Podría ser

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Desclaimer: Kuroko no Basuke no me pertenece. Todas mis historias están publicadas en fanfiction.net también. Disfruten la lectura.

                Capítulo único

Cualquiera que lo viera sin una pelota de básquet un sábado por la mañana, pensaría inmediatamente que Satsuki lo había arrastrado a uno de sus tantos paseos por el centro comercial, donde él cargaría sus bolsas obligatoriamente, pagaría la comida y la acompañaría hasta su casa, situación que lo molestaba siempre. Pero no estaba en el centro de Tokio por Momoi, sino por Tetsu, que le había pedido que lo acompañara. Se hacía una idea para qué lo quería, después de todo, hoy era el cumpleaños de Kagami.

Ahora que lo pensaba, luego de graduarse de la preparatoria, no se habían visto en meses. La universidad era un dolor de cabeza constante y no le dejaba tiempo para salir con sus amigos. Apenas si tenía un rato libre para jugar básquet después del entrenamiento.

La verdad es que extrañaba entrenar con la Generación de los Milagros, pero eso jamás lo diría.

—Hola.

Kuroko lo saludó con su inexpresividad habitual, apareciendo de la nada como siempre. Aunque Aomine ya estaba acostumbrado a la poca presencia de su amigo, eso no impidió que se asustara un poco.

—Déjate de formalidades, ¿para qué me llamaste?—preguntó, soltando un bostezo mientras se pasaba una mano por el cabello—¿Olvidaste comprar el regalo para Bakagami?

—Sí, no tuve tiempo en la semana. Quiero comprarle unas zapatillas nuevas—contestó, mirándolo fijamente, como si lo analizara.

—¿Ah?—soltó, confuso—.No me necesitas para eso.

—Tienes el mismo número de zapatos. Además, quiero comprarle algo de ropa—comentó. Si comparaba las alturas de ambos jugadores, podía suponer que eran de contextura similar y por lo tanto, lo que comprara le quedaría perfecto a su novio.

—¿Quieres que sea tu modelo?—indagó comenzando a caminar hacia el centro comercial más cercano. Kuroko lo imitó y se puso a su lado.

—Sí, te recompensaré de alguna forma—respondió, pensando en cuánto dinero iba a gastar en una docena de hamburguesas para Aomine.

—De acuerdo, entonces tomaré lo que es mío—dijo. Cogió el brazo de Tetsuya y lo atrajo hacia él. Con su otra mano tomó la barbilla del chico y lo acercó hasta casi saborear sus labios, pero la mano del jugador fantasma lo detuvo a tiempo.

—Por favor, no hagas bromas como esa o me enojaré—sentenció, zafándose del agarre.

Desde que es pareja de Kagami, a Daiki le encantaba hacer ese tipo de juegos, sobre todo frente a su novio, que siempre se enojaba y lo desafiaba a un partido, terminando ambos con golpes y arañazos. Francamente, eran peor que niños pequeños. Esperaba que sus futuros alumnos de jardín infantil no fueran como esos dos.

—Está bien, lo entiendo—afirmó, colocando ambas manos en alto para evitar otro regaño del pequeño. No quería enojar a Tetsu de nuevo, era tan aterrador como Akashi y sus tijeras.—Que aburrido.

—Kagami—kun se molestará contigo otra vez—mencionó.

Ambos comenzaron a caminar nuevamente. Kuroko observaba de reojo las tiendas del centro por si encontraban alguna oferta antes de llegar al edificio comercial, donde estaba la ropa favorita de Taiga.

—Sigo sin entender qué le viste a ese idiota—opinó tratando de sonar casual, como si en verdad no le importara.

—Él es mi luz—contestó sin dudar, viendo a su amigo con extrañeza.

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