Kihyun vuelve de su terapia, impaciente. En sus manos lleva un pastel de chocolate que ha comprado para Hoseok, consciente de lo cansado que debe estar su hyung.
Sube las escaleras felizmente. A pesar de que es un piso demasiado alto y que él no tiene ganas de existir, la sola idea de ver al de cabello bicolor alegra su vida y lo hace aumentar el ritmo.
Abre la puerta, con una gran sonrisa asomando en sus labios, pero el pastel de desliza de su mano y un jadeo se atora en su garganta.
Él es el amor de su vida. Es su rayo de sol, su razón de ser, el único que le mantiene con vida. Y está sobre el regazo de otro, gimiendo, sin camisa.
Y el que está debajo, acariciando sus muslos, es su vecino, al cual siempre le da galletas porque... bueno, el chico es lindo y él es demasiado bueno.
Se queda quieto, segundos, quizá horas. Observando. Detallando como las manos de HyungWon acarician a WonHo, con delicadeza, pero sin amor.
Observando. Memorizando el movimiento rítmico de las caderas de WonHo, ese mismo que solía llevar cuando se enterraba en él.
El dolor inicial desaparece poco a poco. Como un río, que arrastra la tristeza, la decepción, lejos. Muy lejos. Pero no puede evitar la risa seca que escapa de sus labios, se da cuenta de que está llorando.
Y no sabe por qué. No entiende por qué llora si es incapaz de sentir nada. Si WonHo le hace sentir cosas y ya no le tiene, significa que ya no siente, ¿no?
Los dos chicos de han separado. Hoseok está pálido y tiembla, tartamudeando cosas que Kihyun no es capaz de entender. HyungWon mira al suelo con vergüenza. Ambos se están vistiendo.
Kihyun cierra los ojos unos segundos pero, una vez los abre, solo puede oír un pitido constante y está frente a un espejo, con una cuchilla en la mano y cortes profundos en los brazos. Se da cuenta de que el suelo retumba y que el movimiento es causado por los golpes en la puerta.
Recupera el oído lentamente. Oye a Wonho sollozar y llamarle, pero no le presta atención y solo le ignora una vez sale, soltándose como si su toque le quemara una vez el mayor coge su mano para detener sus pasos.
Kihyun busca el alcohol y los cigarrillos que esconde siempre en la cocina y sale de casa. Sigue llorando, pero ahora es peor, porque sus muñecas lloran junto a sus ojos.
Wonho pov.
Kihyun no se ha dado cuenta, pero la sangre caía por su brazos hasta su mano y lo ha dejado todo manchado. ¿Cuan profundas deben ser las heridas para soltar tal cantidad de sangre?, es lo que el mayor se pregunta.
Quiero vomitar. Mi pobre Kihyunnie no se merecía eso.
No voy tras él, solo me siento en medio del pasillo a pensar. A pensar en él hasta que mi cabeza doliera por lo estúpido que fui.
Nuestro primer beso fue tan bizarro y tan divertido. Kihyun casi me rompió el labio porque, al tener que ponerse de puntillas, sus pies se cansaron y acabó cayéndose y dándose un cabezazo contra mi boca.
Nuestra primera vez fue tan placentera. Las paredes de mi bebé me apretaban como nada antes y sus tímidos gemidos acariciaban mis oídos con dulzura.
Cuando nos mudamos juntos todo era tan bizarro. Kihyun y yo peleábamos hasta por el espejo del váter, pero acabábamos teniendo sexo en cualquier parte y lo arreglabamos.
Cuando le diagnosticaron la depresión fue tan... frío. Kihyun se metió bajo la cama dos días completos, donde se negó a comer y beber.
Nunca me había cansado ayudar a Kihyun, o apoyarle, hasta que conocí a Hyungwon.
Nunca le quise. La verdad es que mirar a Hyungwon hacía que mi pecho doliera, porque sus constantes pavoneos sobre lo perfecto que era acentuaban mis inseguridades, y eso era algo que no pasaba con Kihyunnie. No porque él no fuera hermoso, ni mucho menos, de hecho, ese pequeño pelirosa lucía como un ángel, pero no era consciente de ello y se pasaba la vida diciéndome lo hermoso que era.
E incluso así, no pude resistirme a mi vecino, que se aseguraba de que, cuando yo salía al balcón en las mañanas puediera verle haciendo yoga, una vista demasiado tentadora para mí. Por mucho que amara a Kihyun, tenía mis necesidades y el pequeño últimamente no estaba en condiciones de cumplirlas.
Me odio como una vez lo hice. Me odio como aquel día que vi el moratón en el pómulo del único ángel en la tierra, cuando mi ex novio golpeó a Kihyun solo porque yo nunca llegué a amarle, aquella primera vez en la cárcel por casi matarlo a golpes me demostró lo mucho que realmente necesitaba proteger a Kihyun y, ahora, soy yo quien le ha hecho dñao. Un daño irreparable.
La idea cruza por mi mente como un flash, algo en lo que no había pensado hasta ahora porque estaba demasiado concentrado en mi propio dolor. Kihyun tiene depresión. Una depresión profunda. Los cortes en sus brazos.
Me levanto de golpe, empezando a hiperventilar, él no sería capaz de eso, ¿no?
Las puertas de los armarios, el sonido de botellas repiqueteando.
Él no sería capaz de eso... en sus cinco sentidos. Borracho era una historia muy diferente. Me levanto de un salto y corro todo lo que puedo, buscando en mi memoria los recuerdos más recónditos con mi precioso.
—Me gusta venir aquí cuando estoy triste. Es relajante, ¿sabes? Un lugar tan alto. Los problemas se quedan abajo y se hacen más y más pequeños —Kihyun estaba apoyado en la barandilla de la azotea del... Infinity Tower—.
450 metros con un deprimido y borracho chico de corazón roto. Joder. Soy gilipollas.
En veinte minutos, saltándome las reglas de tráfico completamente estaba en frente de uno de los rascacielos más altos del mundo y donde, probablemente, mi Kihyunnie estaría.
Llamo a los tres ascensores que veo, pero, cuando pasado un minuto ninguno ha llegado, hago cargo de toda mi fuerza y comienzo a subir los mortales 15 pisos hasta el observatorio. En el penúltimo piso oigo sollozos fuertes y exclamaciones sorprendidas.
Entro a la terraza a trompicones y mis rodillas tiemblan, mirando el panorama. Todo el mundo observa a mi débil ángel, que ha pasado a la parte exterior de la reja y está a un paso y soltar sus manos de caer al vacío.
—Kihyun, por favor, no lo hagas, bebé —mi voz se ha roto y la cabeza me da vueltas—.
—¡Cállate! ¡Dijiste que me querías, eres un mentiroso de mierda, Wonho, un mentiroso de mierda! ¡¿Qué te importa si me tiro y acabo con esta estupidez ya?! No tienes por que sentirte culpable, vete a dejarte follar —su voz no se arrastra, está sobrio, ¿cuánto daño le he hecho como para que Kihyun haga esto sin estar borracho?, la mirada del chico al que amo ha terminado por romperme—.
Me mira con asco, con rechazo... con decepción. Le he decepcionado. Yo era lo único que el tenía. Yo he causado esto. Me arrodillo, mirándole suplicante.
—Te amo, soy un idiota y merezco que me odies, pero vuelve a casa, a mi lado, Kihyunnie, por favor —sollozo, suplicante—.
—Sé feliz por los tres, Hoseok —la voz de Kihyun es más triste de lo que jamás he oído—.
—¿Por... los tres? —repito, confuso—.
—Tu hijo merecía nacer, pero no un padre así —de repente, todo encaja—.
La depresión de Kihyun, sus nulas ganas de hacer el amor, las caricias constantes en su vientre, por qué no me dejaba verle sin camisa. Está embarazado. Lleva a mi hijo en su vientre y está a punto de...
—Kihyun, no, no, no, podemos ser felices, puedo cambiar, por ti, por él o por ella, ven conmigo, no hagas esto —suplico, pero ya es demasiado tarde—.
Mi pequeño ha cerrado los ojos y ha soltado sus manos, y, de repente, ya no está, porque ha caído. Y ahora sí grito. Grito por la familia que pude haber tenido. Grito porque el amor de mi vida se ha suicidado por mi culpa.
Porque Kihyun ha muerto sin ser consciente de cuanto le amaba.
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Addict. [KiHo]
Fanfiction《Donde Kihyun sufre depresión y WonHo necesita sexo》 Two-shot. M-preg.