Decisiones llegan y se van. Algunas son volátiles, pero cuando se trata del Amor, las desiciones suelen ser la más crueles y hostiles.
Cuando Julia decide ser independiente, ella recibe los mejores consejos de sus seres que le aman. Buscar trabajo...
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—Fui muy claro contigo. No te costaba nada, decirme en qué parte estarías — me encontraba en medio de mi oficina armando una revuelta a través del celular.
—Lo sé, pero no puede ser posible que hasta cuando estoy cagando en una plaza tenga que decirte.
—Así estés en un motel, en medio de un orgasmo, ¡tienes que decirme! —me cansaba tener que lidiar con gente tan estupida como él.
—Bien bien, no volverá a pasar. Por cierto hay alguien aquí que desea pasar a visitarlos.
Estaba demasiado molesto, no tenía humor para seguir entablando una charla con reverendo tipo, así que finalicé.
—Si, no me interesa —colgué enseguida, metiendo el celular en mi bolsillo y tomando las llaves de mi auto.
No era muy afecto a guardar secretos y probablemente eso me tenía tan de mal humor, y lo único que me quedaba de consuelo, era que lo hacía por alguien que valía la pena.
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La respuesta de Fede nunca llegó, incluso le mande mensaje a sus diferentes redes sociales pero tampoco hubo señal de vida. En cambio un mensaje algo perturbante llegó a mi móvil. Era de Georgina, preguntando por la dirección de la compañía.
Yo: Y para que la quieres?
Fiarse de mi hermana era como entregar tu alma al diablo.
Gigi: Nada más, me la vas a dar o no? No sé porque presiento que todo eso del trabajo fue mentira y ahora andas viviendo con un pobre bueno para nada.
Respira... respira. Cuenta hasta diez mil.
Yo: No, no me la sé.
Sabía que eso le daría pie a más dudas, pero que me importaba, no le iba a permitir que arruinara un estupendo día que apenas comenzaba.
Gigi: Bueno, pregúntale a alguien o yo qué sé...
No respondí, dejé que se quedará esperando una respuesta que jamás llegaría. No tenía idea de que era lo que tenía en mente, pero fuera lo que fuera, no me sonaba a algo amistoso.
