y tú, –miró a Yuri– ¿te dije que podías moverte, cariño? –posó su mano en la cadera.
Yuri miró con tristeza a Yurio, le acomodó un mechón dorado detrás de la oreja y le limpió rápidamente la sangre de la barbilla. Se levantó deprisa y se acomodó de nuevo en su antigua posición.
–Aww... ¡Qué tierno! –dio un saltito– Me dan asco... Vamos, levántate, mocoso. No tengo todo tu tiempo, nos están esperando allá afuera... –Yurio se puso de pie con gran dignidad, se secó con el dorso de la mano la poca sangre que Yuri no alcanzó a limpiar y caminó hasta él.
–¿Tengo que hacer eso? –hablaba de la postura de Yuri.
Katsuki asintió levemente, Yurio resopló y obedeció de mala gana.
–Gracias, Katsudon. –le susurró.
–No es nada, Yurio... –suponía que Plisetsky se refería al gesto de limpiarle la sangre un momento atrás.
–Dios. Qué cursis. ¿Son novios, acaso? Agh... Como sea. Vamos afuera, nenas, como dije hace un par de siglos: ¡Es hora del espectáculo!
Caminó un poco y se detuvo hasta encontrarse entre los dos patinadores. Golpeó con fuerza el trasero de ambos.
Aunque el ruso tenía impulsos de romperle la cara a la tipa, se contenía. No podía arriesgarse a que lo que había dicho antes sobre matar a Yuri fuera cierto.
Yuri no hacía más que intentar concentrase en el rostro de Victor aquel día en España, cuando habían jurado en silencio y sin palabras estar juntos por siempre...
“¿Dónde estás, Vitya?”
La mujer corrió el cerrojo de la puerta y ésta se abrió con el mismo horrible sonido de la primera vez. Sólo que ésta vez no era el único sonido.
Detrás de esa gigante masa de acero, una pequeña multitud los vitoreaba. Como si se tratara de una competencia real, la pista estaba dispuesta para ellos, y gente totalmente desconocida ocupaba las pocas gradas alrededor de esta.
Para el japonés esto ya era casi normal, pero para Yurio aún habían cientos de sorpresas que descubrir...

ESTÁS LEYENDO
Hasta Encontrarte
Fanfiction"Pisaré sobre cada uno de tus pasos, lloraré cada una de tus lágrimas... Y no me detendré, hasta encontrarte, Yuri".