Capítulo 9: El pozo

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''No... no, no ¡NO! ¡Esto no puede ser real!'' Me quedé completamente atónita, golpeando una y otra vez el espejo sin éxito, ¡no podía volver a mi mundo! Toda la calma que tenía hacía escasos segundos se había evaporado, dando paso al miedo y la desesperación más absolutos. Sin embargo, no perdí la esperanza y eché a correr en busca de la reina, ella con seguridad sabría qué hacer.

Me llevó un buen rato y una exhaustiva búsqueda por aquel laberinto casi infinito de pasillos azulados dar con la escurridiza soberana; se encontraba en un hermoso y amplísimo balcón rodeado por enredaderas, disfrutando de un té con pastas las magníficas vistas en primera plana de todo su reino. Estaba acurrucada sin zapatos en un cómodo sillón bajo una sombrilla flotante parecida a una pompa de jabón. Se podría decir que ese era su rincón de recreo secreto fuera de las obligaciones reales.

Debió notar mi presencia, pues se levantó un poco aturdida, intentando ponerse los zapatos torpemente y haciendo explotar la sombrilla. Al girarse, suspiró aliviada al darse cuenta de que era yo y volvió a sentarse, aunque esta vez totalmente erguida:

-          Vaya, Elina ¡qué sorpresa! No... no esperaba que estuvieses aquí y me vieras de esta manera... – dijo bajando el tono de voz progresivamente.

-          N- no se preocupe majestad, es... es solo que necesito ayuda con algo... – contesté titubeante.

-          Cuéntame pues – volvió a decir con una sonrisa mientras cogía de nuevo la taza de té - ¿gustas un té?

-          Oh, no, no. Se lo agradezco de veras... -

En aquel momento me pregunté si había sido buena idea rechazar su ofrecimiento, pero al ver que su expresión no cambiaba un ápice decidí continuar con la historia. Tras escucharme atentamente, su expresión se ensombreció:

-          Que yo recuerde, no hay ninguna manera de volver si no es a través de los portales mágicos, aunque... - vaciló unos segundos y después le siguió un silencio sepulcral.

-          ¿Aunque? ¿Hay alguna forma? Le suplico que me lo diga, por favor, necesito volver... - dije con tono desesperado.

Justo cuando sus labios se despegaron para decir algo, uno de sus lacayos personales apareció por la puerta, comunicándole que algunos campesinos estaban ante los portones de palacio y se negaban a irse sin tener una entrevista con su majestad la reina. Había vuelto al punto de partida e incluso con menos recursos que antes. Me apoyé en el balcón, intentando pensar desesperadamente en una manera de salir de allí.

''A través de los portales mágicos... '' espera, ¡¿había más de un portal?! De ser así, podría buscarlos y quizás conseguiría volver. Esa era la única opción que me quedaba pero, ¿dónde podrían estar? Debía encontrar un punto de mira perfecto, aunque por los nervios del momento me costó percatarme de que ya lo tenía.

Apoyada en el marco de nuevo, examiné todo el territorio hasta donde alcanzaba la vista y me pareció ver un brillo violeta que emanaba de las profundidades del bosque otoñal. Me froté los ojos para comprobar que no era ninguna visión fortuita y tras confirmarlo, puse rumbo al lugar. Antes de salir, el mismo lacayo que había avisado a la reina se presentó súbitamente delante de mí.

-          Señorita, su majestad me ha dado este regalo de cortesía de su parte, por favor acéptelo -

Una especie de luz epiléptica me envolvió y al segundo estaba ataviada con un vestido largo, rosa palo con detalles blancos. Desde luego, aunque el vestido era precioso, contanta lucecita acompañada de vueltas, parecía que estaba de resaca. A cierta criatura le convendría revisar sus poderes mágicos.

Illusia Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora