-Cuenta, cuenta, cuenta- repetía constantemente María
-¿Qué cuente yo? !Si sois vosotras las que habéis aparecido con dos buenorros!- Les dije riéndome.
-Pero ya te lo hemos contado, quedamos con ellos porque los conocimos en la disco, nos cayeron bien, y salimos con ellos. Tenemos que hacer amistades nena, que si no nos vamos a aburrir- contestó Soraya con su típico tono condescendiente, yo la miré frunciendo el ceño- a ver, que sí que vosotras sois muy divertidas y todo eso, pero acabaré aburrida de vuestras caras si no conocemos más gente. - Y le di un manotazo
-No serias nada sin nosotras, y lo sabes- le dije
-Qué creida-
-Pero cuenta Bea, no te hagas la interesante- Volvió a insistir María.
-No hay nada que contar... quedamos, me devolvió mi movil, yo le devolví el suyo, me invito a desayunar y volvimos a Sol. ¿Qué más queréis que os cuente?
-Seguro que hay más- dijo Soraya
-Ya lo creo que lo hay, se le nota en la mirada- dijo María secundándola.
-Bueno y... lo besé- me puse colorada al instante. Odiaba eso
-¿QUE QUEEEEEE?- Gritaron a la vez
-A ver fue un simple pico, nada más. Un impulso. No se ni porque lo hice. Supongo que porque no lo volvería a ver.- Contesté mirando al suelo. Mis amigas eran peor que un tribunal.
-Guau, pues ya te tiene que gustar. No habías hecho eso nunca desde...-Empezó a decir María.
-NI lo menciones.- la corte- Dijimos que ese nombre nunca más.
-Esta bien,esta bien, nunca más. Vamos a comprar.- y dejó el tema para perderse por la enorme tienda en la que estábamos
Habíamos ido a un centro comercial que ni siquiera sabíamos donde estaba, pero fue el primero que apareció al buscar “centro comercial madrid” en google. El lunes era nuestro primer día de clase, y necesitábamos ropa nueva. El frío que hacía en Madrid no era ni por asomo parecido al de Sevilla. Para nosotras la temperatura aquí, acostumbradas al frío húmedo de Sevilla, era como si nos hubiésemos trasladado al polo norte. Nos pateamos todo el centro comercial buscando trapos, como yo solía decir. Nunca me han gustado las compras, y dudo que me gustaran alguna vez. Pero mis amigas eran felices así, y tendría que aguantarlas. Después de tres horas de suplicio en probadores, decidimos sentarnos en una cafetería a tomarnos algo, y de paso, a que nuestros pies descansaran. Justo cuando nos sentamos, vimos un escenario, y un montón de chicas jóvenes alrededor, esperando. Unas niñas de no más de quince años pasaron por nuestro lado, y nos enteramos que a las cinco comenzaban unas actuaciones para un tipo de concurso, y que iban a ver a un grupo que se llamaba “Bromas Aparte” o algo así. Vaya nombre para un grupo, pensé.
-Pues sería buena idea que los viéramos, a ver que tal suenan,¿no?- Dijo Soraya, fan incondicional de todo aquello que tuviera que ver con la música.- Lo mismo son buenos, hablaban muy bien de ellos.
-Soraya, tía, ¿en serio? Me tienes muerta con los pies, ¿y me vas a meter ahí en medio?- Le dije, poniéndole pucheritos.
-Es verdad, es verdad, que tu eras una anciana encerrada en un cuerpo de 20 años. Venga, somos jóvenes, vive la vida, que son dos días- Ella tan “paz y amor”
-Bueno, vale, pero esto te costará una cerveza. Y de las caras.- le dije sonriendole.
-Vieja y borracha. De acuerdo. - Me dijo dándome un beso, y tirando de mi para que me levantara.
Nos mezclamos entre las niñas, poniéndonos a una distancia prudencial del gentío. No quería estar en medio cuando empezaran a brotar hormonas y las chicas se convirtieran en adolescentes descontroladas. Anunciaron que empezarían en dos minutos. Y justo a los dos minutos, un grupo de chicos se subieron al escenario y empezaron a cantar. Eran cinco, y sonaban realmente bien. Tendría que decirle a Soraya que fuera a preguntarle a las chicas que si tenían disco, porque me estaban gustando mucho. La última canción hizo que me emocionara. Se llamaba algo así como “ya no somos dos”. Me hizo recordar como me sentí cuando “el innombrable” como yo lo llamaba en mi cabeza, porque incluso cuando recordaba su nombre me dolía, me dejó. Las lágrimas recorrieron mis mejillas, pero las sequé antes de que mis amigas me vieran, porque entonces empezarían las preguntas, y si les contaba, seguramente me caería la bronca del siglo. Un grito de María hizo que perdiera el hilo de mis pensamientos.
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Promise me the moon.
Hayran KurguEstaba en Madrid y con sus dos mejores amigas. Había dejado atrás su pueblo y se enfrentaba a una nueva vida. Bea, con 20 años, una desilusión a sus espaldas, con ganas de comerse el mundo, y apasionada de la literatura Inglesa, y obsesa por llevar...