Capítulo 41 Desolación

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Hermione se quedó dormida en la sala de la Madriguera, la noche anterior había quedado rendida, su primera intensión había sido ir y cambiarse de ropa, ponerse algo mas cómodo, pero en cuanto vio el sofá de dos plazas tomo asiento, después ya no supo nada más de ella misma.

Se levantó temprano, tomo una ducha y se arregló, tenía muchas razones para estar feliz, su hija por fin estaba a salvo, ella estaba nuevamente con Draco, estaba de regreso con su familia adoptiva, y si bien no le gustaba el Quidditch no podía evitar contagiarse de la emoción que rodeaba a todos sus seres queridos, por fin Gran Bretaña jugaba después de 100 años en una final, y Ginny sería la estrella. Mas sin embargo, sentía algo que no sabía cómo describir que no le permitía disfrutar de esa dicha, era como una opresión en su pecho como un presentimiento.

Tomo un desayuno ligero y se dio un último vistazo en el espejo, quería lucir esplendida para Draco, tomo su bolso de mano y camino hacia fuera, en dirección a los límites de aparición en la Madriguera. Cuando llego a San Mungo y recorrió sus pasillos en dirección al piso tres donde estaba su hija, noto algo inusual en la conducta de algunas personas con las que se topaba, varios de ellos estaban leyendo el Profeta, la miraban con pena, no pudo evitar preocuparse y apuro su paso, temió que su hija hubiera decaído.

Al llegar a su destino, noto que los Weasley parecían molestos, Ron discutía con Pansy en voz baja, eran los más cercanos, al pasar a su lado se percató que Pansy la miro con lastima... Ginny camino hacia su encuentro, pudo notar la molestia en su rostro. Justo estaba por hablar con ella cuando Daphne apareció en el pasillo.

― Buen día ― saludo a todos y se acercó a Hermione.

― ¿Todo está bien? ― pregunto con preocupación Hermione.

― Si ― contesto confusa. ― Vamos, ya traigo su alta.

― Daphne ― Pansy se encamino y se paró frente a ellas, sabía que la noticia lastimaría de igual forma a ambas.

Pero no hubo necesidad de que Pansy o Ginny hablaran, lo que todos habían querido evitar sucedió en menos de cinco segundos, Draco salió de la habitación de su hija, de su brazo iba sujeta Astoria que sonreía encantada, la cual en cuanto vio a Daphne y Hermione detuvo su andar y se giró hacia Draco y lo beso con pasión en la boca, y contrario a cualquier lógica, Draco respondió el beso.

Hermione sintió que en ese preciso momento se le había detenido el corazón, su mente se quedó en blanco, no lograba procesar nada de lo que estaba pasando, de lo único que era consiente era del inmenso dolor que se estaba apoderando de ella, se llevó una mano al pecho y presiono su corazón, tenía la vista perdida, comenzó a respirar agitadamente, podía sentir las lágrimas embotellarse en sus ojos por querer salir. Levanto la vista y enfrento los ojos de Draco que la miraban, no supo definir lo que transmitían, después de todo se daba cuenta que no conocía a Draco Malfoy. Por qué el hombre que ella creía conocer y que amaba jamás le hubiera hecho algo así.

Se miraron por solo tres segundos, pero a ella le pareció una eternidad, una en la que sentía un dolor indescriptible y una furia descomunal. El ruido que la saco de su letargo fue el del impacto de la mano de Daphne estrellándose en la mejilla de su hermana. Todos voltearon a verlas, nadie se había percatado de la acción de Daphne, todos habían enfocado la reacción de Hermione.

― ¡Maldita harpía! ¿Cómo pudiste? ― grito furiosa Daphne, Pansy la retenía para que no se le fuera encima a Astoria ― suéltame Pansy.

― Daphne, yo más que nadie deseo matarla pero ella no vale la pena para que te ensucies las manos ― Pansy lanzaba miradas que parecían dagas en dirección de Astoria mientras no soltaba a Daphne.

"La regla es, no enamorarse Malfoy" #DramioneawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora