Huellas Invisibles

Capitulo 1

00:00 A.M, hace un par de segundos dije adiós a uno de los días que tuve la suerte (quizá) de haber presenciado este proceso paradójico a lo que
llamamos "vida", tratando de recibir este nuevo que aún me falta por entender y sobrellevar (al menos, así lo creo yo) y así poder restar otras 24 horas a el camino de tiempo que está justo delante mío, con el final en declive hacia un poso oscuro y turbio ó quizá en acenso lleno de luz y felicidad.

Para ser honesto, mi mayor temor es no encontrar nada al final del camino y si, me refiero a "nada"... ¿sabes lo extensa que es esa palabra?, digamos que la única forma de calcular la magnitud de esa palabra es con esa misma palabra, "nada".

Estamos tan acostumbrados a "Algo" que nos es imposible entender la capacidad que estas dos palabras "todo" y " nada" pueden tener, jamás nadie en este planeta, ni en el universo lo a tenido todo ni lo a visto todo, como tampoco han presenciado la palabra "nada" en realidad y me resulta atemorizante imaginarme la experiencia de " la nada" en su totalidad después de la vida, me asusta pensar que no existen los sentidos del otro lado de la moneda, me pone la piel de gallina el pensar que no tendré a nadie ni nada.

En mi cuarto obscuro, observando al techo suponiendo que ahí esta porque ni siquiera logro ver más allá de mi nariz, encuentro una especie de serenidad mezclada con una pizca de melancolía, deseando ansiosamente una señal de vida, una razón más independiente a las decenas que tengo, eclipsado por las cientos de ideas revoloteando en mi cabeza, consigo sumergirme en lo más profundo de un sueño que llega como resultado de un cuerpo cansado y un cerebro sin filtro a la imaginación.

*Suena el despertador*
Nada a cambiado, suspiro profundamente entre agradecido y consternado, sin estar seguro de como me tratara la vida hoy, que personas nuevas conoceré en mi primer día de clases y si todo esto valdrá la pena.
*En la barra de la cocina*
–Ahí está, mi niño... ¡BUENOS DÍAS CORAZÓN!, estoy tan emocionada por tu primer día en la preparatoria que a noche no pude siquiera dormir.
-Basta mamá, no es la gran cosa
–Lo es para mi, vamos cariño, has un esfuerzo lo qué pasó en...
-¡ESTARÉ BIEN!, ya te dije... no es la gran cosa (Comenté notoriamente molesto)
–Bueno, pues... espero te vaya de maravilla, termina de desayunar y no olvides lavarte los dientes, el transporte llegará por ti en aproximadamente veinte minutos
-Gracias mamá
–De nada hijo, nada me preocupa más que tu alimentación y lo sabes
-No me refiero a eso, hablaba de...
–El pasado está en el pasado, no busques tormentas pérdidas en el desierto, no tiene caso comentarlo.

No se mencionó ninguna otra palabra hasta el momento de la despedida, después de ello tome mis cosas, subí transporte y fue ahí donde todo comenzó, todos precian emocionados por el primer día de clases, todos dentro charlando con sus amigos, unos con el de alado, otros con los de atrás, aún quedaban varios lugares disponibles hasta el fondo, tome uno de ellos, me senté del lado de la ventanilla, sin nadie a mi lado, aún quedaban 8 lugares disponibles,  tres de ellos detrás mío, cuatro del otro lado del pasillo y el restante justo a mi derecha, aún con seis personas faltantes por recoger, por lógica, supuse que me quedaría solo durante todo el transporte.

Con los cuatro asientos del otro lado de pasillo llenos, notó subir a un par de chicos notoriamente altos, fuertes, caucásicos y evidentemente imponentes, al ni siquiera voltear a verme, me sentí un tanto aliviado, no me hubiera gustado ser el almuerzo de ese dúo de gorilas desde el primer día.

Pierdo la conciencia, pensando en que definitivamente mi día sería el peor día en la historia de los primeros días de clases, definitivamente así será, no he conseguido dirigir la palabra con nadie y dudo conseguirlo durante clases.

-¡¡¡HEY NENA!!!, siéntate aquí primor. (Se escucha desde atrás de mi asiento)
Era lógico que uno de los orangutanes ya antes mencionados estaban deslumbrados por una chica Rubia, alta, ojos azules y cuerpo notoriamente candente que apenas iba subiendo al transporte, era la última persona a quien se iba a recoger, para luego llegar oficialmente al colegio.