DOMADORA DE CUERVOS

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Me alejaba del reino sin mirar atrás, decepcionada. Un sentimiento que tengo muy a menudo. No se puede evitar. Tras el intento de convencer al reino de los lobos sobre su retirada, camino nuevamente sin rumbo fijo. Los bosques de allí son verdes y esveltos. Flores de colores, las cuales nunca había visto, decoraban el suelo. Algunas estaban tan juntas, que parecían alfombras perfumadas.
De nuevo, escuchaba el graznar de los cuervos, que curiosamente se encontraban posados en las ramas de los árboles. Fue entonces cuando me di cuenta, de que me estuvieron siguiendo desde mi punto de ida. Me paré a mirarlos uno a uno. Ellos me miraban fijamente.

-¿Qué queréis?-Pregunté confundida.-No sé para que me molesto, sois cuervos después de todo.

-Sí nos entiendes, princesa.-Un cuervo respondió a mi pregunta.-Siempre lo has hecho.....Tu maestro era Crowy, un cuervo como nosotros.

-Pero pensaba que el era un humano utilizando magia negra para verse así......jamás pensé que llegara a ser un cuervo real.

-Joven princesa, estaba usted muy equivocada....Siempre lo estuvo, incluso al día de hoy lo está.

Yo estaba perpleja, observando al cuervo que me hablaba. Crowy....jamás pensé que fuese un animal real. Y tampoco que tuviera la extraña habilidad de entenderlos. Si que es verdad, que mi reino poseía magia negra, pero nunca pudimos entender a los animales, que para nosotros eran ancestrales.

-Princesa....¿Crees que abandonarlos a su suerte es lo correcto?-El cuervo retomó la palabra.

-Ya no sé que es lo correcto, y que es lo erróneo.

-Jamás lo sabrás, si no sabes que es justo y que no debe serlo. Abandonar a reinos en peligro, es como traicionar al tuyo. Tu reino corrió la mala suerte de haber sido pillado por sorpresa, pero los demás están a tiempo de ser salvados ¿Acaso tu no querrías que te salvaran?

-Yo ya no puedo ser salvada....Es demasiado tarde. Tampoco es como si fueran a hacerlo. Si nos desterraron, fue para abandonar al reino de los cuervos a su suerte. Ellos nos traicionaron. La gente se deja llevar más por las apariencias, que en nuestro caso, no eran agradables. No pararon a pensar en el peligro en el que fuimos expuestos. Gente tan repulsiva no merece ser salvada.

-Pero aun así tu fuiste salvada.

-¿Acaso estás insinuando que soy repulsiva? ¿Qué no merecía la vida?

-Solo he dicho lo que tu pensabas....

Tenía razón. Desde que atravesé el portal, o incluso antes de eso, pensaba una y otra vez lo mismo. ¿Por qué yo seguía viva? ¿Qué sentido tenía?
Sólo me apetecía llorar en soledad. Confundida me senté en el suelo, dejandome caer bruscamente. Con mis manos, me tapaba la cara mientras lloraba en silencio.

-Princesa.....

-¡Cállate!-Le interrumpí entre sollozos.-Dejadme sola....

-No está sola, nos tienes a nosotros.....Seremos sus alas, sus ojos y sus guías. Tan sólo llamanos con esto.-El cuervo me lanzó un silvato plateado.

Lo cogí y me lo colgué del cuello. Seguidamente, levanté mi mirada decaída hacia el cuervo.

-Hasta pronto princesa....

-¡Espera! ¿Cómo sabré que es lo correcto?

-Deja que tu corazón te guíe por buen camino.

Tras decir eso, emprendió el vuelo junto a los demás. Se alzaban majestuosos, cubriendo el cielo con sus plumajes negros como el carbón. Mientras los contemplaba, aun en el suelo, me toqué el pequeño silvato que colgaba de mi cuello. Entonces comprendí que debía volverlo a intentar. Debía hacerlos reaccionar antes de que fuese demasiado tarde.
Corrí a toda velocidad, esperando llegar a tiempo. Las espinas de plantas, y las ramas de estas, rasgaban mis piernas y brazos. Deseperada, logré llegar al reino de los lobos, pero no a tiempo. La gente corría en busca de seguridad, los soldados luchaban entre ellos a en una batalla a sangre fría. El castillo estaba incendiado. Buscaba algo para que la gente de aquel reino, se pusiera en resguardo. Entonces me acordé del silvato. Soplé con todas mis fuerzas. De pronto, el graznido de los cuervos, se podían distinguir entre los gritos de desesperación.

-Princesa.....

-Sacad a los habitantes de aquí, llevaoslos a un lugar seguro.

Sin rechistar, los cuervos comenzaron a guíar a la muchedumbre hacia un lugar apartado, mientras yo corría en busca de la realeza. Sin ellos, los aldeanos estarán desorientados. Todo reino necesita a un líder. Cuando llegué a las puertas de palacio, escuché el grito de auxilio proveniente de su interior. Sin pensarlo dos veces me adentré entre el humo y las llamas. El techo se desmoronaba a medida que yo corría por los pasillos. Guiada por los gritos desesperados, logré entrar a la habitación de la última vez. Allí había una niña de poca edad llorando desconsoladamente en un rincón. Me acerqué a ella y la cogí en brazos.

-Tranquila, todo saldrá bien.-Ella me asintió aun con lágrimas en sus ojos.

Buscaba una salida desesperada. Fue suerte quizás, por la cual pudimos salir por una ventana del primer piso. Al salir, la niña que cargaba en mis brazos comenzó a toser. Mi corazón latía exaltado. El miedo que tenía era exagerado. Un cuervo vino en mi busca. Me llevaba al lugar en el que había reunido a los demás. Los soldados seguían luchando, cansados y abatidos, contra el reino de las hienas. Por mi parte, no encontré a aquel hombre, de cabello largo y mirada penetrante,por ningún lado. No quise darle importancia. Seguí al cuervo que me guiaba por bosques, hasta llegar a una explanada. Los aldeanos, estaban allí reunidos. Sus expresiones de sorpresa y confusión, captaba mi atención. Si aquel príncipe arrogante me hubiese escuchado desde un principio, no se verían tan afligidos.

-Es mamá, y papá ¡Y mi hermano también está!-La niña me señaló a tres personas.

Por su forma de vestir, tenía pinta de ser los reyes del reino. Reuní a la niña junto a su familia. La bajé y corrió a abrazarlos. Un cuervo se me posó en el hombro derecho con delicadeza.

-Gracias joven.....Esto debe ser obra tuya.-El rey me hizo una leve reverencia.

-No me agradezcas. Fue suerte, nada más.

-Gracias por ayudar a nuestro reino de verdad.-La reina me hizo otra reverencia.

-No merezco sus reverencias ni sus respestos. Fue suerte que no hubiera muerto ninguno de vosotros.

-Debí escucharte cuando tuve la oportunidad.....Me dejé llevar por tu raza ancestral....Lo siento y gracias.-Dijo el príncipe.

-Espero que no vuelvas a cometer un error tan grave como este.....-Le miré con arrogancia.-Ahora, mi deber es ayudar a los demás pueblos en peligro. Me despido.....Y cuidad de su pueblo.

Me fui con paso lento lejos de allí. Conseguí ayudar a uno de los muchos reinos, ahora debía salvar a los demás. Será un largo viaje.

-Buen trabajo princesa.....-Me susurró el cuervo, que aun reposaba sobre mi hombro.

-Nos queda mucho trabajo por delante.....

RavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora