Miro a Julián que se encuentra sentado a mi lado: Nos ponemos de pie rápidamente y yo saco de forma instintiva la Colt Python. Estoy segura de que está cargada, ya que la revisé apenas desperté.
—¡Atraigan a los zombies hasta aquí, a campo abierto! —Le grito a Alejandro, que aún se encuentra a una distancia considerable.
Mi amigo se detiene en seco.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo pretendes que hagamos eso?!
—No lo sé sólo.. ¡Los chicos sabrán qué hacer!
Aunque en un principio se miran confundidos, los chicos se levantan rápidamente de las piedras y empiezan a movilizarse. Nacho intenta utilizar el rifle, pero lo detengo, ya que no considero necesario gastar las municiones de semejante arma en este momento.
Intento también guardar Colt... Pero Franco se acerca.
—Tú sí... Es un revólver muy potente, pero por si las cosas se ponen feas...
—Nacho sería mejor para eso, en ese caso
—Un rifle puede usarlo cualquiera para disparar a distancia. Por lo tanto, sería útil para cualquiera que tenga que manejarlo... La Colt no
—¿Y qué te hace creer que tengo suficiente buena puntería como para encargarme de esto?
—No lo creo, lo sé, Íngrid. Tú todo lo haces bien
Pongo los ojos en blanco cuando hace su típica sonrisa y me acerco apresuradamente hacia el tronco de un árbol cortado, medianamente alto. Me subo allí con la ayuda de unas piedras cercanas para poder disparar mejor.
Veo a Julián acercarse hacia mí. Se detiene al quedarse a mi lado aunque, obviamente, más abajo.
—¿Tienes alguna idea?
—Julián... Yo siempre tengo alguna idea
—Tú siempre improvisas las ideas
—¿Y tú qué haces aquí? —Intento evitar lo que ha dicho y lo observo: Se encuentra en posición ofensiva con un cuchillo en la mano —No necesito que me defiendas... Tengo un revólver. Ve a ayudar a los chicos que, por cierto ¿Qué habrán..?
No termino de hablar cuando Julián señala hacia el frente: Los chicos han acercado a los zombies al terreno llano del campamento, provocándolos, quedándose a una distancia cercana pero segura de ellos. Son aproximadamente treinta.
Los chicos les dicen cosas tales como "A que no me atrapas" y "¿Tienes hambre? ¡Pues ven por tu comida!". Pienso que es un poco estúpido pero, como parece funcionar, decido no cuestionar nada.
Con una puntería lo suficientemente buena, que no tengo la más remota idea de cómo la poseo, comienzo a dispararle a los zombies que se acercan peligrosamente a mis amigos mientras éstos están ocupándose de otros.
Paso el tiempo tan centrada en mis objetivos lejanos que, sorpresivamente, noto que hay un zombie debajo de mí intentando morderme una pierna. Lo esquivo asustada, pero caigo al suelo, y la desagradable criatura también lo hace sobre mí.
Su grotesco rostro me enseña los dientes: De su boca proviene un nauseabundo olor de sangre y putrefacción al que, en este momento, no debería prestarle importancia.
Sujeto fuertemente al zombie de los hombros y le doy, con la mayor potencia posible, un cabezazo: No pienso gastar balas en esta situación.
Por suerte, no me duele tanto como esperaba.
Me quito al zombie de encima y vuelvo a ponerme de pie: Veo a un par acercándose hacia mí y a los chicos demasiado ocupados como para ayudarme.
¿Qué? Tengo que estar soñando...
Repentinamente veo en el suelo, frente a mí, una granada de impacto. Y, antes de poder llegar a la conclusión de si es mi imaginación o no, la agarro: Suelto el pasador rápidamente, retrocedo un poco y la lanzo hacia el pequeño cúmulo de zombies cercanos a mí.
Los monstruos caen instantáneamente. Esto es imposible... La granada...
Tomo el revólver, que había caído al césped, y vuelvo a guardarlo en mi pantalón. Posteriormente, saco de allí un cuchillo que había guardado por si acaso. Como no veo más criaturas acercándose, voy hacia donde están los chicos para ayudarlos.
Hago un conteo rápido en mi mente y noto que han quedado trece zombies, uno de ellos sin "adversario". Como todos los demás están batallando con las demás criaturas, decido ir a hacerle compañía al restante.
Sujeto al zombie varón del cuello de su camisa, ya bastante rasgada y sucia, y con la otra mano le clavo el cuchillo en el medio de la frente: El monstruo gruñe hasta quedarse mudo.Cuando terminamos de liquidar a todos los zombies, nos cambiamos las prendas con sangre y limpiamos los cuchillos. Ya han pasado unos minutos desde el incidente, y estamos sentados en los troncos de madera alrededor de la fogata apagada.
Hablamos acerca de la pelea.
Todos estamos de acuerdo en que Nacho y Javier tienen un don nato para utilizar los cuchillos en combate. Mi primo acepta los cumplidos con modestia, y Javier con su gracioso y actuado egocentrismo.
—Yo creo que nos queda una larga vida aquí —Opina Javier, alegre.
Aunque una sonrisa se dibuja en mi rostro, rápidamente lo recuerdo: Debería preguntarles...
—Chicos... Por casualidad, ¿Alguno de ustedes tenía una granada?
Comienzan mirándome desconcertados pero, al instante, todos niegan con la cabeza.
—Entonces quién...
—Yo te lancé la granada —Escucho la voz impávida de una mujer, y un escalofrío me recorre el cuerpo.
Casi de forma mecánica, como si nuestros pensamientos se conectaran para trabajar en equipo, todos nos levantamos de los troncos de madera y miramos cara a cara a la desconocida.
Todos colocan sus manos en sus armas y yo, que me encuentro al frente, le apunto con la Colt Python sin dudarlo ni un segundo.
Mis ojos se encuentran con una mujer de treinta y tantos años que nos observa con una sonrisa macabra.
Tiene el cabello rubio atado en una cola de caballo baja. Lleva un vestido sin mangas color gris, con finas rayas negras que lo atraviesan por completo, desde su pecho hasta la zona por debajo de sus glúteos. En combinación, usa unas botas del mismo tono que parecen ser cómodas. Es una bella mujer, de estatura promedio y una cintura marcada.
Pero eso no me interesa demasiado: Fijo mi atención en su cinturón poseedor de granadas, una pistola, munición y un objeto que parece ser una radio de bolsillo.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —Intento no gritar, pero mi tono de voz suena más fuerte de lo previsto. Quiero mantener la calma pero, aunque ella sea una contra nosotros, está armada y eso la hace una potencial amenaza.
—Me llamo Mirage. Sólo soy una mujer que sobrevivió a esta pandemia. Por si no lo sabían, antes de que los canales de televisión murieran, alcancé a ver una noticia que declaraba oficial la expansión mundial de todo esto... Es una verdadera lástima
Aunque ahora tiene una expresión afligida, no puedo olvidar su perversa y misteriosa sonrisa de la primera vez que la vi.
—Así que oficialmente esto es un apocalipsis zombie...
—Cállate Javier —Espeto
—Zombies... Así que así les dicen —Mirage coloca sus manos en su cintura y comienza a caminar a nuestro al rededor. Yo también me muevo, siempre quedándome con un ángulo para dispararle perfectamente en la cabeza —Para mí son monstruos asquerosos nada más
—No interesa el nombre de las criaturas —Hablo, esta vez con más firmeza. Pronuncio tal y como suena el nombre de la mujer —Mirásh... ¿Es inglés?
—Francés, soy hija de inmigrantes. Pero eso tampoco interesa, ¿No es cierto?
Entonces vuelve a aparecer en escena su sonrisa maliciosa.
—No... Aunque sí debería interesarte encontrar un lugar dónde pasar la noche, a no ser que quieras ser despedazada por los dientes de esas cosas. Suerte con la búsqueda
—¡¿Qué?! ¡¿No puedo quedarme con ustedes?! —Exclama, fingiendo preocupación. Definitivamente no es una buena actriz...
—No necesitamos una mamá
Aunque, siendo sincera conmigo misma, Mirage no tiene ni por asomo el aspecto de una mamá tradicional.
—De verdad que soy una buena persona, no tendrán que...
—¿De qué nos serviría tu presencia aquí? —Esta vez, mi voz suena tan fría como esperaba —Necesitas saber usar más que una puta pistola y unas granadas...
—Oh ¿En serio?
Sé lo que significa su estúpida sonrisita: Nos está subestimando. Cree que somos unos adolescentes tontos con aires de madurez... Pero si quiere quedarse aquí, tendrá que aceptar que se equivoca.
Mirage saca algo que no había visto de la parte trasera de su cinturón: Un lanzagarfios. La rubia apunta hacia un árbol en la lejanía y tengo que contenerme para no quedar boquiabierta ante el alcance del artefacto. Y aún mayor es mi sorpresa con lo que sucede después.
Con la herramienta en mano, Mirage se desprende del suelo y da una vuelta acrobática en el aire, quedando sujeta a la alta rama de un árbol en perfecto estado.
Mierda, es excelente.
—Las armas son mis mejores amigas —Nos grita victoriosa.
ESTÁS LEYENDO
Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)
Acción"¿Por qué tengo que convivir con once chicos que, además, me tratan mal? Me frustra que crean que por ver una maratón de Zombies Al Amanecer sabrán utilizar los cuchillos. He matado a casi media escuela convertida en esas cosas, he conducido de aquí...