II: Sueños

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Sangwoo sintió un agudo dolor atravesar su abdomen, cada parte de su cuerpo parecía estar paralizada. Una voz cargada de odio susurraba palabras a sus oídos, pero se sentía lejana, sin importancia. Miró con desesperación hacia el otro lado del rio esperando encontrar... ¿Qué? No podía recordarlo, solo sabía que algo muy importante para él estaba en peligro, podía sentirlo en lo profundo de su corazón el cual se retorcía ante la sensación de pérdida.

Intento moverse con desesperación, las flores bajo sus pies aparecían manchadas de sangre. Su sangre. El hombre a sus espaldas seguía despotricando sobre cosas que Sangwoo no podía entender.

—El amor no siempre es fácil de llevar, hijo—Creyó escuchar la voz de su padre, como si esta viajará con la suave brisa primaveral—Pero al final es lo único que deseamos tener.

Sintió el corazón dar un salto dentro de su pecho. Un grito resonó a la distancia sacándolo de su ensoñación. Todo había empezado a tornarse borroso y oscuro, como si sus ojos hubiesen sido nublados por un velo, pero a pesar de ello, y con las ultimas fuerzas de su vista pudo divisar al otro lado del crecido rio la causa de su agitación. Un pelinegro estaba siendo atravesado por una gigantesca espada manchada con la sangre carmesí de aquel pequeño omega. El hermoso joven de rostro lloroso, se desplomó sobre un pequeño campo de flores que se hallaba debajo de él.

¡Su omega!

Un par de ojos ya casi sin vida lo observaban del otro lado de aquel rio maldito, en ellos estaba escrito un claro reproche: ¿Por qué no fuiste capaz de salvarme?

Despertó con el sudor perlando su frente. Las manos le temblaban mientras se aferraban con fuerza a las sabanas. De repente toda la habitación se sintió demasiado pequeña, necesitaba salir, desahogarse, porque sin importar que hiciera, aquel par de ojos vacíos parecía seguirle reprochando lo mismo.

Bum despertó de repente con el cuerpo encendido. Toda la habitación parecía haberse vuelto más caliente de lo normal. Corrió tropezando en la oscuridad con algunos objetos que se encontraban esparcidos por su cuarto en busca del aire fresco de la noche, pero sin importar cuanto intentará sacar su cuerpo por la única ventana de piedra que había en su habitación, el calor seguía sin bajar, consumiéndole, quemándolo por dentro hasta reducirlo a cenizas. Necesitaba ser deseado, dominado, amado incondicionalmente.

Con desesperación se arrojó sobre su cama, esperando que aquella sensación que parecía querer todo de él, desapareciera con el tiempo. Se retorció en el lecho apretujando las sabanas en sus puños. La poca cordura que le quedaba lo abandonó haciéndolo sumirse en un espiral de dolor y placer. Su mano comenzó a deslizarse a lo largo de su cuerpo, dejando por donde pasaba un camino de fuego ardiente. Con cada respiración su pecho parecía inhalar y exhalar azufre. Su mano no tardó en llegar a aquella parte de su cuerpo que parecía arder con más fervor, encontrándose con un miembro completamente erecto. Un suave rocé contra la punta consiguió sacarlo de su ensoñación. Su lado racional dominándolo otra vez.

Se dejó caer pesadamente en la almohada mientras observaba el altísimo techo de su habitación. Había vivido rodeado de sirvientes omega el suficiente tiempo como para saber lo que aquel ataque de calor significaba. De una sola cosa estaba seguro: Su padre lo mataría.

Como era de esperarse, Sangwoo se despertó con un humor de perros. Luego del sueño que había tenido unas pocas horas antes, no había podido cerrar los ojos. Cada vez que lo intentaba volvían a él aquellas imágenes. Esos ojos. Era algo que simplemente no podía tolerar.

Salió de su casa con el despuntar del alba a su carrera matutina. Su padre solía contarle que su raza descendía directamente de los animales, y por ello, sus instintos estaban más desarrollados que los de los humanos. El rubio no dudaba de la veracidad en aquellas palabras. Correr le hacía bien, se sentía libre, uno con la naturaleza, como si regresara a sus orígenes. La suave brisa perfumada de la primavera le acompañó silenciosamente durante todo su camino, se movía con gran agilidad a través del bosque todavía sumido en sombras, cada parte de él sintiéndose llena.

Para cuando el sol había calentado completamente, Sangwoo ya se encontraba en su cabaña en lo profundo de aquel bosque solitario. Su padre y el habían llegado allí luego de que el peligro los asediara en su propia manada. Al principio Sangwoo había extrañado la compañía de otros de su especie, pero con el tiempo la soledad se había convertido en su mejor amiga.

No se molestó en preparar algo para desayunar, por lo que tomó lo primero que encontró y lo engulló completamente en un bocado. Con movimientos calculados se bañó en la pequeña laguna que quedaba cerca a su casa y luego se puso las ropas que había preparado específicamente para esa ocasión. Esa mañana el alfa tenía una misión, y estaba decidido a cumplirla.

Él nunca se había considerado un hombre de planes y estrategias, es más, siempre creyó que era más del tipo Toma-todo-patea-traseros-y-sal-de-allí-ileso, sus instintos siempre habían dominado a su razón, excepto esta vez. En esta ocasión era diferente.

Había estado cuadrando cada detalle de ese día por años. Observando, escuchando y pensando fríamente. No le fallaría a su padre.

Tomó la mochila que había comprado en el mercado del pueblo junto con las ropas, y metió en ella todo lo que necesitaría. Lo último en guardar fue el cuchillo que su padre le había regalado en aquel ultimo cumpleaños que pasaron juntos.

No le dio importancia al poner en orden la casa, después de todo estaba seguro de que no volvería a aquel lugar en el que todos sus recuerdos estaban almacenados. Jamás se consideró tampoco alguien melancólico, mucho menos sensible, pero no pudo evitar derramar una lágrima al saber que en esa casa se quedarían todos los momentos que paso juntó a su padre; las sonrisas, las lágrimas, los gritos y los susurros. Todo se iba, pero su corazón seguía sin poder aceptarlo.

Bum soltó un suspiro y cerró de golpe el libro que había estado intentando leer, dejándolo descansar junto a sus piernas, después de todo, ya llevaba media hora leyendo la misma línea que parecía escrita en algún idioma antiquísimo y desconocido para él. El desayuno con su padre en la mañana había sido más incómodo que de costumbre y eso, considerando que los en los desayunos de la familia Yoon siempre parecía poder cortarse la tensión con un cuchillo, ya era mucho decir.

El incidente en su habitación la noche anterior le había dejado claro a Bum un par de cosas. La primera: Él pelinegro había visto a suficientes omegas pasar por esos calores pre-celos, como para saber lo que le deparaba el estúpido y caprichoso destino. El sin lugar a dudas sería un omega.

Y la segunda...Bueno, la segunda era algo difícil de explicar. El pequeño y totalmente inexperto pelinegro había experimentado en medio de aquel calor abrumador una cosa extra, un algo que lo había cautivado. Era eso, la sensación abrumadora de necesitar con urgencia ser poseído por su otra mitad, la cual se encontraba vagando en algún lugar del mundo. Por una milésima de segundo se sintió lleno de aquella sensación una vez más, pero una serie de gritos provenientes del salón lo hicieron salir de su ensoñación.

Se levantó con pereza del sillón en el que se encontraba y caminó hacia la habitación contigua, el gran salón del castillo, aquel lugar al que su padre solía llamar "La recepción para visitas". Con un movimiento rápido se acercó al epicentro de los gritos. Un par de guardias y Mikko, el ama de llaves del castillo, parecían estar peleando con algún aldeano. Sintiéndose valiente se acercó aún más a las cuatro ruidosas personas.

—Necesito hablar con el alfa—Habló el joven con firmeza a los otros que solo quedaron aturdidos ante la potente voz de aquel alfa—La información que le he traído es de vital importancia.

La mirada del chico se desvió notando por primera vez a Bum, al principio parecía realmente horrorizado ante la simple vista de su rostro, pero finalmente el rubio le brindó una cálida sonrisa haciendo que sus piernas se aflojaran.

Bum supo en ese momento que su pareja destinada ya no se encontraba vagando en algún lugar del mundo, estaba justo frente a él.

Venganza y destino [YAOI//Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora