Capítulo 41:"Llegaremos."

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Miércoles, el vuelo de mis padres a Bogotá – Colombia sale el miércoles a las ocho de la mañana, pues bien, estamos lunes.

¿Qué quiere decir eso? Que de seguro este será el peor inicio de semana de toda la historia de Caroline Manson, o debo decir simplemente, Caroline.

Después del acogedor almuerzo que tuve con esta nueva familia que acaba de adoptarme, subí a mi habitación, en donde decidí encerrarme hasta que algo nuevo pasara. Tomé el celular esperando que algo llamara mi atención, así fue...

@Matt_River7 le ha gustado tu foto.

Esta notificación se repetía 234 veces en Instagram, la cantidad exacta de publicaciones que tengo en mi cuenta personal. ¿Esto debería asustarme? Sonreí instintivamente a la pantalla de mi celular y salí de la aplicación, debía hacer una llamada muy importante.

—Sé que ha pasado muy poco tiempo, pero Carol... luces tan radiante, que me es imposible no pensar que Matt te hace tanto bien —comentó Yuko.

Estábamos tumbadas en mi cama, con la cabeza guindando de ésta sintiendo toda la sangre en ella, mi llamado muy importante era a la que ahora considero mi mejor amiga.

—Lo sé, lo sé, lo de anoche ha sido increíble, todavía siento cosquillas en mi espalda.

—¡Pícara! —hincó con la punta de su dedo índice en mis costillas causando dolor y risa por lo que me quejé— Entonces las cosas no fueron tan mal anoche.

—Ni te creas —rodé los ojos y le di inicio al otro lado del cuento, la parte en la que papá me quitaba su apellido y todo lo que este contrajera— ¿Cómo le ves? Ya ni siquiera soy una Manson.

—Por un demonio, claro que lo eres... Ese tipo está loco. Las cosas te están saliendo bien ahora, no te preocupes por eso, tienes a tus hermanos, tienes a Jay, me tienes a mí, tienes a tu enorme familia de veinticuatro. ¿Qué ha de pasar?

—No creas que he olvidado nuestra investigación, Yuko Holmes, deberíamos retomarla.

—Vaya, lo hemos dejado de lado. Yo creo que no podremos solas, necesitamos ayuda.

—¿De quién? Si apenas decimos algo al respecto a alguien cree que somos unas niñas de 4 años jugando a los detectives.

—Yo sé quién va a creernos —sonrió de lado, así como en esas películas de humor, impulsó sus pies hacia delante, terminando magníficamente de pie tras dar una voltereta completa—Vamos, tenemos un largo viaje que emprender.

Sin decir nada más, como no tenía planes por esta tarde, decidí seguirla. Fuimos en su auto, papá y mamá no notaron cuando salí y en caso de que lo hubieran hecho ¿qué? Total, no soy una Manson, ¿no?

Cuando Yuko dijo "largo viaje", creí que sería metafórico, no literal. Llevamos más de cuarenta minutos en auto, y aún no llegamos, el sol empieza a descender y los rumbos por los que conducimos no son del todo agradables. Las cuadras aquí son más reducidas y con menos luminosidad, las casas son pequeñas y mal cuidadas, con pocos negocios y muchos jóvenes en la calle jugando futbol, fumando, besándose o simplemente bebiendo alcohol. Los autos son contados y la mayoría de ellos están parqueados aquí por lo que parecen años, una mujer de unos cincuenta años con lentes, barría su vereda en bata con unos graciosos moños en la cabeza, ocultando su tierra bajo la llanta de uno de estos autos, al ver el carro en el que íbamos sonrió mientras negaba con la cabeza y nos veía recorrer el lugar. El auto estacionó en una casa de una planta, tenía un pequeño jardín frontal de apenas un metro según mis cálculos, las rejas delanteras estaban cubiertas por una espesa masa de enredaderas de hojas que necesitaban urgente una pulida. El color naranja hueso de la casa contrastaba de mal gusto con el negro de las rejas empolvadas.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora