Ya No Hablamos

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Notas de autor: Hola, la ociosa esta devuelta. Se supone que no debería hacer esto, que debería hacer mis tareas, pero al diablo con eso. No sé si muchos saben, pero yo amo a Steven Stone y me fascina con May. (Ahora saben) Siempre quise escribir con ellos y nunca me anime a hacerlo, pero lo quise intentar igual así que espero que les guste~

Ya No Hablamos

Abrí la puerta de tu casa, decepcionada como siempre lo hacía últimamente. Por alguna razón, esperaba llegar y verte como antes, sentado en la mesa con un té y unos macarrones de los que tanto me gustaban. Eras tan detallista: tu manera de saludarme, tu manera de mirarme, sabias todo lo que me gustaba y todo lo que no me gustaba.

"¿Ocupada?"

"Un poco." Contesté y me senté cerca de ti. Amaba sentir tu aroma cada vez que apoyaba mi cabeza en tu hombro. Siempre me hiciste sentir en casa; aunque no estaba en mi casa.

"May," Ese tono de voz. Odiaba cuando te ponías serio, porque nunca era algo bueno. "¿Sabes que no tenemos que seguir haciendo esto?"

"¿De qué hablas?" Yo y mi estúpida tendencia de hacerme la tonta cuando me convenía. Sabía lo que me ibas a decir, pero no quería escucharlo, por lo tanto, cualquier cosa que pudiera decir para evitarlo era algo que no dudaría en hacer.

"May," Me dijiste una vez más. "Sabes a lo que me refiero."

Me quedé quieta y te tomé del brazo, apretándote fuerte. "No quiero, no quiero dejarte." Las lágrimas cayeron de mis ojos sin mi permiso, sin poder evitarlo.

Tu secaste mis lágrimas, me abrazaste fuerte. Me dijiste que todo estaría bien, pero no, yo no quería dejarte.

Siempre me dijiste que deberíamos terminar nuestra retorcida, complicada y secreta relación. ¿La razón? Bueno, tú querías que yo me concentrara en ser campeona, en realizar mis sueños. Pero eras un terco, tú no quisiste escucharme cuando te dije que estar contigo era parte de mis sueños.

Después de esa conversación, pasaron unos días.

Vine a tu casa en la tarde para que pudiéramos hablar al respecto, pero me encuentro con la puerta media abierta. Steven, eso de dejar la puerta de esa manera no era costumbre tuya. Extrañada, entre cautelosamente; no te encontré en ningún lugar, pero logro ver que hay una carta encima de la mesa con una pokebola en un lado.

Corrí hacia la mesa, lo primero que decía la carta era: "Para May" Por alguna razón, tenía un terrible presentimiento sobre la carta. "¿Qué significa esto? Steven, tú..." Las lágrimas caían de mis ojos, malditas lágrimas, hacían lo que querían. Abrí el sobre con mis manos temblorosas por los nervios de averiguar que estupidez habías escrito.

Mis ojos recorrieron toda la carta y mis lágrimas no dejaron de caer. Te habías ido. Steven, te fuiste y me dejaste aquí, sola.

Te fuiste, pero yo aún tengo esa estúpida costumbre de venir a tu casa todas las tardes. No sé porque siempre tengo la pequeña esperanza de que te volveré a ver; un día voy a pasar por esa puerta y te voy a ver sentado con una sonrisa, esa sonrisa que me dabas cada vez que me veías llegar.

Te extraño como no tienes idea.

Ya no hablamos, no hemos hablado hace ya bastante tiempo. Steven, me temo que yo aún sigo enamorada de ti, después de todos estos años. ¿Cómo sacarte de mi cabeza? Paso las noches en tu casa, entre las sabanas de tu cama. Siempre me la paso pensando en ti.

Cierta mañana me levante, encontrando algo muy peculiar a un lado de la cama. Eran unas rosas rojas, junto con una pequeña caja de macarrones del sabor que tanto me gustaban. Un poco extrañada, me doy la vuelta y me levanto de la cama. Lo primero que veo son unos zapatos de vestir negros; unos zapatos que reconocería con los ojos cerrados. Lentamente, subí la mirada, encontrándome con tus hermosos ojos azules. Las lágrimas recorrieron mi cara una vez más. Eras tú, después de todos estos años, volviste.

"Bienvenido a casa, Steven."

Ya No Hablamos // HoennchampionshippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora