❝Don't touch my butt❞

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Multimedia: panidraws (Tumblr).
N° de palabras: 1156 (one-shot).
Publicación: 23/O3/2O17.

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Don't touch my butt.

—Hehe, ehm. ¿Cómo... Cómo que supone que debo-...?

—No lo sé, ¡sólo hazlo! Idiota, huhu.

Era mal momento para reírse. Ambos lo sabían, pero no tenían otra manera de lidiar con sus nervios crecientes. Les resultaba muy extraño permanecer tanto tiempo pegados al otro sin ningún golpe de por medio o aparente razón importante. Aún así, para ellos la había; era increíble pensar hasta dónde serían capaces de llegar por una apuesta para quedarse con los últimos nachos del refrigerador.

—¿Por qué debería empezar yo, si tú... he... la idea fue tuya?

Buen punto, Beavis. Claro que eso no lo admitiría el castaño ni por todo los nachos del mundo, no valían tanto como su orgullo. Tragó en seco y meneó la cabeza, en un vago intento por asentir; cuando tenía razón, la tenía. Al menos parte de la tarea estaba hecha, o eso imaginaba.

¿Se suponía que si iba a besar a alguien debía acorralarle en alguna parte?

Era un completo amateur en ello, sin embargo reconocía la habilidad que tenía para acorralar al rubio sin acabar con su paciencia. Quizás era de los pocos "pros" en la lista mental sobre las razones (rebuscadas) por las que no debería ser tan malo besar a su mejor amigo. Mucho menos si la recompensa eran las sobras del almuerzo.

Tomó aire bajo la atenta mirada celeste, esa que en aquel momento evitaba cruzar a toda costa. Las manos sobre la pared de su cuarto se fueron posicionando en los hombros del más bajo, como si aquello le garantizara que el de pecas no saldría corriendo. ¿Cuál sería la gracia del asunto entonces? Se suponía que perdería quien abandonara antes.

En el fondo, no quería que Beavis se echara hacia atrás. La disposición de él a hacer idioteces era lo que le movía a concretar sus ideas también.

Detuvo cualquier clase de pensamiento al notar que su amigo tomaba aire para hablar. Lo que menos quería en un momento tan vergonzoso como aquel era oír alguna protesta. Un simple "¡Cállate!" pondría todo en orden otra vez, de eso estaba seguro; cerró los ojos y se dispuso a hacerlo.

Le llamó la atención darse cuenta, segundos después, de que se había equivocado de acción. Ya no se escuchaba nada más que el murmullo del televisor en la sala de estar, y un leve quejido del rubio. Más que quejido, parecía otra cosa, no supo qué carajos era, pero se oía mejor de lo que esperaba. Aflojó las manos, o bien casi todo el cuerpo, al identificar una tibieza singular sobre sus resecos labios.

Butthead lo estaba besando. O Beavis a Butthead. O ambos.

Definitivamente ninguno sabía siquiera cómo sentirse al respecto, mucho menos cómo tomárselo.

Quedaron estáticos unos momentos. ¿Eso era todo? ¿Qué seguía? Sólo tenían los labios sobre el otro, no podía ser considerado un beso real. La inexperiencia no significaba ingenuidad absoluta.

Un extraño escalofrío recorrió el cuerpo del más alto desde su espina dorsal hasta su entrepierna, o acaso más allá. Quien reunió la voluntad suficiente para dar un paso más no fue él, sino su temerario compañero. Sintió los dedos de unas manos temblorosas apretar su remera, y un apego más inusual aún. Podría decirse que ya ninguno se encontraba acorralado, pues el repentino apego fue para alejarse de la pared.

Mientras Beavis danzaba sus torpes labios sobre los de su amigo, este no podía hacer otra cosa que estremecerse. Era algo así como quedar en K.O., sin haberse rendido. Ya le faltaba el aliento, se sentía sofocado e incómodo por una razón incluso más incómoda. Ganas de seguir no le faltaban, pero el terror anulaba sus posibles movimientos; rogaba por que el contrario no se diera cuenta. Resolvió entreabrir sus pequeños ojos para espiar su alrededor, o bien al frente. Encontrarse al más bajo apretando sus párpados y temblando como hoja más que asquearle, le devolvió el alma al cuerpo.

Sólo era el rubio, su amigo de toda la vida. Ya sospechaba que era la única persona con la que se le ocurriría tal estupidez. En vez de tranquilizarse, aquello hizo que su corazón se desbocara, y sus mejillas ardieran como modelos en revista Play Boy. Ninguno de esos pensamientos deberían calmarlo.

Sus ojos se fueron abriendo más, inquieto, y encontrando apenas una consideración que pudiera esclarecer sus pensamientos; el malnacido del rubio sólo quería ganar. Con eso en mente, conservó la calma suficiente como para bajar las manos desde los hombros ajenos hasta la espalda y los costados de su cintura. Casi pudo sentir cómo a Beavis le invadían las ganas de apartarlo.

No contó con que en respuesta recibiría un abrazo que terminaría por apegar ambos cuerpos de la manera más descarada posible. Las manos ajenas ahora arrugaban la remera sobre su espalda. La extraña e inexperta danza de labios siguió su curso acordado, ahora con participación de ambos; si se daban cuenta que no lo estaban pasando mal realmente, el clima se haría más tenso. Butthead sudó en frío, aquel contacto le estaba volviendo loco; no tenía idea de cómo se besaba siquiera, pero se le hacía que el contrario era muy bueno en eso.

A medida que se dejaban llevar por las sensaciones, les invadía las ansias por separarse. Se trataba de terror, con pudor y algo de gusto culposo. Tal vez habrían sido objeto de burla de las chicas con la que tendrían su primer beso, pero esa posibilidad se fue al caño más pronto que tarde; entre ellos se lo tomaban en serio. Sus cuerpos interpretaron ambas mentes con la rapidez habitual, impulsándolos a seguir una pequeña batalla entre sus bocas, entorpecida por sus movimientos bruscos.

Fue entonces que Butthead descubrió cuán demandante podía llegar a ser su compañero, deborándolo al punto de morderle los labios con poca ligereza. Si le dejaba alguna marca, se las vería con su puño; por el momento, no intentaba evitar sucumbir a su hormonal prepotencia. Tampoco quedaría atrás: estrechó su delgada cintura con los brazos, y tentándose a sí mismo con la idea de estarlo reteniendo, hizo lo impensable.

El respingo que dio el rubio habría sido motivo de risas, claro, si no hubiera intentado apartarse después. Quitando las manos del cuerpo contrario, el ahora alterado muchacho se hallaba apresado entre los flacuchos brazos ajenos. Tan pronto como sus reflejos le permitieron, lanzó una patada a ciegas y se echó hacia la pared. Cuando abrió los ojos nuevamente, con insultos de entre medio, Butthead estaba en el suelo.

—¡M-Maldita sea, imbécil! ¡¡Me tocaste el culo!! —exclamó en alaridos agudos—. ¡Eres un... idiota! Eh... Bueno, ya ganaste; olvídalo. —Se tranquilizó al instante de recordar la razón del reto, dando un leve bufido.

Al tiempo que Beavis se alejaba, un adolorido castaño yacía en posición fetal, largando pequeños quejidos. Le había pateado en las bolas.

—Ni siquiera quería esos nachos, hehe, seguro están rancios o algo. Como sea, voy por unos burritos, ¿vienes?

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Notas:

Uh, no me arrepiento de nada. Quería comenzar con algo liviano para el body. (?) Espero les haya gustado y... eso... Ay, qué vergüenza. :'^)

➳ Dumbasses。〖BnB shits〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora