Aquí estaba de nuevo. Avanzando entre los árboles del bosque mientras observaba a la rubia experimentar con su velocidad y reflejos, sintiendo como el sol penetraba en mi piel ligeramente pero sin llegar a broncearla. Todo era igual a aquellas veces en las que mi hermana ocupaba el lugar de Dakota, el crujido de las ramas y hojas bajo nuestros pies y el olor a tierra húmeda seguían allí. Juro que casi podía sentir los bufidos de Emily al notar que no era lo suficientemente rápida como a papá le gustaría que fuese, o sus risas cuando le decía cosas sin sentido para animarla. Demasiados recuerdos junto a la castaña habían quedado atrapados y guardados entre los árboles de ese bosque increíblemente familiar para los míos y para mí.
-Eso es. Lo haces bien.- La alenté corriendo junto a ella. Pero entonces una escurridiza roca se interpuso frente a sus pies y cayó al suelo- ¿Estás bien?.- Pregunté deteniéndome de golpe a su lado y ayudándola a levantarse.
-Eso creo.- Dijo mientras sacudía su ropa y arreglaba un poco su cabello el cual había quedada algo enmarañado.
-Debes concentrarte un poco más. Controla la velocidad sin abandonar la atención en tus sentidos y entonces evitarás estas caídas.- Asintió con la respiración un tanto agitada antes de comenzar a caminar.
-Se siente bien.- Murmuró luego de un rato en silencio y la miré confundida- Me refiero a la sensación de libertad que me invade cuando corro sin que nadie pueda detenerme. Sería más fácil huir.- Lo último fue casi un susurro.
-¿Puedo hacerte una pregunta?.- Pasé una de mis manos por mi pelo para continuar- ¿Quién te hizo daño esa noche? ¿Qué lo llevo a herirte?.- Sus ojos azul grisáceo conectaron brevemente con los míos y en ellos pude notar el miedo.
-Mi padrastro.- Dijo con un hilo de voz bajando la mirada a sus pisadas- Mi madre murió hace dos años y he vivido con él desde entonces. Es un completo borracho y supongo que buscaba deshacerse de mí.
Se encogió de hombros mientras suspiraba con nostalgia y seguía su camino con la mirada fija hacia el frente. Puse una mano en su hombro y le sonreí tratando de darle apoyo.
-Es un desgraciado. Si hubiese llegado minutos antes hubiese acabado con él.
-Ese día cuando llegó a casa, discutió conmigo y me obligó a subir a su camioneta. Nos internamos en el bosque y sin más sacó un revólver para dispararme.- Continuó como si tratase de recordar y comprender todo lo sucedido aquella noche.
-Lamento haber hecho esa pregunta. Pero ahora no debes pensar más en eso, estás a salvo con nosotros y puedes quedarte todo el tiempo que necesites.- Aseguré visualizando la casa a unos cuantos metros de distancia- Este puede ser tu hogar. Si tú así lo quieres.
-Muchas gracias. Todo esto es nuevo pero de algún modo creo que es lo mejor que pudo haberme pasado.
Nos adentramos por la puerta trasera y de inmediato escuchamos demasiadas voces unas sobre otras acompañadas de risas. Guíe a Dakota hasta el comedor y noté a toda la familia reunida para el clásico almuerzo Jauregui de todos los domingos, en donde mi padre encendía la barbacoa y mi madre preparaba su puré de papas casero. Sonreí admirando el ambiente que me rodeaba, no teníamos uno de estos desde hace meses.
-¡Llegan a tiempo! ¡Rápido, tomen su lugar!.- Asentimos ante las palabras de mi madre y rodeé la mesa hasta mi lugar, el cual se encontraba junto a Camila.
-Hola.- La morena me sonrió y yo deposité un beso en su mejilla para después tomar asiento a su lado.
-Bueno familia creo que es la hora de dar la bienvenida a nuestra nueva integrante.- Dijo mi padre mientras le sonreía de manera amable a la sonrojada chica al otro lado de la gran mesa. Noté que Liam no le quitaba la mirada de encima.