El amor es,
la más egoísta de las pasiones.
Alejandro Dumas.Antes de que él desapareciera. Antes de que Kaneki Ken volviera y todo terminara, se lo diría de una vez. <<Arima-san, estoy enamorado de usted>>. Luego su rostro impasible se llenaría de repugnancia ante tales palabras, le ordenaría que se marchara, él obedecería y detrás de la puerta cerrada comenzaría a llorar pero libre al fin del peso de la falsa esperanza; de que Arima quizás también lo amará como él lo hacía.
La lluvia gelida resbalaba por su cuerpo para después morir al chocar contra el suelo de manera inminente. Levantó el rostro al cielo y disfruto de la desolación de la noche, de aquella luna que tantas veces miró junto Arima. Si daba media vuelta.....
Se quedó inmóvil durante unos momentos, absorto en sus pensamientos, en ese anhelo. Parecía que el mundo estaba impregnado del aroma embriagador de Arima. ¡No!, quería que Arima supiera de ese pecado que lo consumía y no lo dejaba pensar en nada más. <<Lo amo, Arima-san>> <<Lo deseo, Arima-san>>. Destruir por fin esa relación alumno-mentor y que lo mirará de manera diferente incluso si era con repulsión.
Sus pasos huecos, repitiendo el silencio una y otra vez a medida que avanza en las desoladas oficinas centrales del CCG hasta llegar al ascensor. <<Piso 15>>, ese era su destino. Pulsó el botón y comenzó ascender. A través de las ventanas que eran altas y con vidrio claro; sólo se veía oscuridad. Pensar que su felicidad en este mundo por la que había luchado tanto fuese solo un preludio engañoso. La lluvia parecía querer destrozar las ventanas, arremetían contra estas con toda su fuerza. Entonces el pequeño Kaneki—que le había seguido con un libro bajo el brazo—le obsequió una sonrisa letal.
—Aun estás a tiempo de evitar cometer la estupidez que ronda por tu cabeza, y con ello evitar que el segador te rechace—prosiguió con su vocecilla dura y fría—si ignoras mi advertencia, las consecuencias te perseguirán.
Envenenaba con sus palabras de manera rápida e insensible, tenía razón pero ya lo había decidido, no cambiaría de opinión. Aquel sentimiento de incontenible reverencia y respeto por Arima Kishō se había tornado en un deseo que no podía sofocar.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Haise salió y arrastrando sus pasos se dirigió hasta la oficina de Arima. Se detuvo ante la puerta, Kaneki le impedía el paso.
—Detente Haise. No me humilles de esta manera.
—Mientras tenga el control sobre este cuerpo haré lo que yo quiera—dijo con voz apenas audible y llamó a la puerta.
—Adelante.
Haise recompuso su fachada tratando de aparentar tranquilidad y entró con paso lento pero firme. Arima estaba de espaldas, observando fijamente la luna. Haise lo miró un momento, angustiado, avergonzado y anhelante. <<¿Qué le diría cuando le confesara sus sentimientos por él? >>.
—Arima-san....
Reconoció la voz de aquel susurro y se dio la vuelta algo confuso; Haise estaba algo pálido, completamente empapado, tenía los labios entreabiertos; le llamaba con la belleza de un ángel caído. Su mirada estaba clavada en el suelo, esa mirada que hipnotiza y facina la razón de aquellos pobres que caían en sus redes aún sin pretenderlo concientemente.
Arima vigiló sus movimientos pacientemente dos minutos, después otros cinco hasta que finalmente rompió el silencio.
—Traeré una toalla para que te seques-y continuó con voz suave pero firme- entonces habláremos.
Haise se mordió el labio y negó con la cabeza.
—Espere Arima-san, no le robaré mucho de su tiempo.
Pronunció estás palabras con la más completa tranquilidad; era dueño de sí mismo. Su acento tenía en aquel momento algo de insolente. Arima no respondió. Aquel tono inesperado, algo altanero que uso Haise lo sorprendió. Sin embargo cuando levanto la mirada y se encontró con la de Arima, su confianza y tranquilidad desaparecieron. No podía articular ninguna palabra. Entonces una voz surge de la oscuridad, burlona y discordante.
<<Debí de imaginarme esto, Haise tú no eres capaz de....>>
—Arima-san, estoy enamorado de.....
Arima le interrumpió y respondió con voz cansada:
—Así que solo era eso. No obstante creo que Akira sería un mejor confidente en este tipo de tema.
Haise se acercó a Arima con nerviosismo mientras Kaneki se ría por su "fracaso". Alargó la mano y agarró el cuello de su traje para aproximarlo a él. El rostro de Arima estaba tan cerca que Haise podía sentir su calor. Un vago sentimiento de duda y terror empezaba a dominar sus facultades. No era tiempo para dejarse llevar por ese tipo de sentimientos, así que los apartó de su mente.
—No me ha dejado terminar Arima-san—dijo, desplazando una de sus manos hacia la nuca de Arima.
—Haise....(no lo digas)
—Estoy enamorado de usted, Arima-san.
Haise cerró los ojos y eliminando la poca distancia que los separaba lo besó. Tenía un sabor muy especial; la sangre que inundaba su paladar. Abrió los ojos y se apartó de Arima pero estaba todavía tan cerca que Haise pudo ver como la sangre aún fluía de sus labios. Sintió una terrible culpa, había lastimado a Arima.
—¡Lo siento Arima-san, yo no quería lastimarlo!
—Haise, espero que seas consciente de que esto merece un castigo.
—Sí, Arima-san....—respondió Haise, estremeciéndose al sonido de su voz y volviendo a cerrar los ojos en espera del castigo. Debía sentirse arrepentido y avergonzado por sus acciones. Sin embargo, a pesar de que ya habían pasado unos minutos desde la separación, aún palpitaban sus labios, su cuerpo se estremecía de angustia y de placer. Tenía las mejillas encendidas, la respiración entrecortada. De pronto sintió las manos de Arima en su cintura. Cuando abrió de nuevo los ojos, Arima estaba inspirando el aroma de cabello y cuello.
—Tu aroma....Tus labios... simplemente todo de ti—murmuró, con un suspiro de resignación, apretando su brazo alrededor de la cintura de Haise—. Una vez que las cosas están así de rotas, ya no se puede devolverlas a su estado anterior. No puede deshacerse.
—¿Arima-san?
Lo besó en silencio, haciéndolo más largo y apasionadamente al llegar a su garganta. El corazón de Haise latía con fuerza, su respiración subía y bajaba en jadeos. Cuando se tumbaron en el sofá, los suspiros ahogados se convirtieron en gemidos. La ropa terminó en el suelo a medida que ambos se comunicaban por los dedos, las caricias tibias, los besos, en la boca, el torso, las piernas y los muslos. Con un violento abrazo se confundieron sus respiraciones. Arima lo escucho gritar su nombre, acomplarse a él con desesperación. El calor, su fragancia, su sabor, todo le daba vueltas en la cabeza.
Una vez consumida la caída, se buscaron con la mirada los rostros. No había duda que nada entre ellos volvería a ser como antes. Y aunque Arima sabía que pagaría un precio muy alto por ceder a sus sentimientos por Haise, sabía que valía la pena.
—Te amo, Haise.
Y el sonido de un libro cayendo al suelo se disolvió en estas palabras.
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Love song
FanfictionHaise siente que su conciencia va desapareciendo cada vez más por lo que toma la decisión de confesarle sus sentimientos a su mentor; Arima Kishō. ¿Cuál será la reacción de Arima ante esta declaración, y, qué consecuencias traerá?