Supongo que la palabra caos define perfectamente a Carter, porque siempre que aparece es lo único que deja, un estado de caos peor que el anterior, y créanme, si cuando entró a mis aposentos la ciudad estaba loca lo único que faltaba era que los satánicos le creasen una iglesia, en efecto, Carter era ahora el Anti-Cristo (o al menos la opinión popular lo catalogaba así).
Pero en mi caso las cosas eran un suplicio, tenía un guardia en el elevador de mi habitación, un francotirador en el techo, un centenar de drones de batalla con forma de avispa súper-desarrollada volaban como un enjambre alrededor de mi torre, cuando salía (cosa que casi no me dejaban hacer) iba escoltada por una docena de guardias armados hasta los dientes, habían reasignado a Alan, el guardia albino, a otra unidad, por lo que ya no había quien me sacase del palacio a escondidas y lo peor de todo era que los planes para mi boda seguían en pie, de hecho ese mismo día, treinta de Enero, debía ir a la casa de los padres de Abraham para que conocieran a su futura nuera.
-Su Alteza, tiene una carta -dijo el guardia que estaba en el elevador.
- ¿Una carta? ¿Es que vivimos en mil novecientos dieciséis? -murmuré mientras me acercaba al guardia que me tendía una carta con el sello de la casa De La Costa, la casa de Abraham, abrí la carta con una pequeña navaja que estaba en la mesa de noche, tengo tendencia a jugar con cosas filosas.
Era una invitación formal a la casa de los padres del chico, era para el día de hoy a las seis de la tarde, pedía que vistiese formal. Como es costumbre en mí, me vestí con una blusa de seda verde arrugada y desteñida, un pantalón de mezclilla con las rodillas rotas y unas botas negras.
-La invitación decía que vistieses formal -dijo Abraham cuando su mayordomo me llevó ante su presencia en la sala posterior a la de sus padres.
-Puedes intentar obligarme a vestir formal, mi hermana me enseñó unos cuantos trucos en defensa personal -el reto era claro, el chico suspiró y abrió la puerta.
Nos encontrábamos en una pequeña sala de estar, el suelo estaba cubierto por una alfombra roja de terciopelo, las paredes tenían un estampado de flores hechas con pequeñas y delgadas placas de oro y plata, en el centro de la sala había una pequeña mesa de caoba con platos de porcelana llenos de pastelitos, galletas y teteras, alrededor de este estaban puestos simétricamente cinco sillones de piel con diversos detalles tallados en los reposabrazos y cabecera, en el sofá más grande estaba un sentado un hombre muy parecido a mi padre, salvo que éste tenía los ojos verdes, era Filipo III De La Costa, el mejor amigo de mi padre y (desgraciadamente) futuro suegro, junto a él estaba su esposa, María Antonieta Cruz, una mujer de buen porte, de larga cabellera grisácea por la edad, ojos verdes como los de su marido y rostro regio.
-Tío Fili -le saludé, miré a su esposa- señorita Dinosaurio.
Mi relación con mi padrino de bautizo y su esposa no era la mejor, solo los había visto seis veces en mi vida y mi actitud no les agradaba mucho.
-Su alteza -ambos de levantaron e hicieron una reverencia.
-Siéntate -pidió/ordenó Abraham, él se sentó a la derecha de su padre y yo me senté en el sitio más alejado de los tres, cerca de la puerta, era obvio que quería que me sentara a su lado, por lo que suspiró frustrado.
-Tengo una agenda ocupada, ¿Quieren decirme a qué vine a perder mi tiempo? -dije después de unos momentos de incómodo silencio.
-Bueno, queremos decirte las especificaciones de cómo va a lucir tu heredero, dónde van a vivir y cómo vas a tratarnos una vez que te cases con mi hijo... -empezó la mamá de Abraham, estuvo durante una hora dando detalles de cómo quería que luciese su nieto, la forma en la que debía caminar, el vestido que debía portar en mi boda, etcétera, etcétera.
-Todo eso suena bien, en especial la parte en que me importa un comino lo que dijo y que no me voy a casar con la peste de su hijo -miré mi muñeca simulando que miraba la hora- mire la hora que es, debo irme, hacer cosas de ángel, le diré a mi hermana que le llame el siglo que viene y todo eso, ¡Guardias! -una docena de hombres uniformados entraron en la habitación y me rodearon, salí de la habitación no sin antes ver la cara roja de indignación que tenía la familia.
- ¿Qué tan desastroso fue? -preguntó Mérida cuando entré en la habitación.
-Lo suficiente como para que se volviesen unos tomates -me senté en la cama.
-Por cierto, tu amigo el terrorista ya inició su ataque -tomó el control de la televisión y puso las noticias.
-...las cosas no parecen ir muy bien aquí -decía la reportera, estaba escondida detrás de algún sitio de madera, tenía su cara pálida y el cabello alborotado- recibimos reportes de las autoridades que nos indican diversos disparos de varios francotiradores en la zona circundante, por suerte no ha habido ningún muerto, pero nos informan que hay personas con heridas menores a causa de los fragmentos lanzados por los disparos.
- ¿Un tiroteo? -miré a mi hermana- ¿Dónde es?
-En el convento de San Judas Tadeo -Carter salió del baño de la habitación secándose las manos con una toalla blanca, le lanzó una pequeña máquina metálica a Mérida- era la última -me miró, guiñó el ojo e hizo una reverencia- ahora si me disculpan señoritas, debo irme a resolver unos asuntos -se dirigió al balcón y saltó.
- ¿Cómo y qué hace él aquí? -tomé el aparato de las manos de Mérida y me di cuenta de que era una cámara- ¿Él nos ha estado vigilando?
-Como, no lo sé, simplemente apareció una cesta de mimbre en el balcón con una nota que mencionaba las cámaras y que ofrecía su ayuda -sacó de debajo de la cama una cesta con una carta escrita con una letra muy burda y una esfera plateada- dice que es un generador de pulsos electromagnéticos (No sé de dónde demonios lo sacó), lo activé y él entró a quitar las cámaras, me pidió que te dijera que no te preocupes por el tiroteo, nadie saldrá herido, pero tampoco promete una que otra cicatriz de baja importancia -miré con detenimiento la esfera y noté que tenía una ligera depresión, estuve a punto de poner mi dedo sobre de ella hasta que Mérida me la arrebató con una mirada asustada- no presiones eso, la activa, por cierto necesitamos una nueva televisión y dónde esconder esta cosa, también logró rescatar las cintas de video, deberíamos verlas.
-Está bien, pero hasta mañana que nos traigan otra tele y una laptop -tomé las grabaciones y la cesta, me acerqué a una pared y retiré uno de los ladrillos de él, puse ahí las grabaciones junto con la esfera, cubrí el agujero, me dirigí al balcón donde lancé al vacío la cesta- voy a darme un baño, dicen que la idiotez es contagiosa y no quiero que Abraham me contagie la suya.
-Está bien, pero antes, Carter pidió algo a cambio de su ayuda -debió de ver la preocupación en mis ojos, por que sacudió las manos para que me calmase- no es nada malo, simplemente quiso saber si no sueñas con una chica de cabello azul que flota llamada Lucia.
soNorѭ;

ESTÁS LEYENDO
Diario de un superviviente.
Fiksi RemajaÉl es un chico solitario y misterioso con tendencias a desaparecer en un parpadeo que guarda un secreto de importancia global, ella es una vivaz chica que busca arreglar el extraño corazón de él. Por otro lado tenemos a un chico sin pasado e inmorta...