En Mongolia, cuando un perro muere, lo sepultan en lo alto de una colina para que
nadie camine sobre su tumba. El amo del perro le susurra al oído su deseo de que
regrese como humano en su próxima vida. Luego, le cortan el rabo y se lo ponen bajo
la cabeza. Le meten un trozo de carne o de grasa en la boca para que su alma se
alimente durante el viaje. Antes de reencarnarse, el alma del perro puede errar por los
altiplanos desiertos tanto tiempo como quiera.
Aprendí eso de un documental del National Geographic Channel, así que creo que
es cierto. Dicen que no todos los perros regresan como hombres; sólo los que están
listos.
Yo estoy listo.
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El arte de conducir bajo la lluvia
De TodoEnzo sabe que no es como los demás perros. Él es un pensador de alma casi humana. A través de los pensamientos de Enzo, que en la víspera de su muerte hace balance de su vida y rememora todo lo que han pasado él y sus amos, se desarrolla una histori...