Capítulo 18

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En Mongolia, cuando un perro muere, lo sepultan en lo alto de una colina para que
nadie camine sobre su tumba. El amo del perro le susurra al oído su deseo de que
regrese como humano en su próxima vida. Luego, le cortan el rabo y se lo ponen bajo
la cabeza. Le meten un trozo de carne o de grasa en la boca para que su alma se
alimente durante el viaje. Antes de reencarnarse, el alma del perro puede errar por los
altiplanos desiertos tanto tiempo como quiera.
Aprendí eso de un documental del National Geographic Channel, así que creo que
es cierto. Dicen que no todos los perros regresan como hombres; sólo los que están
listos.
Yo estoy listo.

El arte de conducir bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora