34

410 34 10
                                    

-¿No te da vergüenza? -Mi padre vuelve a hablar de pie a través de los barrotes. Su pie golpea una y otra vez el suelo impaciente, sólo le falta tirarse los pelos de la cabeza.

Mis manos rodean la jaula sin asco.Apoyo mi cara en los fierros de metal cerrando mis ojos cansada. 

-Saca tu cara y manos de ese $sucio lugar. -Chilla mamá detrás de mi padre sentada en una banca insípida de color verde.

Desde anoche que estoy aquí en esta especie de calabozo, en realidad no sé como se llama, creo que se llama así. Lo único que sé es que esto no es la cárcel y mis papás actúan como si lo fuera.
Cuando llegué los uniformados me hicieron entrar aquí con lo que creí que era una loca, una chica de dos años mayor que yo,  tenía su pelo azul, piel pálida y unas ojeras gigantes, me dijo que se había puesto a pelear con una mujer en una fiesta y por eso la habían traído aquí. Acaba de irse hace unas horas. Su nombre era Azhul. Sí, como el color pero con H.

Acaban de llegar mis padres y un bombardeo de preguntas. Sólo me he mantenido sentada mirando hacia el suelo, suspirando aveces y rondando los ojos sin hablar.

-¡Jamás volverás a ver a ese chico! -Vuelve a gritar papá. -Predicador el muy hijo de puta...-Habla con ironía para sí mismo y río para mis adentros pensando en cómo se creyó ese cuento.

-¿Que pretendes hija? -Pregunta mamá con ambas piernas cruzadas. Subo la mirada a su rostro.

-Nada. -Encojo mis hombros. -¿Me sacarán de aquí?

-No. -Responde papá. Mamá lo mira frunciendo el ceño y yo con la boca abierta.

-¿Cómo quieres que nuestra hija pase más tiempo aquí? ¡Es peligroso!  -Protesta mamá y puedo mirar de reojo a los guardias pendientes del show.

-¡Ella se lo buscó! -Responde dando pasos firmes hacia la salida. Ella me da una mirada de lástima y se va detrás de él. Como siempre.

-¿Qué hiciste tan mal para terminar aquí? -Un guardia se acerca disimuladamente.

-Nacer. -Digo moviendo mi cabeza de atrás para adelante, golpeándola contra los barrotes. Obvio no tan fuerte, no quiero quedar más tonta.

Escucho una risa y luego se marcha por donde vino.

-¿Puedo hacer llamadas? -Pregunto levantando mi cabeza esperanzada.

-No.

Suspiro poniéndome de mal humor, esto está aburriéndome. La tarde pasa y pienso  en mi infidelidad. Prometí no torturarme con eso pero es imposible, merezco esto. Odio admitirlo pero tengo que decirle antes de que se entere por otra persona.

Comienza a oscurecerse y la figura de mi padre entra por la puerta de la comisaría. Me da una mirada de desaprobación y los guardias me sueltan, no digo ninguna palabra. Salgo del lugar y entro al auto en silencio, sin dejar de sentir la mirada clavada de mi padre en mi por el espejo retrovisor.

-Te has salvado del instituto. -Dice en un tono duro. Un peso en mi pecho se hace presente, rabia, mucha rabia.¿Cómo es posible que me deje sin educación? -Sólo porque empiezan las vacaciones de invierno. -Completa sin dejar de sonar molesto. 

Doy un suspiro relajando mi cuerpo. Por un momento pensé que me habían retirado del Instituto. Vaya que estoy mal, ahora todo me lo tomo en contra. 

Lo ignoro manteniendo la vista en la ventana y coloco las manos en mis orejas impidiendo que todo sonido del exterior entre por mi oído. Especialmente su voz. Miro de reojo su cara fruncida, sus labios se mueven pero no escucho con claridad, golpea el manubrio y el auto se detiene, por suerte, llegamos. Bajo corriendo hasta entrar a la casa y subir las escaleras. Antes de abrir la puerta de mi habitación, me encuentro con mi madre.

DemianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora