37: Permisiva

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Jayce

Freno mi coche y miro por el espejo retrovisor. Los seguidores de S han dejado de seguirme. Esto es demasiado extraño. Arranco nuevamente y continúo mi viaje en busca de Ellie. Siguiente parada, una de las casas de Cross. Voy tranquilo todo el camino y eso me pone neurasténico. Es como si tuviera tiempo para pensar. Me desespera.

Al llegar, ya estoy que exploto. Necesito descargar adrenalina. Tengo que matar unas cuantas personas. Muevo mi mano que está tensa y agarro mi arma, para luego bajar de mi vehículo. Rompo la cerradura de la puerta, de su lujosa mansión, pero ni siquiera hay guardias.

Cada vez más raro.

Visualizo a Ellie al final del pasillo y corro hasta ella. Está atada de pies y manos, sentada contra una pared con una mordaza, se la saco para luego quitarle todo objeto que le imposibilita moverse y la ayudo a levantarse. No le digo nada, la última vez que hablamos, no ha sido una de nuestras mejores conversaciones. La guio hasta afuera y ella me sigue callada. Respeto su silencio hasta que entramos al auto. No vaya a ser, que justo nos pongamos a discutir, mientras el enemigo puede estar cerca.

Arranco mi vehículo y ahora sí, me dispongo a hablar.

―Primero lo primero, no he llegado tarde, ¿cierto?

―No ―dice en tono bajo y continúa callada mirando al frente.

―Okey, siguiente pregunta, ¿por qué me abofeteaste?

―Porque te acostaste con Estefanía.

Auch, he sido descubierto.

―Supongo que debo disculparme ―aclaro.

―¿Por qué? ―pregunta y me mira, pero yo mantengo la vista en la calle, entonces freno en el semáforo.

―Por romperte el corazón. ―Sonrío y ahora sí, puedo observarla. Tiene la mirada perdida. No logro deducir lo que está pensando.

―Ya lo has hecho muchas veces, no es necesario. ―Vuelve a mirar hacia el frente―. Quizás yo debería pedirte disculpas.

Okey, esta conversación se volvió más rara de lo habitual.

―¿Por qué deberías pedirme disculpas? ―Levanto una ceja.

―Por nada.

―¿Estás segura que no te pasó algo ahí dentro? ―intento indagar.

―Segurísima ―solo se limita a decir.

El semáforo vuelve a cambiar y nuevamente conduzco hacia el frente, hasta virar a la izquierda, a una velocidad moderada. El silencio regresa al ambiente y me estoy irritando.

Entre que no maté a nadie, todo está muy tranquilo y no tengo sexo hace unas horas, me estoy pudriendo. Ya es tarde y ni siquiera he comido. Estoy irradiando odio.

La oscuridad me está llamando.

Llego a la mansión Markov y bajo molesto, veo a mi padre, pero lo ignoro, aunque él no me hace mucho caso tampoco, está con su típico té y su sonrisa relajada en aquel living. Voy hasta la cocina y le pido al chef algo de comer. Ellie me alcanza y se queda mirándome fijo.

―¿Qué? ―digo, sentándome en una de las sillas de la mesa.

―¿Estás enojado? ―pregunta ruborizándose.

¡¿Por qué se sonroja?! Cada vez la entiendo menos.

―¿Y a ti qué te parece? ―exclamo arisco y ella se sienta a mi lado.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora