Era viernes por la noche y él no iba a salir a ningún lado.
¿Qué coño le pasaba?
Un viernes normal a esa hora estaría en algún bar atestado de gente o en una discoteca de moda. Seguramente estaría bebiendo hasta el punto del desconocimiento o intentando ligar con una chica de la cual olvidaría su nombre a la mañana siguiente, si no lo hacía antes.
Pero ese no era un viernes normal.
Igneel Dragneel, su padre, se había convencido a sí mismo y todos los demás que sería muy buena idea que su hijo menor y futuro heredero empezara a relacionarse con diversos temas de la Empresa que en un futuro no muy lejano dirigiría.
Esta era una de las empresas más conocidas de toda Magnolia. Se podría decir que hasta de Fiore.
Según palabras de su padre, tenía que aprender desde temprano todo lo que tenía que hacer y conocer todo lo relacionado con esta.
Aburrido.
Y una mierda también.
Desde que había empezado a trabajar allí a tiempo parcial, se había dado cuenta del coñazo que sería su futuro trabajo.
Cuando terminara la carrera y se convirtiera oficialmente en el heredero de Igneel Dragneel sería el foco de la prensa y todas esas salidas desenfrenadas, fiestas salvajes y borracheras locas tendrían que estar fuera de su vida.
Estaba cansado de toda esa mierda.
Él quería hacer cosas alucinantes que le subieran la adrenalina a las nubes y estudiar precisamente no era lo más divertido en su vida. Y por supuesto tampoco lo seria dirigir la empresa de la familia.
Daba gracias a quien fuera que estuviera allí arriba por haber podido salir de ese enorme edificio que su padre dirigía.
En ese momento solo tenía ganas de llegar a casa y olvidarse del mundo y toda la mierda que cargaba encima a pesar de que solo eran las nueve de un viernes.
Nuevamente, ese pensamiento lo deprimió.
¿Cuántas cosas habían cambiado en tan poco tiempo?
La calle por la que caminaba se encontraba casi completamente desierta si no fuera por las suaves luces de algunos locales que estaban cerrados y los pocos coches que se encontraban aparcados entre los que destacaba un Audi R8 de color rojo cereza.
Su precioso y maravilloso coche.
El gran amor de su vida.
En unos pocos pasos llegó a su preciosidad de color rojo, mientras sacaba las llaves del bolsillo delantero de sus vaqueros.
El fuerte portazo y el posterior golpe hicieron que levantar la cabeza desorientado y con el ceño fruncido, pero este cambio rápidamente al ver lo que tenía en frente.
Le gusto lo que veía.
Le gustó mucho.
Delante de la puerta ya cerrada de, según lo que decía el cartel, un estudio de Ballet se encontraba una chica cerrando y asegurando la puerta con llave para después cerrar la verja metálica con candado.
Cuando se incorporó y se dio la vuelta, Natsu quedó sin palabras.
La chica era preciosa.
Alta pero no mucho, con un cuerpo excelente. Caderas anchas, cintura pequeña y unos pechos generosos. Tenía el cabello largo rubio dorado recogida con un lazo negro en una coleta alta desecha que le llegaba a media espalda con el flequillo echado a un lado.
Natsu sonrió.
Al final de todo puede que su día mejorara.
Podría divertirse con ella.
Estaba por cruzar la calle cuando el fuerte sonido del motor de un coche rompió el silencio de la calle.
Un Range Rover sport phev enorme y de un color blanco brillante apareció desde el final de la calle parando justo en frente de la chica.
No supo porque, pero la boca se le seco, el corazón se le acelero y al vista quedo fija en los suaves labios de la rubia cuando estos se curvaron en una gran sonrisa dejando ver sus blancos dientes.
Observó con fascinación el movimiento de sus labios mientras hablaba con quien quiera que estuviera dentro del coche, con los ojos brillantes y sin perder la sonrisa.
Era algo tan sencillo, algo tan corriente y tan normal que lo dejo casi sin respiración.
En unos segundos la chica había subido al coche y había desaparecido al final de la calle.
Natsu se quedó allí mirando el lugar por el que se había perdido mientras una sonrisa ladina empezaba a aparecer en su cara.
Hacía mucho que no se sentía tan lleno de emoción por algo, en ese caso alguien, y eso le había sorprendido y le había gustado a partes iguales.
Sin perder la sonrisa, subió a su coche.
No sabía quién era ni como se llamaba, pero como que se llamaba Natsu Dragneel que lo iba a descubrir.
Y se iba a divertir.
O por lo menos eso esperaba...
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Llegó la hora
FanfictionAunque nunca lo admitiera en voz alta le encantaban los rumores sobre él. Era tan divertido escuchar por los pasillos su nombre, que hasta el mismo había corrido algunos solo por diversión. Natsu Dragneel era el nombre que todos en la Universidad Fa...