Todos sus amigos se pasaron por su cuarto en el hospital. El doctor dijo que le daría el alta médica esta noche. Necesita ver qué tal evoluciona ya que fué sometida a mucho estrés y eso podría afectar mucho a su salud. Se le ve feliz junto con sus amigos, pero aún puedo notar en su mirada un tono pardo de preocupación.
Ese tal Mike, el que la abrazó como si se tratara de su esposa (no digo que no la abrace, lo que me molesta es que sea el único al que le permitió que la abrazara. Ni siquiera lo hizo el flechitas «Pero a mí si me dejó») aún sigue aquí. Ya vinieron los compañeros de trabajo de Melek y se fueron y él aún no se despega de la silla que hay al lado de la camilla.
Hace algunos minutos llamé a comisaría para saber qué habían hecho con Mohammed, y gracias a algunos contactos conseguí que lo dejaran aquí y no lo llevaran directamente a prisión. Ahora me dispongo a comprar un café en la maquinilla.
Me llega un mensaje de Miriam «¿Aún tiene el jeto de hablarme?»
<<Quería saber qué tal está la morita>>
«¡¿Morita?!» Bloqueo su número y guardo el móvil en mi bolsillo.
— Que sea la última vez que haces algo así, Mike— decía Melek
— Lo siento mucho, no quería hacerte enfadar, estaba muy preocupado por ti y verte tumbada sobre una camilla...
— Mike, agradezco tu preocupación, pero ni estoy sola para que me abraces de esta forma, ni voy vestida adecuadamente. Tú mejor que nadie sabes los límites que tienes, mucho más ahora que eres musulmán.— parecía realmente enfadada
Un silencio en el cual pienso en entrar atraviesa esos momentos. La puerta del cuarto se abre ente mis narices y el enorme cuerpo de Mike aparece tras ella. Me mira sorprendido, antes de cogerme del antebrazo y tirar de mi a un sitio apartado, lejos de la habitación de Melek
— Deja de cogerme de ésta forma, si eres tan amable— mi acento inglés no es perfecto, pero he bordado la ironía
— Escúchame, yo no me ando con rodeos. Melek me gusta mucho, me he convertido a su religión y he pedido su mano delante de su familia, no voy a permitir que por un niñato rico y malcriado ella cambie de opinión y no se case conmigo— su cara está amenazadoramente muy cerca de la mía
Coloco mi dedo sobre su pecho y lo empujo hacia atrás con una sonrisa victoriosa
— Si ella prefiere estar conmigo a ver tu careto no es culpa mía. Además, Melek no merece un hombre como tu. No te diré nada de lo que hay entre nosotros dos, pero sí te diré que ella acabará con un anillo entre los dedos y mi apellido en su acta de matrimonio.
Doy un paso hacia atrás y vuelvo al cuarto de Melek, dejando a Mike con una cara de desconcierto increíble. Pero una pregunta torturaba mi mente
«¿Ese es su prometido?» Creo que el sollozo de mi corazón se escuchó hasta Estados Unidos
— ¿Qué tal nuestra bella durmiente?— dejo mi café sobre la mesita para sentarme sobre la silla y mirarla de frente. Un mechón de su lacio pelo descansa fuera de su velo otorgándole un aire desaliñado y rebelde que me hace desear besar cada parte de su rostro
— Cansada. No sé lo que me administran, pero me hace sentir cansada y con poca energía. He dormido mucho, de seguro me veo hinchada como un globo— infla los mofletes y abre los ojos, viéndose como una niña imitando a la cocinera del comedor de su cole.
Río por lo tierna que se ve.
— Aún así se te ve con buen humor.
Ella sonríe enseñándome esos hoyuelos.
ESTÁS LEYENDO
La Chica del Hijab ©
Romansa1er premio de #MuslimAwards2017 en Novela Juvenil No ven en ella lo que piensa, lo que opina, lo que hace, su personalidad, sus aficiones, sus metas... Sólo ven el pañuelo que cubre su cabeza. Melek guarda tras su armadura de fuerza un corazón ente...