Capítulo 11

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El verano oficialmente terminó y llegó la hora de volver a la universidad, de recursar esa materia que pudo más conmigo en el último curso. El primer día tomando fisicoquímica de nuevo se sintió demasiado extraño, por un momento me sentí boba por volver a tocar temas que ya conocía, ¡por Dios! Estudié por semanas, por supuesto que conozco el temario y estoy segura que esta vez va a ser más sencillo. Además, la profesora Rosalía era tan diferente a Carmen. Desde esos primeros veinte minutos de clase supe que este curso iba a ser distinto, Rosalía adoraba dar clase y se notaba, me gustaba que los docentes realmente demuestren que aman su trabajo. Incluso Julieta se mantuvo atenta toda la clase, dado que siempre tiene sueño, esta vez no la vi bostezar ni una vez.

—¿Quieres ir a comer a la cafetería? —Cuestiona Julieta una vez que salimos del salón.

—Ahmm no, me quedé de ver con alguien para ir a comer.

—¿Lo conozco?

—No, es una larga historia que luego te contaré. Se me hace tarde... ¡Te veo después!

Caminé rápidamente por el corredor, con dirección hacia el estacionamiento. Quería irme ya, sabía lo que me esperaba al salir de la universidad, no solo me tenía nerviosa el salir con Dan a comer, creo que eso es lo de menos, lo que me tiene nerviosa es que posiblemente hoy retomemos ese tema que hemos dejado pendiente. Claro, ninguno de los dos se ha atrevido a decir una sola palabra de lo que sucedió en el cine, pero esta invitación a comer se me ha hecho demasiado sospechosa, ¿cómo por qué querría «celebrar» el primer día del semestre? El primer día no cuenta. Es más, en mi primer día de universidad llegué tarde, así de poco importante consideraba los primeros días.

Sin embargo, aquí estaba ya detrás del volante, mirándome en el espejo de vanidad antes de ponerlo en marcha. Me peiné con las manos los castaños cabellos, me aseguré de aún tener el maquillaje en los ojos casi intacto y me puse brillo en los labios, sí, estoy jodida. Me estoy acicalando para alguien a quién juraba no lo veía como algo más y lo peor es que todavía me niego a aceptarlo públicamente.

Y prendí el auto, puse la palanca en R y pise el acelerador con cuidado para salir del cajón de estacionamiento. Una vez que pude avanzar hacia la salida, subí el volumen de la música, el álbum de Back to Black comenzó a reproducirse justo en dónde se quedó en la mañana, a la mitad de Wake up alone. ¡Cómo me encanta ese álbum! Amy Winehouse convirtió toda la devoción que sentía por Blake en un álbum maravilloso que podría escuchar en repeat todo el día. Una devoción que la llevó a la ruina, un amor que no fue para nada sano y que plasmó en once canciones que me sabía de inicio a final.

Y mientras me incorporaba al periférico, Some unholy war comenzó a reproducirse. Solo pude pensar en que no ha llegado la persona a la que quiera con tanta devoción como para dedicarle esa canción. Solo a Matías le he dedicado una canción de Amy y ha sido Stronger than me, en una de esas muchas veces que nos peleamos y me hizo enojar, pero nadie ha sido digno de tener Some unholy war y no sabía si algún día ese alguien va a llegar, esa persona a la que ame tanto como Amy a Blake, obviamente lo quería sin la obsesión y lo dañino de esa relación que tan mal terminó, solo quería amar a alguien con esa intensidad.

Amy y su música me acompañaron hasta el lugar en el que acordé ver a Dan. Apenas él subió al auto bajé el volumen y me acerqué a su rostro para saludarlo con un beso en la mejilla, una sonrisa amplia apareció en su rostro y después pellizcó mi mejilla. Quité las intermitentes y puse de nuevo el auto en marcha, girando el volante hacia la izquierda para poder incorporarme de nuevo al tráfico.

—¿Cómo te fue hoy?

—¡Bien! La doctora Rosalía es tan diferente a Carmen, primera clase y ya la amé, ¡te lo juro!

Solo te quiero para mí  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora