Todos los juguetes estaban tirados en la tierra, pequeños cochecitos, bolas de muchos colores, soldados de plástico, unas canicas en una botella, lápices de colores, cuadernos de colorear y más. El pequeño niño construía castillos de tierra con una pequeña pala de plástico; rondaba los ocho años, vivía con su abuela, su padre nunca lo quiso pues fue el resultado de una noche de tragos trataron de vivir juntos sin embargo aquel pequeño siempre era testigo de las terribles palizas que le daba ese hombre a su madre hasta que un día sin previo aviso simplemente los abandonó. Quedó solo con su madre, la cual murió cuando él tenía cinco años a manos de un asaltante; se llamó una ambulancia, pero nunca llegó ya que vivían en un barrio peligroso y los equipos de emergencias rara vez atendían un llamado de esa zona de la ciudad, estos suceso lo habían convertido en un niño silencioso, no hablaba mucho. Su abuela lo había criado los últimos cuatro años y era feliz con ella, fue creciendo, dejó de llamarle abuela y empezó a llamarla mamá.
Pasó el tiempo, aquel pequeño niño ya había cumplido quince años, estaba lleno de vida y era fuerte, su abuela ya tenía setenta , siempre había sido una mujer muy sana pero últimamente el asma se había apoderado de su cuerpo y la iba deteriorando de a poco.
Era un día normal, las calles llenas de gente, autos que iban y venían el cielo estaba un poco gris, inundado de grandes y oscuras nubes, el sol no se veía por ninguna parte, la temporada de lluvias se acercaba y los vientos empezaban a soplar más fuerte cada vez.
La campana sonó anunciando la hora final de las clases, el joven empacó todo dentro de su mochila y se apresuró a salir del colegio, bajó las escaleras a toda velocidad y corrió a su casa, no le gustaba dejar a su abuela sola, llegó y la encontró llorando en la sala, llenado unas pequeñas bolsas con su ropa.
- ¿Qué te sucede mamá?-preguntó con el corazón partido en mil pedazos al ver a su abuela llorando.
- el dueño de la casa me ha pedido que desalojemos la casa, no he podido reunir el dinero del alquiler y me dio tiempo hasta hoy.
-Trabajaré mamá, lo juro.
-No podemos hacer nada, ve a empacar tus cosas- aquellas últimas palabras lastimaron fuerte en el corazón del joven.
Empacaron todo, las pocas cosas que poseían que básicamente era ropa ya que todos los muebles le pertenecían al dueño del lugar. Aquella casa iba ser demolida para hacer un gigantesco y moderno restaurante. No tenían donde ir, caminaron sin rumbo por un par de horas, hasta que encontraron un terreno abandonado, con unos cartones y bolsas plásticas improvisaron un rancho. La noche llegó y la lluvia empezó a caer, encendieron un par de velas con cuidado para no quemar su improvisado hogar, el joven y la anciana se abrazaron tratando de darse calor mutuamente; afuera el viento, el agua y los rayos tenían una gran fiesta. La abuela empezó a ponerse mal, una tos terrible la atormentó toda la noche, el joven la cubría con todas las sábanas que tenía disponibles. La abuela lo abrazó muy fuerte y le dijo dulcemente "buenas noches Jacob, hijo mío" y cerró sus ojos para nunca más volverlos abrir.
Al día siguiente Jacob sentía que no podía con tanto dolor, había perdido lo único que le quedaba en el mundo, eran más sus lágrimas que toda la lluvia que caía afuera, su viejita no había podido soportar mojarse toda la noche y ahora estaba muerta, la abrazó una última vez y la cubrió con una sábana. Y se juró a si mismo que esa sería la última vez que lloraría en su vida. Llamó a la policía, la cual llegó y recogió el cuerpo, él no podía cubrir los gastos funerarios por lo que ni tan siquiera pudo sepultarla dignamente. La Policía quiso llevar al muchacho a un albergue, pero este se escapó.
Caminó por las calles haciéndose algunas preguntas, las gotas de agua se estrellaban furiosas contra su rostro ¿Por qué habían tenido que matar a sus padres? ¿Por qué un hombre los echa a él y a su abuela simplemente por no tener dinero para poder pagar? ¿Vale acaso más el dinero que una vida humana?
Continuó caminando, y veía por la ventanas de las casas, que todos comían, hablaban, reían, vio que todo el mundo seguía viviendo sus vidas, a nadie le importaba su sufrimiento. En ese momento empezó a sentir odio por toda la humanidad y su corazón se convirtió en piedra.
Un año después de la muerte de su abuela, quiso hacerle una visita al dueño de aquel restaurante por el cual los echaron de la casa.
El dueño del restaurante dormía. Y sigilosamente Jacob entró a la casa, no quería hablar con aquel hombre, solo quería dejarle un mensaje.
Estuvo unos diez minutos dentro y salió tranquilo, caminando, sonriendo, atrás suyo, aquella casa con su dueño adentro, ardiendo en llamas.
Se entregó a la policía, y después de un breve juicio fue condenado a 10 años de prisión.
Su primera noche en prisión no durmió, no sentía miedo, no sentía sueño, no sentía frío, no sentía nada, agresiones, peleas, intentos de homicidio, sufrió todo eso, hasta abuso de la fuerza por parte de los mismos oficiales de la prisión, Jacob no mostraba expresión alguna de tristeza, solamente alimentaba día a día su odio por la humanidad entera, resentido con la vida, resentido con su padre, resentido con todo lo que le rodeaba, se encontraba en medio de una multitud de personas y se encontraba solo.
Salió de prisión pasaron un par de años hasta que llegó a tener una vida puede decirse que normal, consiguió un empleo administrando una gasolinera.
Una tarde llego una mujer embarazada, le dijo que se llamaba Micaela que la habían echado de la casa por su embarazo, la mujer se miraba desesperada, se notaba cansada, su cabellera rubia un tanto despeinada, tenía unas ojeras terribles, y en el fondo unos ojos marrones llenos de tristeza, se notaba que había estado llorando y mucho, Jacob la observó de arriba, y sintió lastima por ella, le ofreció un empleo y le dijo que disponía de un cuarto extra en su casa. Con el pasar de los días llegaron a tener una relación, la aceptó embarazada. No la amaba, pero como compañía y ayuda en la casa funcionaba muy bien para él.
13 años después
Jacob ha sobrevivido a un ataque nuclear, se encuentra sentado en una silla, recordando todo su pasado, como había llegado hasta este día, ahora líder de una pandilla de matones, en su mente estaba planeando una estrategia para acabar con todos aquellos que se atravesaran en su camino, aún recordaba la primera vez que topó con Tobías quiso unirlo a su grupo pero le pidió que abandonara a los niños que iba con él, y que le diera la mitad de las provisiones, el anciano se negó, y logró huir con los pequeños.
Jacob decidió que no iba soportar rechazos y fui ahí cuando empezó la enemistad con el grupo escurridizo de Tobías.
Su mirada perdida, su corazón frío y apagado, nole teme a la muerte, tampoco es que disfruta matar, simplemente no le importaba nada y no quiere que nadie se atraviese en su camino, reflexiona sobre como deshacerse de aquellas personas. Él sabe que una batalla se aproxima, el momento ha llegado...
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saludos, espero les haya gustado el capítulo.
ahora conocemos más a nuestro personaje Jacob.
Gracias por acompañarme en esta historia.
** estoy un poco saturado de trabajo por eso me demoro en actualizar.
los invito a darse una vuelta por el perfil de LeviAdan escribe unos poemas muy buenos!
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APOCALIPSIS #PGP2017
Science FictionUn mundo post apocalíptico,un joven que puede ser el último ser humano sobre la tierra, un mundo devastado. morir o seguir viviendo? Esta novela esta participando en los @PremiosGemasPerdidas