Lo inesperado

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CAPÍTULO III

Yarin y yo nos decidimos a cruzar aquella puerta. Un montón de dudas nos acababan de asaltar. ¿Por qué a nosotros? ¿Qué acababa de pasar? o ¿Qué pasará? Al final, con la fuerza de los dos, conseguimos que se abriese, y, tras aquella misteriosa puerta había arena, un oasis y... un sendero que se perdía en el horizonte. A mi también me extraño lo del horizonte, pero aquel lugar era tan ampio como el Sahara, pero con agua y comida. Era como estar en un hotel de lujo pero sin servicio.

De pronto, nos percatamos de que no éramos los únicos allí. Había dos señoras flotando, y su parecido era increíble, por lo que supusimos que eran hermanas. Las dos éran muy jóvenes. Había una pelirroja de tez blanca con los ojos verdes, y no muy alta. La otra era de tez morena y cabello negro, y bastante alta.

"Hola, yo soy Marina" dijo la pelirroja.

"Yo me llamo Verónica" exclamo la del pelo oscuro.

"Me llamo Eduardo" dije yo.

"Yo soy Yarin" dijo mi amigo.

"Nosotras somos las diosas hermanas de la salvación de los más puros, y os hemos escogido a vosotros de entre todos los hombres que han pasado por estas tierras" explicaron las dos al mismo tiempo.

"Entonces, ¿somos nosotros los hombres más puros de todo el país?" pregunté.

"Si, además sois los elegidos de Dios para conseguir el Tesoro de los Templarios. Si lo conseguís, sereis también los hombres más ricos del planeta" dijo Verónica.

"Entonces vayamos en bisca de la aventura y el dinero. ¿Te apuntas amigo?" me preguntó Yarin

"Claro que me apunto" respondí yo.

"¿Por dónde hemos de ir para encontrar tal tesoro?" pregunté yo.

"Tenéis que seguir la senda que os indique el mapa." exclamó Marina

Entonces nos dimos cuenta de que cada uno de nosotros tenía un mapa en el bolsillo, que nos habrían metido ellas mientras que nosotros dormíamos.

"Id con cuidado. Nosotras velaremos por vosotros desde aquí. Si tenéis problemas gritad nuestros nombres. Adios" dijeron las dos otra vez al unídono.

Avanzamos algo de camino, y, cuando estábamos seguros de que no nos oirían, le dije a Yarin.

"¿Debemos fiarnos de ellas?"

"¿Y por qué no?" contestó él.

"No lo sé, pero me dan mala espina" le respondí.

"Bueno, pero es lo mejor que tenemos... así que fiémonos de ellas" dijo Yarin.

"Venga, sigamos nuestro camino, que a este paso no llegamos ni para el año que viene"

El templo secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora