Capítulo 6: Revelaciones

151 11 5
                                    

NA: Vaya, el tiempo sí que ha pasado rápido, juraría que apenas ayer era 2016. Qué bueno que ese año ya acabó.

Muy bien, ahora que tenemos los eventos previos ya presentados, es momento de volver con este fic. Y es aquí en donde las cosas comienzan a ocurrir de distinta manera a lo que normalmente habríamos visto en la serie, ¡la parte jugosa!

*****

- Y eso fue lo último que supe de él. - concluyó Lapis un relato sobre una de sus antiguas amistades.

Atardecía en Ciudad Playa, y los dos compinches veraniegos que eran Steven y Lapis aprovechaban el tiempo libre para disfrutar de unos helados bajo el todavía presente y abrasador sol. Ellos se encontraban sentados en una banca al lado de la vereda de la calle, frente a la playa.

- Vaya, pero ¿al menos llegó a conseguir ese tesoro? - preguntó Steven, con notoria emoción.

- Ni idea. Pero con lo ingenioso que era, seguro se las arregló. - le respondió la gema - A ese perro viejo nunca se le escapaba nada, je je. Aunque... - Lapis cambió su expresión por un momento a una más pensativa.

- ¿Aunque...? - inquirió el niño.

- En caso no lo hubiera conseguido, probablemente el cofre seguiría enterrado por allí, en alguna parte. - le comentó ella. - Oye, ¿te animarías a ir conmigo a revisar uno de estos días?

- Claro. - le respondió Steven de inmediato, mientras comía más de su helado.

- ¿Estás seguro? Dicen que el lugar no es precisamente... normal. - le replicó Lapis - Por alguna extraña razón, la luna casi nunca se ve de noche, y en las raras ocasiones en que aparece suceden cosas espeluznantes. No por nada casi nadie se acerca a ese sitio. Bueno, por eso y por el mal oleaje.

- Tsss!... Lapis, por favor. - comentó un despreocupado Steven, reclinándose en la banca y estirando las piernas mientras se cruza de brazos para hacer énfasis. - ¿Recuerdas con quien estás hablando?

- Je je, ya veremos por cuánto tiempo mantienes esa carota una vez estés allí. - le desafió su compañera.

- Pruébame.

Lapis siempre acostumbraba asustar a Steven con cualquier relato que se le ocurriera, algunos basados en hechos reales, otros no tanto, pero últimamente se le estaba haciendo más difícil conseguirlo. Después de todo, el hijo de Rose ya estaba creciendo. Dentro de nada cumpliría 13 años y ya estaba comenzando a dar su segundo estirón, habiendo concluido el primero a los 9 años. Si bien para un humano cualquiera ese tipo de detalles no resulta muy notorio, para Lapis 4 años no son nada: la diferencia era evidente.

Pero siempre, a fin de cuentas, la gema oceánica se las arreglaba para salirse con la suya, y este año no sería la excepción. Tal vez ahora que Steven estaba más grandecito podría llevar las cosas al siguiente nivel. Oh sí, Lapis ya tenía la idea perfecta en mente, y ver al niño todo inocente terminándose su helado... oh, la cara que va a traer al final del día.

Además, él siempre habría mostrado interés en temas relacionados con las gemas. Esto sería como matar dos pájaros de un solo tiro.

- Está bien. ¿Quieres ver algo que de veras te cause escalofríos? - le propuso Lapis con una mirada maliciosa, extendiéndole la mano - Ven conmigo.

Steven la tomó para ser alzado en brazos por la ninfa de agua, ambos alzaron vuelo y comenzaron a alejarse de la ciudad. El viento en la altura soplaba con mayor intensidad, con aquella brisa del mar característica de la región. A la lejanía se podía ver el sol ocultarse tras el horizonte, acolchado por las nubes de varios colores a medida que la noche se iba a cercando, y las gaviotas volaban de vuelta hacia sus sitios de descanso.

Volver a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora