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17:52 pm.
Era una tarde de primavera en la que como siempre, salí de paseo con mi perra, una pequeña beagle. Anduvimos durante diez minutos hasta llegar a nuestro destino, al Río Han, donde una vez allí solté a la pequeña bestia para que pudiese disfrutar aún más de su pequeña salida. Desenganché la correa de su collar negro, me di la vuelta y fui dispuesta a sentarme en el banco de siempre. Pero esta vez no fue como siempre, esta vez había alguien nuevo al que nunca había visto por allí. Era un chico delgado de cabellos rojizos, el cual estaba dibujando algo en el mismo banco, con un carpeta repleta de colores a su lado.
Conforme iba acercándome noté como canturreaba algo, entonces pude apreciar la música que producía su móvil. Me senté en el banco y entonces el chico de cabellos rojizos posó su mirada en mí.
—¿Te molesta? —preguntó refiriéndose a la música de su móvil.
—No, no te preocupes. —sonreí amable, cosa que aquel chico imitó.
De hecho me gustaba y conocía aquella canción, y la siguiente que sonó, y la siguiente; teníamos unos gustos musicales muy parecidos. Al cabo del tiempo no pude evitar unirme a su canturreo, provocando en él una sonrisa realmente bonita. Me fijé en su dibujo, estaba plasmando uno de los árboles que allí se hallaban, le estaba quedando realmente precioso. De vez en cuando dirigía su mirada en mi dirección y me di cuenta de cómo le obstruía la visión a uno de los árboles que yo sin saberlo le cubría desde su perspectiva.
—Lo siento, me pondré en otro lado. —dije mientras me alzaba de aquel banco.
Acción que fue interrumpida por las palabras del chico de cabellos rojizos.
—No te preocupes, solo me queda añadirle un poco de color. —dicho aquello me regaló una sonrisa amigable.
Volví a mi sitió y observé como aquel chico sacaba alguno de los colores de aquella carpeta y se ponía a añadir color a aquel dibujo, tenía unas manos realmente preciosas y masculinas. Me quedé embobada viendo cada movimiento que realizaba, cómo conseguía darle vida a aquel dibujo con simples colores.
—Listo. —dijo dando por terminado aquel dibujo a la vez que guardaba sus colores.
Pausó la música de su móvil, guardó el dibujo en la pequeña mochila que traía y se levantó dispuesto a irse.
—Gracias por la compañía. —dijo con una sonrisa en su rostro de lo mas tierna, se dio la vuelta y levantó su mano a modo de despedida.
Ni siquiera me dio tiempo a despedirme, pero estaba segura de que aquella no iba a ser la última vez que iba a verlo. Nació en mí aquel anhelo en volver a ver su delicado pero bello rostro, sus finas pero masculinas manos, aquella mirada tan profunda pero a la vez tan llena de ternura.
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Gracias por leer♡