Capítulo 2: Entrando al palacio

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Al amanecer me preparaba para mi encuentro con Kilian.

— Daté prisa — habló Zain molesto, lanzándome un par de mis ropas.

— No creo que pueda usar algo de esto si tengo que hacerme pasar por una fina princesa. Mirándome vestida así nadie lo creería — contesté enojada y volví a lanzarle las prendas en la cara.

Zain se enojó tomándome y tirándome a la cama de nuevo. Había sido su culpa que ya fuéramos tarde.

— Cuida tus modales o lo arruinaras — le gruñí.

— ¡Quítate ya! — grité molesta, pero él me cayó con un beso salvaje, cuando dejó a mis labios tranquilos, hablé intentando levantarme — pensé que estabas ansioso por deshacerte de mí.

— No sabes cuánto — me sonrió y lo golpeé con fuerza haciéndolo a un lado. Me levanté y tomé la pequeña bolsa con mis pertenencias.

Zain y yo bajamos juntos hasta llegar a la puerta de entrada. Vivíamos en una casa lo suficientemente grande como para albergar a los ocho que habitábamos en ella sin problema. Los demás seguirían dormidos, pues el sol aún no salía. Afuera seguía tan oscuro, cual noche sin luna.

— En realidad te extrañare — me dijo sorprendiéndome.

— ¿Tu? ¿Eres capaz de extrañar a alguien? — me burlé.

— Solo a esto — me abrazó, besándome de nuevo mientras me pegaba a su cuerpo, tocando cada parte del mío. Hasta que tocaron y nos despegamos sin apartar la mirada del otro.

Caminé a la puerta abriéndola, encontrándome frente a mí al príncipe Kilian.

— ¿Eres Josette? — preguntó sorprendido

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— ¿Eres Josette? — preguntó sorprendido. Asentí — es perfecta — sonrió ampliamente y su mirada se dirigió a Zain detrás de mí, que apoyó una mano sobre la puerta. Volteé a verlo sintiéndome molesta. Me pareció que hablaban de mi como si fuera un objeto de cambio.

— Te dije lo bella que era — Zain le sonrió.

— ¿Podemos irnos ya? — exclamé haciendo notar mi molestia.

Kilian extendió su mano hasta mí. Miré a Zain sintiéndome insegura, él asintió y yo volteé de nuevo con el Príncipe apoyando mi mano en la suya. Ambos nos dirigimos hasta el carruaje, me ayudó a subir y una vez dentro buscando a Zain con la mirada. Era la primera vez que nos separábamos.

— Abandóname y no dudare en buscarte hasta encontrarte y patear tu trasero — le grité para que me escuchara mientras el carruaje se alejaba.

Me dedicó una amplia sonrisa apoyado en la puerta cruzado de piernas. Por unos segundos observé sus facciones. Parecía tranquilo y confiado. ¿En verdad me extrañaría?

No hubo despedida, besos, abrazos o palabras dulces. Él no era así.


El caminó parecía eterno. Seguía sin estar segura de esto. Intenté ocultar mis temblorosas manos acariciando la daga que Zain me había regalado la noche anterior. No la había observado con atención hasta este momento. La funda era adornada por una serpiente color aqua devorando un huevo, el mango era de piedra aqua con detalles plateados y al quitar la funda el cuchillo tenia pequeñas ondas que lo adornaban desde la base hasta la punta.

Doceava campanadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora