Capítulo 3: La sirena del tren (Part 1)

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El paisaje cambiaba a gran velocidad a medida que el tren corría por las vías. Cada pocos segundos se podía escuchar el característico sonido de las ruedas sobre los tablones. En cierto momento incluso se pudo oír como la chimenea expulsaba el vapor sobrante.

Listrac se mareaba cada vez más, ya ni siquiera era capaz de mantenerse sentado en su asiento.

-Vamos inútil, aguanta un poco-le increpó Liss.

La exceed viajaba en el regazo de Aria, quien no dejaba de mirarse la marca de Night Howl en el reflejo de la ventana.

-Ven Liss...-murmuró el joven.

Listrac cogió a Liss y se la puso en el regazo.

-¡Suéltame!

-Anímame con algo...

El Dragon Slayer estaba cada vez más pálido. La saliva empezaba a filtrarse por las comisuras de su boca mientras miraba a su amiga con unos maliciosos ojos.

-¡Va a vomitar! ¡¡Me va a vomitar encima!!-chilló Liss.

Aquellos alaridos sacaron a Aria de su ensoñación. Sin perder un momento, le alcanzó a Listrac una de las bolsas de papel que les habían dado al subir. El joven no tardó ni un segundo en vomitar todo lo que había comido.

-¡Eso es asqueroso!-gritó Liss.

-No...

Una vez terminó, depositó la bolsa sobre la cabeza de la exceed.

-...Esto sí es asqueroso.

Un escalofrío recorrió la espalda de Liss, segundos antes de propinarle un puñetazo en la barbilla a Listrac que lo dejó definitivamente fuera de juego. Aria les observó con una mueca divertida en su rostro.

-Lleváis mucho tiempo juntos ¿Verdad?

Liss volvió revoloteando a su regazo.

-Bastante, toda nuestra vida se podría decir. Mi primer recuerdo después de salir del huevo fue el careto de este inútil. En aquellos tiempos tenía un pase, pues todos los críos son cortos de entendederas.

-¿Le conoces desde que era niño?

-Si... Crecimos haciendo pillaje por los caminos, robando a todo el que se nos cruzaba. Listrac solía decir que, ahora que su madre no estaba, debíamos salir del fango nosotros mismos.

-Su madre... ¿Es cierto que...?

-¿Que qué?

-Que los Dragon Slayer son criados por... dragones.

Liss sonrió, enseñando sus gatunos colmillos.

-Soy testigo de ello. La vi solo una vez, pero nunca la olvidaré. Se llamaba Crylias, y era increíble. Todo su cuerpo estaba cubierto de escamas tan brillantes que parecían de cristal y su presencia era suficiente para meterte el miedo en lo profundo del alma. Pero también era una dragona cariñosa y atenta. Enseñó a este tarado a leer y escribir...

Liss hizo una pausa.

-...desgraciadamente, desapareció antes de poder enseñarle bien a utilizar su magia o darle siquiera un nombre.

-¿Cómo? Pero si tiene uno y es un mago muy capaz.

-Ten cuidado, si te oye alagarle no te tomará en serio. Es cierto que Crylias le mostró lo básico, pero fue otro Dragon Slayer quien le enseñó a controlar su magia. Fue un día que le intentamos robar su bolsa. Este cabeza hueca se llevó un puñetazo en mitad de la cara nada mas intentarlo, y adivina.

Chronicles of the Crystal DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora