—¡Nos vamos! —le dije firme. Ella comenzó a patalear.
—¡No, no quiero! ¡La estaba pasando bien, Gary! —se quejó.
—¡No me interesa, nos vamos! —sentencié.
—¡Vuelve pronto Carolina! —le gritó Susan.
—¡Claro que si, Su! —contestó la morena, mientras la llevaba encima mío como una bolsa de papas.
—Adiós muchachos, los veo luego —les dije a mis amigos y salí de allí.
La subí a la moto y prendí marcha hacia mi departamento.
Yo no podía dejarla así en su casa, y tampoco podía quedarme en su casa.
Tal vez cuando despierte, piense que soy un pervertido que le hizo algo o alguna cosa de esas.
No dejó de decir tonterías en todo el camino.
Se reía de cualquier cosa, y hasta logró hacerme reír a pesar de que yo iba a regañándola.
Llegamos a mi casa y la ayudé a entrar.
La senté sobre la mesada y comencé a buscar el café.
—Nunca más, ¿entendiste? Nunca más te llevó a ese lugar —le dije.
—Eres un aburrido, solo tú quieres diversión —me dijo.
Me incorporé y la miré.
Ella sonrió y yo solo negué con la cabeza.
—Ahora voy a hacerte un café para que se te vaya la borrachera que te echaste encima, como si no existiera un mañana.
—¡Ni lo pienses! —me dijo y se bajó de la mesada. Caminó hasta el sillón, en donde se acostó pesadamente —No voy a tomar café, odio el café.
—Tienes que tomarlo, ¿sino como se te va a ir eso?
—No lo se, pero no voy a tomarlo —me aseguró —Búscame otra cosa, un vaso de agua o un calmante para el dolor de cabeza que seguro me va a dar mañana. Pero café no tomó ni aunque me amenaces con matarme…
—Eres una niñita caprichosa. Juro por mi vida que jamás voy a volver a sacarte a ningún lado, para que luego te comportes así y tomes como una borracha y te pongas a bailar sensualmente sobre una barra y hagas que alguien más que yo te miré con deseo, porque…
Levanté mi cabeza para mirarla, y ella estaba profundamente dormida sobre el sillón.
Sonreí y con cuidado me acerqué a ella.
Acomodé un poco unos mechones de su cabello.
—Solo tú puedes quedarte dormida, conmigo al lado —dije divertido.
Me acerqué más y la alcé en brazos para llevarla a dormir en la cama.
Como todo caballero que soy no iba a dejarla dormir incómodamente en el sillón, la alcé firmemente.
Ella, media dormida, colocó sus brazos alrededor de mis hombros y escondió su rostro en mi garganta.
Sentí como respiraba profundamente.
Detuve mi paso, ante el escalofrió que recorrió mi espalda.
—Como me gusta tu perfume —susurró —Es tan masculino, y te hace tan irresistible. No te lo había dicho antes pero… tu tatuaje es tan sexy, que hasta ganas de lamerlo tengo.
—¿A si? —dije.
—Aja —dijo ella.
Tragué sonoramente.
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Peligrosa Obsesion
RomanceGary es un chico al que solo le interesan las chicas para una noche y ya. Pero a la llegada de Carolina todo eso podría cambiar. ¿Sera que Gary podrá enamorarse por primera vez, o seguirá siendo el mismo de antes?