El café de la mañana

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Cada mañana me sirvo un café. Añado leche y tres cucharadas de azúcar. Cojo una cucharita y lo remuevo lentamente... En ese preciso instante no pienso en nada, es mi momento favorito del día, el cual me gusta pasar sola. Me relaja pensar en soledad. En ese momento, mi momento, todos mi problemas desaparecen. Carecen de importancia. 

Nunca me gustó compartirlo con nadie. Una vez lo compartí con alguien que amaba y quizá para él/ella fuese una cosa común, pero para mí, sin embargo, fue una gran muestra de mi afecto y confianza (y a decir verdad era la única persona en la que confiaba).

Miro el reloj de reojo. Me doy cuenta de la hora que es. ¡Es tardísimo! y inmediatamente salgo a toda prisa.

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