Único.

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—Me gusta mucho, hyung.

—Lo siento, no me siento de la misma manera.

...

Jimin golpeó con fuerza su almohada, una y otra vez, mientras las lágrimas descendían y sentía su corazón rompiéndose en pequeños y afilados fragmentos. Gritó varias veces para desahogarse, de igual forma nadie podía escucharlo. Era tan estúpido, era obvio que Yoongi no lo querría ¿Cómo podría alguien quererlo? Era gordo, feo, su voz era demasiado chillona y era un niño. Estaba más que claro que su hyung jamás podría fijarse en él.

Min Yoongi, dieciséis años, su vecino, su primer amor y su primera decepción.

Cuando Jimin conoció a su hyung, tenía diez años y se había mudado hace una semana a aquel vecindario tan tranquilo. Se encontraba acostado en su cama, observando las manchas de humedad del techo, cuando escuchó la linda melodía de un piano acariciar sus oídos. En su pecho se instaló una sensación tan cálida que sus mejillas se sonrojaron y su corazón latió con fuerza. Trastabillando corrió hacia su ventana, llegando en el momento justo para verlo con sus ojos cerrados y los dedos viajando con maestría sobre las teclas de marfil del piano de cola que ocupaba gran parte de la habitación, llenándola con un aire de grandeza, haciendo a Jimin sentirse pequeño ante semejante espectáculo. 

Después de eso, Jimin siempre se sentaba cerca de su ventana para escuchar a Yoongi tocar, hasta que un día, ya no lo escuchó, el mayor ya no tocaba más y el instrumento había sido cubierto por una manta polvorosa.

Yoongi se volvió incluso más retraído, no salía de su casa ni de su habitación. Jimin podía verlo siempre acostado o en su escritorio con algún libro abierto. Sin embargo, no podía hacer nada, no era como si ellos fueran cercanos o algo, pero estaba preocupado.

Un día de aquellos, Jimin escuchó hablando a sus padres del "Pobre niño de la casa de al lado", claramente se quedó escondido para poder saber más. La madre de Yoongi se había suicidado luego de que el padre le diera una golpiza y Yoongi la había visto desangrándose en su cocina, con una sonrisa rota y lágrimas en los ojos. Se había cortado la arteria del cuello, muriendo de manera inmediata.  

Llevándose la felicidad de Yoongi en el proceso.

—Mierda.— Jimin gimoteó un poco más calmado, luego de recordar la historia de Yoongi, pero con el dolor punzante en su cuerpo aún presente.— Mierda, Yoongi. Lo siento.

Sólo quería decírselo antes de irse y no poder volver a verlo. Sus padres querían volver a Busan y empezar de nuevo. 

No se acercó a la ventana como hizo tantos años, no trató de ver a Yoongi durmiendo, siguió llorando, lamentando su estupidez al haberle dicho a su hyung lo que sentía, sabiendo cómo terminaría. 

Al día siguiente, cuando dejó aquel pueblo tranquilo, se hizo una promesa; él volvería por Yoongi y lo haría recuperar las ganas de tocar el piano, daría su vida por eso.

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Belén

El piano de Yoongi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora