Con el pie daba pequeños golpetees sobre la grisácea acera, mirando con ansiedad todo mi colorido al rededor, el sudor bajaba por mi frente y sienes, humedeciendo un poco mis cabellos, el nerviosismo estaba a tope, voces, risas y algunos llantos de niños de pecho llenaban el floral ambiente, grandes edificios rosas y blancos conformaban el lugar, con miles de flores de diferentes colores y tamaños deslizándose delicadamente por la pared, estaba en una pequeña y pintoresca plaza, mi padre fumaba un cigarrillo mientras yo permanecía inquieta sobre la silla de tejidos del restaurante.
-Emilia, ¿puedes calmarte de una vez?- Riñó mi padre mientras sacaba una nube gris de humo de su seca boca.
Levanté mi mirada hacia el, ansiosa.
-Lo siento, es solo...- Frunzo el ceño, confundida.- No estoy segura de estar lista para esto...-
Mi padre tensa la barbilla, mirándome fijamente a los ojos, recargo su codo sobre la mesa de madera, con el cigarrillo entre los dedos provocando que ceniza cayera sobre la mesa, soltando un hilillo de humo.
-Tienes que verte y estar perfecta, Guillermo no es un chico que se ande con rodeos, si le gustas ya está, pero si no...- Dio una calada a su cigarro,muy tenso, mientras me observaba con disgusto.
Me mordí el labio inferior, incomoda.-Pero, es la primera vez que lo conozco, jamás había escuchado de él hasta hace cuatro meses...- baje la mirada, intimidada ante la fría y calculadora mirada de mi padre.
-Hasta hace cuatro meses- repitió con amargura, asintiendo con la cabeza.-Hace cuatro meses teníamos una gran hacienda ¿recuerdas?- Torció los labios con el cigarrillo en la boca, me pareció haber visto una deforme y fea sonrisa llena de rabia y amargura.-Hace cuatro meses eramos unas de las familias más ricas de la ciudad, ¡hace unos meses nuestra familia era una de las más influyentes de todo el país!- Gritó fuertemente provocando que varias miradas se posaran sobre nosotros, soltó otra nube humosa gris.
Con la mirada recorrí cada rostro que nos observaba, algunos se surraban cosas con sus parejas mientras que otros solo nos miraban pendientes que cualquier movimiento violento de mi padre.
-Antes de que te descubrieran...- Susurré silenciosamente, rogando por que no me escuchará.
No lo hizo.
-Como sea- Dijo mi padre arrugando la nariz, metiéndose de nuevo el cigarrillo a la boca- Ahora tú le regresaras todo ese dinero perdido a la familia, nos lo debes.-
-Yo no les debo nada...-Repliqué con la voz quebrada, tenia un miedo inmenso a mi padre, hacerlo enojar en un lugar publico era un peligro para todos.
El encarno las cejas.
-¿A no?-
Negué con la cabeza.- No.-
Una sonrisa sincera se asomo por su rostro, hace mucho tiempo que no me sonreía tan sinceramente.
-¿Qué no la niña quería estudiar en Italia el arte?- Levanto las manos, mostrándome las palmas de sus manos con el cigarrillo entre los dedos, haciéndose hacia atrás.-¿Qué no se tuvo que ir en avión privado hasta Italia porque le daba asco viajar con gente que no conocía, donde gastaba mucho dinero en cuadros y un nuevo apartamento?- Soltó una risotada- ¿Qué no lo hiciste, Emilia?
Trague saliva nerviosa.
-Tú mejor que nadie sabe que ni eso era la mínima parte de lo que teníamos, no fue culpa mía lo que paso.-
-Sí- Acercó su rostro hacia mi violentamente, mirándome con sus grises ojos fijamente- Pero sino te hubieras largado a Italia al menos tendríamos algo, así que ¡Cierras la puta boca y dejas de comportarte como una zorra maricona, te vas a casar con él y punto!- Grito fuertemente, recargándose de golpe en la silla tejida, para alivio mio.- Vas a hacer lo que tengas que hacer.-
Las miradas volvieron hacia nosotros, de nuevo.
Puta madre.
Baje la mirada de nuevo y coloqué mis manos sobre mi regazo, rompiendo con los dedos temblorosos un pedazo de una servilleta.
-Gracias al padre de Guillermo no estoy en la cárcel- dijo desviando su mirada hacia la calle, donde circulaba la gente, caminando serenamente- deberías estar agradecida que el quiera conocerte y que no este comprometido ya.- Una sonrisa se asomo por su desgastado rostro.- Hablando del rey de Roma.
Moví mi cabeza ligeramente hacia donde la mirada de mi padre yacía, mirando a un chico alto en un traje azul marino caminando hacia nosotros, llevaba su cabello peinado hacia atrás y tenia las manos dentro de los bolsillos de su saco.
-No soy más que una cosa para ti ¿cierto?- pregunté sin despegar la mirada del chico que se aproximaba rápidamente.
Soltó una carcajada suave pero burlona.
-Para mí, tú eres un cheque directo de nuevo hacia mi fortuna.
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Carniva
RomanceMire mi pálido cuerpo reflejado sobre el espejo ovalado que tenia frente a mi, el maquillaje le daba algo de color a mi blanquecino rostro, cubriendo por completo las azuladas ojeras. -Luces hermosa, Emilia-dijo mi madre mientras colocaba sus manos...