Heda Malfoy: La heredera.

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Luna quiere ser madre

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Las personas hablan y sus voces susurran a la espera de que «ellas» no las escuchen, pero lo que no saben es que el hilo dorado había sido creado antes de su concepción como un aviso y «ellas» eran conscientes de lo ocurrido.

Los rumores empezaron poco después, dioses y mortales igual de consternados, aún no podían creen lo que se había originado ante la ignorada advertencia de «las destino». Se sabía que ocurriría, pero nunca creyeron que pasaría. No cuando la diosa de la vida estaba involucrada.

Cuando el sol se escondió, apenas centellando aquella brillante luz calidad, consumido por la tristeza, y la fría noche dio paso, junto con la apenas silueta de la luna alumbrando la oscuridad, todos pudieron oírlo.

Un lamento, un llanto agonizante, un dolor descomunal que puso a todo el mundo en silencio por un minuto. Dioses, mestizos, magos, brujas y mortales por igual, criaturas del día y la noche, los normales y los mitológicos, incluso en el submundo lo sintieron. Los vivos y los muertos.

Lo que siguió a continuación fue una intensa tormenta que duro semanas. Los mortales meteorólogos no podían prevenir de dónde provenía tantos cambios climáticos que afectaban a la comunidad de cualquier parte del mundo. Era una locura de la naturaleza.

Pero fue la cordura perdida de una madre en duelo.

Cuenta la leyenda que una diosa conjuro a la vida hasta el amanecer

Llorando pedía que, al llegar al día, pudiera ver una vez más a su bebé

Y mientras en el mítico lugar se procesaba un dolor, en el mundo mortal, un padre se encontraba por primera vez con su hija prometida.

—Ojos brillante y plateados —murmuro observando a la pequeña—, resplandecen con un brillo imponente y cegador. Una estrella que será transformada en algo más poderoso que el sol. Lynx —La nombró con seguridad—. La niña de mis ojos y el latido de mi corazón. La calma y la tormenta, el fuego y el hielo, el dolor y el amor. Esa eres tú, mi pequeña.