Sexto paso.

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Wilmer.

Estaba en el patio trasero de mi casa.
Mis amigos y yo nos reuníamos ahí para jugar en el sube y baja, es que....es muy divertido.
Y ahí estaba, montado en el usado juego, pero.....algo no estaba bien........

-¿Qué te pasa Wil? ¿Tienes miedo?.-pregunto mi amiga.

Cuando asentí se pusieron a reír......yo no entendía por qué........pero de repente el juego empezó a bajar y a subir muy rápido.....demasiado.......creo que me voy a caer...........

Me incorporé rápidamente de la cama, con el cuerpo lleno de sudor y mi respiración agitada. Me quedé mirando a la pared que estaba enfrente de mí. Entonces me di cuenta de lo que despertó, quiero decir; me salvó de mi pesadilla. Una música escandalosa salía a borbotones de mi celular, me llenó los oídos y me empezó a dar un dolor de cabeza universal. Alargué mi mano hacia el estupido móvil para que pare de sonar. Cuando el ruido cesó, pude terminar de despertarme.

Casi nunca me dan ese tipo de horribles pesadillas, y tuve un mal, pero muy mal presentimiento.

No quiero decir que veo el futuro, pero algo pasa cuando tengo esas pesadillas. Precisamente esa en particular. La última vez que me atormento, descubrí que mi pequeña hermana se cortaba de forma horizontal en sus lindas muñecas, su sangre corría a travez de sus brazos de porcelana fría y blanca. Ese día fue no sé si el peor. Ese día empecé a no entender a mi hermana y a la vez leerla como si fuera el libro más fácil de leer.

Hice una mueca y me entró un escalofrío de recordar el momento.

Rápidamente me escabullí de mi cama y dirigí mis pies hacia el baño. Cuando abrí la ducha, recordé que hoy era un día muy importante, "Mi primer día en la universidad West Indies", en mi cabeza suena excepcional. Pero no sé si en la realidad sucederá así como lo espero.

Cinco largos minutos después el agua que corría por las tuberías se detuvo y salí de la ducha. Sentí el frío expandirse por todo mi cuerpo, mi piel reaccionó poniéndose chinita.

Nunca me voy a acostumbrar a bañarme en las mañanas eso seguro. No me agradan los cambios de tiempo tan repentinos aquí en la isla; en las mañanas hace una brisa infernal y en las tardes se sentía un inmenso calor.

Me vestí lo más rápido posible con la ropa adecuada para el día. Había chequeado el estado del tiempo para asegurarme de que no iba a subir demasiado la temperatura y estar cómodo todo el día.

Me escabullí a la cocina donde estaba mi padre perdido en su computadora solo. En cuanto salí a la vista, levantó la mirada y me dedicó una tímida sonrisa.

-Sabes que yo puedo llevarte.....-empezó a decir pero lo interrumpí.

-Si lo sé y gracias, papá. Pero sabéis que no es muy común que los vallan a dejar sus papás.

Asintió y volteó a ver la tasa de café que yacía en la ensimera.

-Toma café y vete. Se te hace tarde.

-Vale, nos vemos después.-me despedí tomando la tasa, es una rutina tener charlas diminutas con mi padre a estas horas de la mañana.

Bajé las escaleras del edificio y descarte los malos pensamientos que me atormentaban, hoy tenía que estar 100% concentrado en el primer día de universidad diferente.

Cuando por fin mis zapatos pisaron el frío suelo de cemento, busque con la mirada el auto familiar gris. Ya que vi el destello que estallaba por el contraste de la pintura plata con el sol, me encaminé hacia la Toyota agradeciendo ser precavido por qué empezaba el típico calor de la mañana con la brisa del agua salada del mar.

15 pasos al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora