PROLOGO

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Ustedes dirán que mi historia es como la cenicienta, sin padres, con una madrastra, hermanastras que me tratan como su esclava todo el día, siendo gentil y bondadosa aguantando todos esos estúpidos trabajos pesados, sin tener que comer, solo las sobras y agua contaminada de la llave, un hada madrina que me convierte una calabaza en carroza, ratones en caballos, una zapatilla de cristal...un amor verdadero...en cierto modo es verdad, solo que mi historia tiene un pequeño giro...

Si, no tengo padres pero no porque hayan muerto si no porque me abandonaron de niña, desde los 8 años -por razones que nunca entenderé- tuve que mendigar todo ese tiempo, nunca tuve una muestra de afecto hasta mis 16 años que una señora "amable" y sus 2 "adorables" hijas me llevaron a su casa, donde me alimentaron, bañaron y me dieron asilo durante 3 años y esos años poco a poco el amor se fue perdiendo, mi vida en esa casa fue un infierno y no se compara con mis 8 años viviendo en la calle. Esa señora me prostituía...solo por mi bien, para darme la vida que merecía una muchacha hermosa como yo, eso me decía cada vez que me presentaba a un hombre de 35 a 45 años, no entiendo como pude tragarme semejante mentira, durante 2 años, hombre tras hombre, tocándome, sin yo tener el valor suficiente de poner un alto.

Solo veía a lo lejos como esas 3 mujeres que yo creía "mi familia" despilfarraban el dinero que yo conseguía, y no con esfuerzo y dedicación...sino con mi cuerpo, estuve 3 años en esa casa y cuando la ceguera se fue esas mujeres no se merecían un castigo leve como ser arrojadas a la calle como me hicieron a mi; ya que encontrarían la manera de volver a su vida normal...ellas merecían la muerte.

Así que una noche entre a sus habitaciones, con una daga en mi mano, las mire con odio y rencor, mate primero a mis hermanastras, sus gritos despertaron a mi madrastra se paró de la cama con una cara de susto y salio del cuarto corriendo despavorida, pero yo ya había cerrado todas las puertas de la casa, no tenía a donde ir y de rodillas me suplico que no le hiciera daño, con lágrimas en los ojos me pedía perdón por todo lo que me había hecho, yo solo le dije
-no es necesario que pida perdón, de todas formas va vivir una condena- y le encaje la daga en el pecho.
Deseche los cuerpos en el río y volví a la casa que con el tiempo se fue descuidando.

CendrillonWhere stories live. Discover now