Afortunados

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A temprana edad entendí que no todas las personas están destinadas a un amor eterno. Algunos tienen la posibilidad de amarse hasta la muerte, otros de fingir amor o amar en cortos plazos que apenas permiten fundar el recuerdo de un corazón completo. Sin embargo, esa posibilidad de mero desnudo, esa exposición frente al otro, esa capacidad de vivir de recuerdos y esperanzas, es el sentido más puro que podríamos encontrarle a la vida. Podemos considerarnos afortunados, porque, aunque en ocasiones vivamos al borde del conformismo producto del efímero lapso de amor, cualquier punto de encuentro con aquellos trozos de nosotros en el otro, serán suficientes para sentirnos plenos el resto de tiempo que nos quede a solas.

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